Recomendaciones a las editoriales sobre la digitalización de sus colecciones

Estos días he leido dos textos coincidentes recomendando la digitalización a las editoriales para distribuir sus catálogos. Una en el Bdigital Global Global Congress celebrado estos días en Barcelona, con una sección dedicada al uso de las tecnologías de la información en el la Educativo con un título muy intencional: “Profesor analógico vs alumno digital“, cuyo contenido ha sido resumido en El País, del que destaco este texto: “otro de los grandes temas desprendido del debate ha sido la adaptación de las editoriales al mundo digital. La visión más futurista apunta a que los libros de texto se extinguirán y serán sustituidos por un ordenador. Adiós a las pesadas mochilas y los cuadernos, un simple portátil donde figuren todos los libros de texto de forma digital bastará”. El libro de texto, cuyo uso abusivo emprobrece la Educación, ha sido un producto de sustento de las editoriales, por sus tiradas, su financiación pública o su consumo cautivo. Pero indudablemente no puede seguir sustentándose la educación en fuentes únicas de información…

Y la otra llamada de atención a las editoriales ha sido el artículo de Manuel Rodríguez RiveroDe buena tinta (electrónica)” donde señala: “Pero convendría que la industria se fuera tomando en serio -y sin catastrofismos- que estamos asistiendo a la más radical de todas las revoluciones de lo escrito. Kindle, el invento de Amazon (más de 20.000 unidades vendidas al mes en Estados Unidos), y su competencia llegarán a Europa (al Reino Unido antes) en los próximos dos años. Razonablemente baratos, y con sus pantallas de tinta electrónica y tipos de letra e iluminación regulables, su potencial de conectividad, su peso razonable (300 gramos) y su cualidad de bibliotecas portátiles (hoy, hasta 200 libros), editables y renovables, los expertos esperan que su implantación sea casi tan rápida como la del iPod y similares. O los editores se ponen a digitalizar sus catálogos y a ofrecer el producto a precios competitivos, o en muy pocos años sus almacenes rebosarán de carísimas tablillas cuneiformes que seguiremos comprando los más viejos, los más nostálgicos o los más elitistas”. Y una glosa final: el post en Bdigital de Javier Celaya que concluye: “No van a desaparecer los libros ni las editoriales, pero Internet, que puede describirse como un ‘tsunami creativo’, transformará radicalmente el sector del libro al igual que lo ha hecho en el modelo de negocio de otros sectores culturales como el cine, la música y el arte”.


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