Archivos diarios: 22 marzo, 2018

Educatio siglo XXI publica el número 36.1, marzo 2018

Educatio_ 36_1El monográfico “Desarrollo y evaluación de competencias históricas en Educación Obligatoria. Propuestas internacionales” publicado en el número 36.1 (marzo de 2018) de la revista Educatio Siglo XXI de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia que edita el Servicio de Publicaciones de esta Universidad (EDITUM) en formatos impreso y digital, ha sido coordinado por los profesores de la Universidad de Murcia Cosme J. Gómez Carrasco y Pedro Miralles Martínez. En efecto, este monográfico presenta un esmerado panel de articulistas cuyos estudios e investigaciones empíricas sobre el desarrollo y evaluación de competencias históricas es tratado desde un enfoque eminentemente internacional, aunando contribuciones de expertos de Canadá, Brasil, Austria, Portugal y España.

El tema de este monográfico responde al nuevo reto educativo que en el siglo XXI ha supuesto el nuevo concepto pedagógico de competencias, el cual insta a dinamizar un alto nivel de contenidos procedimentales, demanda aplicar conocimientos interdisciplinares, destrezas y actitudes a situaciones determinadas, y en coherencia, necesita habilitar una mayor presencia de la evaluación formativa en dicho proceso educativo. No cabe duda del potencial que tiene la aplicación de estas competencias para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje de las diferentes materias curriculares. Sin embargo, es necesario un proceso de adaptación de estas competencias a la epistemología disciplinar de cada una de las áreas de conocimiento para que no queden como saberes vacíos. Tal es la razón de ser de este monográfico en el dominio de las competencias históricas en las etapas de educación obligatoria.

En la aplicación de estas competencias en la materia de Ciencias Sociales hay que superar una interpretación de las competencias que se conecte únicamente con la competitividad. Como bien elucida Ramón López Facal, ser competente implica saber interpretar el medio en el que el discente interactúa, saber proponer alternativas, ser capaz de argumentar y tener conocimientos sobre cómo es y cómo funciona la sociedad y cómo se han ido generando y modificando las relaciones humanas a lo largo del tiempo. La competencia se manifiesta en la capacidad de hacer frente a problemas de la vida diaria. Para ello, entre otras cosas, es necesario haber desarrollado ciertas destrezas relacionadas con el tratamiento de la información como por ejemplo saber buscarla, contextualizar los datos, relacionarlos con acontecimientos anteriores, simultáneos o posteriores, y valorar su fiabilidad y relevancia para nosotros y para los demás desde una perspectiva ética que favorezca la convivencia. Al respecto, las investigaciones de López, Gómez, Miralles y Prats esclarecen que no es necesariamente más competente la persona que acumula mayor cantidad de información erudita sobre un tema sea histórico o de otro tipo, sino quien sabe utilizarla correctamente en el contexto adecuado. Este tipo de destrezas forman parte de los métodos con los que trabajan los historiadores. Incorporar el método histórico a la educación parece ser una buena estrategia para formar a personas más competentes.

A partir de estos elementos se han creados los principales interrogantes en torno a las competencias históricas que debe poseer el alumnado, y, consecuentemente, a partir de ellos inciden los discursos científicos que conforman este monográfico en su reflexión e indagación sobre su desarrollo y evaluación internacional donde, a las perspectivas canadiense, brasileña, austriaca, portuguesa y española se suma además. una comparativa con la realidad inglesa. El primero de estos siete artículos, cuyos autores son Marc-André Éthier (Universidad de Montreal, Canadá), Jean-François Cardin (Universidad de Laval, Canadá) y David Lefrançois (Universidad de Québec, Canadá), revisa las críticas al enfoque sobre competencias históricas y sintetiza investigaciones empíricas recientes sobre los efectos de este enfoque en el aprendizaje del pensamiento histórico desde la perspectiva de Québec (Canadá). Por su parte, Roland Bernhard, de la Universidad de Salzsburgo (Austria) refleja en su artículo los resultados de un proyecto sobre métodos mixtos de investigación (CAOHT), que pone el foco en cómo se utilizan los libros de historia en Educación Secundaria en Austria en un contexto del cambio de paradigma hacia una educación en competencias. Gloria Solé (Universidad do Minho, Portugal) presenta en primer lugar una revisión de la literatura sobre la relevancia de la importancia de la comprensión temporal y de conceptos de tiempo para el desarrollo del pensamiento histórico en los niños. Cosme J. Gómez, José Monteagudo y Pedro Miralles realizan un estudio sobre el conocimiento histórico evaluado en los exámenes de Inglaterra y España al finalizar la Educación Secundaria Obligatoria. Belén María Castro y Ramón López Facal (Universidad de Santiago de Compostela) inciden en su artículo en que el patrimonio cultural es aquello con lo que las personas se identifican y construyen un sentimiento de pertenencia territorial y caracterización social frente a los demás. Para finalizar, María Auxiliadora Schmidt (Universidad de Paraná, Brasil) y Marcelo Fronza (Universidad del Mato Grosso, Brasil) analizan en su artículo, a través de un análisis cualitativo, los contenidos de las pruebas del área de Ciencias Humanas y sus Tecnologías, del Examen Nacional de la Enseñanza Media (ENEM), en Brasil, en el período entre 2009 y 2015.

Completan este número de Educatio Siglo XXI cuatro artículos de temática varia y tres reseñas de monografías educativas relevantes. Tales artículos son “Estudio comparativo de los enfoques de aprendizaje de los estudiantes de los Grados en Pedagogía y Educación Primaria” de Mirete Ruiz, Pérez Rubio y Maquilón Sánchez; “El uso de la televisión en el hogar y en el aula de Educación Primaria” de López-Mondéjar; “Identidades reflexivas en la universidad: sonidos, imágenes y microrrelatos autobiográficos” de Ayala Herrera y Sánchez López y “El desarrollo de la competencia narrativa en estudiantes nativos de español. Análisis e interpretación de una investigación con referentes fílmico-literarios” de Martín Sánchez. Las obras reseñadas son Los espejos de Clío. Usos y abusos de la Historia en el ámbito escolar por Inarejos Muñoz, Educación inclusiva en las aulas por Reyzábal e Investigar en Educación. Conceptos básicos y metodología para desarrollar proyectos de investigación por Céspedes Ventura.


Entrevista a Raúl Morales Sanes, autor de “Imágenes de una guerra. Aproximación al Cantón de Cartagena y su representación iconográfica”

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Imágenes de una guerra. Aproximación al Cantón de Cartagena y su representación iconográfica es el primer libro de Raúl Morales Sanes (La Unión, 1991), un joven historiador del arte, especialista en el campo de la cultura visual. Se trata de una obra que aborda el contexto histórico de la Rebelión Cantonal de 1873 y, sobre todo, ofrece una recopilación de grabados e imágenes del conflicto que no se habían investigado hasta hoy. De ese trabajo original, pero también de algunas de las leyendas que envuelven aquellos días, hemos tenido la oportunidad de conversar con el autor.

¿Por qué el Cantón de Cartagena? ¿Qué le llevó a estudiar este tema?
Era un tema que estaba hasta el momento sin trabajar. Yo comencé con él hace unos dos años aproximadamente. Sabíamos que existía un rico repertorio de grabados que estaban repartidos por bibliotecas, hemerotecas, archivos… tanto en España como fuera de ella, y existían imágenes que aún no habían sido clasificadas, analizadas, y estudiadas debidamente, por lo que era un trabajo necesario. Es un tema totalmente inédito, ya que el Cantón de Cartagena sí que se ha trabajado en diversas publicaciones, pero todas ellas con un enfoque exclusivamente histórico.

Y abriendo un poco más la pregunta, ¿de dónde viene su interés por la historia del arte?
Desde pequeño me interesó muchísimo la Historia del Arte, ha sido algo innato en mí. Al principio no sabía muy bien cómo abarcar esta inquietud, y siempre tuve una proximidad con varias disciplinas afines, desde las Bellas Artes, incluso Historia, u otras ramas como la Comunicación Audiovisual. Siempre me ha interesado mucho cómo se refleja un momento histórico a través de las creaciones artísticas.

¿A quién está dirigido el libro? Se trata de una publicación académica, pero, al mismo tiempo, la gran cantidad de grabados pueden interesarle a cualquier persona…
Sí, lo bueno de este libro es que tiene múltiples destinatarios: desde un público académico, al que le puede servir como instrumento de trabajo (pues los grabados tienen una información muy amplia sobre la propia historia del Cantón, la vestimenta del momento, las armas de la época, o incluso sobre la manera de contar un relato al público); hasta la sociedad en general o cualquier persona interesada en la historia de Cartagena.

¿Cuánto duró el proceso de recopilación de esos más de 100 grabados? ¿Hubo alguno en concreto que fuera más difícil, o incluso imposible de conseguir?
El proceso duró cerca de dos años, y fue un trabajo laborioso. Por ejemplo, hay algunos grabados de los que sí que nos ha costado más conocer su autoría, sobre todo grabados ingleses, y esto se debe a que en el mundo inglés no se consideraban un arte sino más bien una labor mecánica, por lo que a menudo no encontraremos firma del autor.

En el libro afirma que la parte iconográfica del cantón de Cartagena, a diferencia de la de otros episodios bélicos, ha caído en el olvido hasta nuestros días. ¿Por qué cree que no ha habido historiadores del arte murcianos que hayan tratado el tema antes?
Sí, son cosas que a veces pasan. Como decía, había publicaciones anteriores sobre el Cantón de Cartagena, pero nunca se había abordado este estudio iconográfico que para mí era necesario y muy importante, y que nos sirve también para apreciar el carácter ideológico que se transmite en los lenguajes de la propia imagen, y cómo ese carácter artístico está presente al relatar la guerra cantonal, con grabados en algunas ocasiones magníficos y con influencias de grandes maestros como Francisco de Goya.

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También indica que hasta la publicación final del grabado en la prensa, el dibujo pasaba por al menos tres manos, algo que preocupaba a algunos autores. ¿Podría explicar un poco más cómo era ese proceso?
Los grabados, en función de su naturaleza (en el libro explicamos esta estructura), pasan por diferentes manos: del dibujante al grabador, o bien desde un corresponsal que se desplaza a Cartagena, toma anotaciones, y de nuevo las transmite a un dibujante, este a su vez transmite ese boceto a un grabador que se encarga del resultado final. En otros casos, se recurre la fotografía, en concreto a una serie de Jean Laurent de Cartagena del año 1871, a partir de las cuales se toma el escenario y posteriormente se le añade el episodio que se quiere representar (una escena de guardia, un combate naval…) y de nuevo es grabada finalmente. Al pasar por tantas manos, a los dibujantes les preocupaba que ese suceso que ellos habían retratado, cuando quedase grabado, no se pareciera en nada a lo que había ocurrido en realidad.

Como apunta en la segunda parte del primer bloque, ya en el siglo XIX la imagen de prensa tenía una función ideológica. ¿Cómo se vio en concreto en la prensa extranjera la revolución cantonal?
Con mucha preocupación, pues estaban en juego los intereses económicos de las principales potencias del momento (Francia, Alemania, Inglaterra…). Hay que tener en cuenta la importancia que tenía el Mediterráneo en aquel entonces para los intercambios comerciales, el peligro de que una revolución pudiera hacerse con los buques más importantes de un país, o el hecho de ser Cartagena una de las plazas militares más fuertes de Europa.

¿Entonces estos países eran favorables a la revolución, o eran más partidarios del statu quo?
Fueron más bien imparciales durante el conflicto, aunque observaron el acontecimiento con mucha preocupación.  De hecho, el gobierno central español, como no tenía capacidad de luchar por mar con el Cantón, lo que hace a los días de proclamarse este es dictar el Decreto de Piratería, con el que se buscaba que las potencias extranjeras que sí tenían capacidad militar entraran de lleno en el conflicto y atacaran los buques sofocando la sublevación. Sin embargo, no se consiguió ese fin: las potencias se desplazaron a aguas de Cartagena, muy cerca, pero en ningún momento intervendrán de manera directa en el conflicto, simplemente se mantendrán en una posición de observadores.

Entrando ya de lleno en la parte histórica, ¿qué papel jugó la burguesía en estas revueltas? ¿Influyó en su extensión por numerosos lugares no solo de la región, sino de toda España, al menos en un primer momento?
Sí, el movimiento cantonal fue fundamentalmente un movimiento burgués. Aunque queramos verlo a veces como un movimiento obrero, y aunque se aprovecharan de esas ideologías que tenían una pujanza extraordinaria en estos momentos, una vez que tiene lugar la proclamación, el movimiento responderá a los intereses de la burguesía. En su diario oficial, El Cantón Murciano, vemos algunos ejemplos de ello a través de algunas afirmaciones recogidas en este libro donde se renuncia a aspectos tan importantes como la igualdad de clases, o donde se desvincula rápidamente de algunas figuras anarquistas con que se les asocia.

Del Cantón de Cartagena también hay varios relatos más o menos populares, y nos gustaría que nos dijera lo que hay de cierto o de leyenda en ellos. El primero es el que dice que se izó una bandera otomana.
Sí, se dice que no existía una bandera roja en Cartagena, y que entonces se recurre a una bandera turca por su similitud, ya que solamente tiene una media luna. En ese momento, un personaje cantonal se hace un corte en su brazo y con esa sangre que derrama se tiñe por completo la bandera de rojo. Sin embargo, a pesar de lo romántico del relato, es un mito. De hecho, algunos investigadores ya han apuntado documentos donde se indica exactamente el lugar y las fechas en que se habría tejido la bandera roja que se izó el día de la sublevación en el fuerte de San Julián.

Otra historia que hemos leído tiene que ver con una supuesta petición de anexión a los EEUU.
También es falsa. Sobre el Cantón de Cartagena debemos apuntar que existe una atmósfera de mito y romanticismo favorecida por las grandes obras literarias que se han generado hasta nuestros días sobre este acontecimiento, como la realizada por Benito Pérez Galdós, De Cartago a Sagunto, o la gran novela Mister Witt en el Cantón, de Ramón J. Sender.

Y por último, ¿hubo una declaración de guerra de Jumilla a la ciudad de Murcia?
No podemos afirmar con rotundidad este hecho pues sabemos que en Jumilla existieron numerosos partidarios del partido republicano de Pi y Margall, sin embargo, como apunta Antonio Pérez Crespo en su libro El Cantón Murciano ni siquiera tenemos constancia de que Jumilla se declarase Cantón independiente. La única fuente fiable que conservamos al respecto son las actas capitulares de dicho ayuntamiento donde el gobernador civil solicita fondos para los emigrados de Cartagena residentes en Jumilla.


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