José Semitiel Segura

Accedo encantada a la petición de mi amigo Semitiel Segura de que escriba sobre la opinión que tengo respecto a su obra.

Me ruega sinceridad y pide con énfasis que sea dura, durísima. No puede ser de otra manera, ambos compartimos la teoría que el excesivo halago… ¿quizá raya la sospecha?

Así que seré implacable, con ambos, artista y obra.

Puede ser que el paseo por sus exposiciones se convierta en una lucha interna que al final, descubres, estaba premeditada por el artista.

Sus lienzos, instantes cargados de vibrante materia, perfectamente estudiada y conocida por él, dominada.

Paisajes, que no por violentos, dejan de ser paisajes.

Momentos fugaces que se graban en nuestra memoria, cuando miramos nostálgicos por la ventanilla del vagón de tren que nos trae de regreso a casa.

Formas y colores increíbles que sentimos y guardamos dentro y que Semitiel Segura en ese empeño febril de expresar, con fuerza, mucha fuerza y seguridad su no informalismo, su realismo de suspense a partir de un punto exacto, nos obliga volver a mirar a recordar, evocando todos los sentimientos dormidos, todos.

La energía de su trazo nos arranca de esa cómoda seguridad que da lo entendido, para llevarnos al temido abismo de la imaginación, de la nuestra, que el artista en un admirable gesto de inteligencia nos ha brindado, pero sin admitir protesta.

Nos perturbará comprobar que quizás no podamos estar observando un cuadro excesivo tiempo, pero también nos perturbará ver que una vez observado ya lo llevamos dentro, imborrable, como el recuerdo de aquel instante que nos evoca.

Y aun nos perturbará mas saber que es eso lo que el autor persigue, demostrar que el tiempo de observación de una obra ha de coincidir con el que él ha empleado en observar ese instante del paisaje y que por supuesto nunca coincidirá con el tiempo empleado en crear la misma.

Pero al fin, después de toda brutal batalla el guerrero necesita descansar y es entonces cuando nos alivia e invita a un vuelo de maravillosas sensaciones contemplando a vista de pájaro, valles, ríos, cielos y mas cielos, vestidos campos, perfectos crepúsculos por todos adorados, en definitiva fantásticos viajes que en sueños también todos alguna vez hemos realizado.

Diría de Semitiel Segura que es… ¡movimiento infinito movimiento!

Isabel Pagán.

Fotos: Luis Urbina

Pedro Antonio Saorín Bosch

Hay muchas observaciones que se le presentan aquellos que puedan admirar sus obras.

Lo más evidente es que Pedro Saorín es un comentarista. Sin embargo no intenta mostrarnos cosas de nuestro tiempo sino su humanidad.

Aunque autodidacta es un graduado pintor y escultor del cuerpo humano. Son sin embargo, sus actitudes, sus actitudes, sus debilidades, sus fuerzas las que le fascinan.

De tiempo en tiempo sobrio, a veces con una lágrima y muchas veces con una sonrisa, desnuda lo cínico de la naturaleza humana.

Sea cual sea el medio de que se sirve para describir su visión, sin esfuerzo aparente, confía un secreto al observador.

Porque está incomodo con las formalidades, las exhibiciones de sus trabajos son raras. Está será una oportunidad casi única para poder ver las obras y cualidades de esta mente inquieta.

A menudo se encontrarán sus obras desconcertantes, y quien pregunta el porqué de esa aptitud interpretativa, responde él sencillamente: “Porque así es”.

John Gloyne

Ex- Director de Christie´s

Fotos: Luis Urbina