Entrevista a Jaime Covarsí Carbonero, responsable de la traducción y edición castellana de “El roman de Flamenca”

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Jaime Covarsí con un ejemplar de El roman de Flamenca. Foto: Jorge Rey

El Roman de Flamenca es un tema frecuente en su obra. Es el tema de su tesis, lo menciona en su novela El bastón de avellano y posteriormente ha publicado su traducción. ¿De dónde surge su interés por esta obra?

Empecé a interesarme en esta obra cuando comencé mis estudios de doctorado. Tenía claro que quería investigar sobre la literatura medieval y en numerosos estudios fui topándome con la cita recurrente de esta obra, por lo que decidí buscarla. La sorpresa fue comprobar que no existía ninguna traducción al castellano hasta esa fecha.

Respecto a mi novela El bastón de avellano, puedo decir que se trata de un esfuerzo que emprendo con la pretensión de difundir el texto de El roman de Flamenca. Presenta la historia de tres personajes que trabajan en una editorial y reciben el manuscrito del roman. A medida que van leyéndolo para decidir la idoneidad de su publicación, los tres personajes inician una historia amorosa, como ocurre en el texto medieval.

La obra, aunque aparentemente de ficción, se sitúa en un contexto sociopolítico muy concreto del sudoeste francés durante el siglo XIII. ¿Nos puede describir brevemente ese contexto?

Por supuesto. Habría que destacar varios datos que pueden ayudar a comprender el entorno sociopolítico. A finales del siglo XIII Francia, la Francia actual que conocemos hoy en día, está dividida en dos partes, la Francia del norte, que se corresponde con el Langue d’oïl, unificada por el poder del emperador Felipe Augusto y el Papa Inocencio III, y la Francia del sur, denominada como Langue d’oc, y que a su vez está compuesta por numerosos señoríos.

Los ejércitos del norte acabarán invadiendo los territorios del sur con la excusa de la herejía religiosa. Es muy famosa la llamada «Cruzada contra los albigenses». También se incluirá la persecución de los poetas cortesanos, puesto que su concepción amorosa era considerada también herética. En esta ocasión histórica, se mezclará el Catarismo y el amor cortés.

En ocasiones el autor anónimo de Flamenca expresa sus opiniones a través de la figura del narrador. ¿Se puede considerar que la obra es de alguna manera política o moralizante?

Desde luego que posee una intención moralizante. El propósito del autor anónimo del roman no es otro que defender e imponer su concepción amorosa, que, por supuesto, implica una forma de comportamiento que iba más allá de lo estrictamente amoroso y poético. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los hechos narrados están basados en una historia real. A finales del siglo XII, alrededor de 1196, el conde de Bourbon-l’Archambault encerró a su esposa Mathilde en una torre.

Entre los trovadores de la época surge un debate sobre el la decadencia de las costumbres amorosas. En qué consiste este debate y cuál es la posición del autor de Flamenca.

Sí, es cierto. Llama la atención que una de las cualidades que debe atesorar el amante es la liberalidad. Son numerosos los trovadores de la época que se quejan de la pérdida de esa costumbre. Pienso que, en el fondo, subyace a esta crítica la antipatía que la burguesía y el resurgir de las ciudades provocaba en la clase caballeresca. Es verdad que a partir del siglo XIII surge un nuevo modo de practicar el amor (poéticamente hablando), un amor concebido como expresión de un incipiente naturalismo. Podemos verlo claramente entre los dos autores del Roman de la rose, por ejemplo.

El autor de Flamenca, por su parte, hace una alabanza de esa concepción tradicional caballeresca, donde la mujer es adorada y deificada (forma antigua que se refleja en la burla que Fernando de Rojas hace de Calixto, si recordamos el pasaje en el que confiesa que solo a Melibea adora, etc.). Se trata de una aproximación codificada del comportamiento amoroso. Aquí podemos recordar el De amore, de Andrés, el Capellán.

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Foto: Jorge Rey

Uno de los grandes temas de la obra es el amor. La trama gira en torno a un triángulo amoroso y se critica la actitud celosa de los maridos. ¿Cómo eran vistos estos comportamientos bastante liberales en el plano amoroso en la sociedad religiosa del momento?

Como se sugiere en la respuesta a la anterior pregunta, los celos son sancionados en el código amoroso cortesano. Los celos destruyen la autenticidad del amor predicado por los poetas y aquellos personajes que se muestran celosos son ridiculizados y despreciados en este tipo de obras. Tanto es así que se les identifica con lobos y hasta acaban aullando como locos. Son los síntomas típicos del celoso extremo, la licantropía.

En el fondo es una denuncia de un comportamiento antisocial y que conduce a un maltrato que no era tolerado, al menos, en los manuales amorosos de la época. Esta idea traspasará el ámbito literario e inundará el código canónico, desde el que se promulgarán leyes que contemplan el maltrato a la mujer y la posibilidad, en consecuencia, de la anulación de enlaces matrimoniales.

Resulta sorprendente encontrar el personaje de Flamenca, una mujer independiente y reivindicativa, en un libro escrito hace casi ochocientos años. ¿Se puede considerar que ya en aquel momento existía un deseo de liberar a la mujer del machismo que impone la sociedad?

En mi opinión, absolutamente cierto. Hay en el Roman de Flamenca una «calenda maia» de carácter popular donde se desprecia el concurso del celoso, que, en cierto modo, puede leerse como un desdén hacia el poder patriarcal, también religioso. La pregunta que yo haría al respecto tendría que ver con las razones por las que el autor del manuscrito decide insertar una canción popular en su texto. En la época, hay que saber, el pueblo cantaba sus canciones. En ellas, era frecuente la voz femenina; la mujer cantaba y cantaba sobre su realidad sin ningún obstáculo, por eso, sus textos (orales) son descarados y espontáneamente reivindicativos, donde el sexo es empleado como un medio de liberación de la mujer. ¿No recuerda esto a los amores de Flamenca y Guillem de Nevers?

Además de contener una historia fascinante, ¿el roman nos puede servir como reflejo fiable de la sociedad medieval del siglo XIII?

Sí, en este sentido es una obra interesantísima. En el siglo XIII nos encontramos en un momento de revisión extraordinaria del saber de la época. Es el momento de mayor auge de las universidades y fruto de esta orientación enciclopédica son las diferentes «sumas», es decir, obras ingentes que tratan de abarcar todo el conocimiento de la época. La más famosa se la debemos a Tomás de Aquino, la Summa Theologica.

El roman de Flamenca es una obra literaria donde podemos reconocer este impulso totalizador del conocimiento. En él podemos encontrarnos disquisiciones no solo sobre el amor, sino también sobre la medicina, la caballería, el canon literario, la alimentación, las costumbres cortesanas, la práctica religiosa, la crítica social, la herejía… En este sentido, es un testimonio histórico sin parangón.

Esta obra es un texto truncado, ni el principio ni el final han sobrevivido hasta nuestros días, por lo que su desenlace queda a la imaginación del lector. ¿Cree que hay un final feliz para Flamenca y Guillem de Nevers?

Yo no lo plantearía así. Como es una obra moralizante, según ya hemos aclarado anteriormente, hay un final feliz para el amor cortés mismo. Al final, se impone la cordura y el matrimonio contraído por el celoso señor Archimbaut y Flamenca parece encontrar un cauce desde el que reconciliarse. Guillem de Nevers se aleja de Flamenca, quizá debido a sus deberes de caballero joven que es empujado a ir en busca de aventuras.

El Román de Flamenca vuelve a estar a la venta con una segunda edición debido al repentino interés por el libro que han suscitado las declaraciones de la cantante Rosalía. ¿Cuál fue se reacción al enterarse?

Pues de sorpresa y de alegría. La mera mención de Rosalía sobre el texto ha despertado el interés en la historia de Flamenca. Para mí es un motivo de celebración, sobre todo porque ella, Rosalía, ha conseguido por fin colmar mi deseo de que este texto que yo considero tan sabroso y divertido sea conocido por el gran público.

¿Qué cree que puede aportar el roman a los lectores que se interesen por esta segunda edición?

Se trata de una edición más cuidada que la anterior. Se ha remozado su cara, si se me permite la expresión, lo que facilitará definitivamente su lectura, especialmente pensando en los lectores más jóvenes. En cuanto al aparato crítico, hemos decidido mantener las notas, ya que no poseen un carácter ecdótico, sino más bien cultural, y explican e ilustran episodios añadiendo información curiosa que ayudará a disfrutar del contenido del libro. Esperemos que guste al público lector.


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