Genealogía de la visibilidad

Las mujeres en la Universidad de Murcia. Presencia, visibilidad y participación

Biblioteca General, Campus de Espinardo

La visibilidad, como la invisibilidad, no es un truco de magia, es una cuestión de espacios, de habitar y participar en uno o varios espacios, de hacerse presente, digamos que es una cuestión de ubicación. Ciertamente las mujeres arrastran un gran déficit histórico de visibilidad, presencia y participación en el espacio de lo público. En cambio, tienen un excedente de participación en el espacio de lo privado. Este desequilibrio de carencias y excesos pone al descubierto otra gran verdad sobre esta sociedad y sobre su modelo económico, el capitalismo; y es que su estructura ha persistido diferenciando dos espacios: el mundo del trabajo y el mundo de la vida. Por un lado, la fábrica, el trabajo remunerado, el espacio de lo público, tradicionalmente masculino. Por el otro, el espacio de lo privado, de la familia y de los cuidados, del trabajo doméstico tradicionalmente femenino. Esta separación entre espacio productivo y espacio reproductivo ha sido el esqueleto que mantiene y ha mantenido escindida a nuestras sociedades industriales en dos vectores opuestos: la experiencia de la producción y la de las mercancías, la experiencia de la reproducción y la de los afectos. Hay que concluir diciendo que el gran problema viene cuando, a cada uno de estos espacios se le asigna un sujeto atendiendo a su género: el hombre al espacio productivo y remunerado, la mujer al reproductivo y no remunerado.

Cambiando el punto de vista, aunque no el tema, comprobamos que en la historia de la cultura occidental las mujeres siempre han sido objeto y no sujeto de derechos. Han sido representadas desde fuera, han sido lo otro, en términos de Simone de Beauvoir, es decir, han sido interpretadas bajo una mirada androcéntrica. Por suerte no hay que tirar de estadísticas, basta con distraerse dándose un paseo por la historia de la pintura occidental desde el Renacimiento al siglo XX para corroborarlo… ¿por qué las mujeres sólo entran desnudas a los museos? ¿por qué las mujeres aparecen en las políticas públicas no como sujetos de derechos sino como objeto sobre el que hay que intervenir para corregir alguna desigualdad o algún conflicto?… Corregir esta ausencia de las mujeres en la historia, en las universidades, en la investigación, en el arte o en la ciencia y corregir la distorsión -por llamarlo así- que en las propias mujeres han producido siglos y siglos de mirada androcéntrica, no es tarea fácil. Habría que deconstruir toda la historia…

La Universidad de Murcia ha inaugurado la exposición Mujeres en la Universidad de Murcia. Presencia, visibilidad y participación, con motivo del día de la mujer trabajadora y con la intención de visibilizar y homenajear a todas esas mujeres que pasaron por la institución en un tiempo aún más difícil que el nuestro, en el que no había ayudas para la conciliación vida familiar y laboral, ni permisos de maternidad ni prestaciones ni servicios para el cuidado de los hijos ni, por supuesto, fácil aceptación en las instituciones educativas o en el mercado laboral… Aquellas mujeres eran, sin duda, las verdaderas heroínas de la conquista de espacios y de la ubicuidad.

La exposición, organizada en paneles, lleva detrás un gran trabajo historiográfico, basado en el análisis de diversas fuentes documentales y en la combinación de metodologías cuantitativas y cualitativas (testimonios orales y escritos de profesoras, personal administrativo y antiguas estudiantes de la Universidad). Didácticamente estructurada en tres grandes etapas históricas: Los precedentes, Una mirada al pasado y La mujer hoy, cada una de ellas discurre en torno a tres categorías profesionales: el personal docente e investigador (PDI), el personal de administración y servicios (PAS) y los estudiantes. Concha González Martínez y Carmen Pando Navarro, son las dos profesoras a las tenemos que agradecer este excelente trabajo. En él vemos que desde la fundación de la Universidad de Murcia en 1915 hasta nuestros días, la cuota femenina ha ido superando a la masculina de manera desigual. Así, en algunas categorías no se alcanza aún la paridad (órganos de gobierno, investigación y puestos de responsabilidad) y en otras, en cambio, la representación femenina es mucho mayor (personal administrativo, estudiantes y docentes). Como datos interesantes, podemos señalar que en 1929 ingresó la primera mujer como personal administrativo y de servicios, y que la primera mujer estudiante se matriculó el mismo año que abrió la Universidad sus puertas. Fue en el curso 1925/1926, tan sólo cinco años después de que Emilia Pardo Bazán, un día como hoy, 8 de marzo de 1910, aprobara una real orden que autorizó por igual la matrícula de alumnos y alumnas, siendo entonces Consejera de Instrucción Pública. Ese mismo año se permitió que las mujeres licenciadas pudiesen presentarse a oposiciones para ser profesoras de instituto, de Universidad o trabajar en bibliotecas y archivos. Tenemos el honor de que la primera mujer profesora en nuestra universidad fuese María Moliner, docente en la Facultad de Letras, posteriormente, Carmen Conde, primera mujer que ingresó en la Real Academia Española, María Jover Carrión, la primera juez en España. Más lento fue el asalto a los órganos de gobierno, hasta los años 90 del sigo XX no encontramos a la primera mujer vicerrectora en nuestra Universidad, la catedrática de psicología Elena Quiñones. Como en gran parte de las instituciones españolas, el techo de cristal es bien visible en los órganos de representación y gobierno, que claramente exigen la presencia y la participación casi al 100% en un único espacio y, como todo el mundo sabe, a la mujer lo que se le da bien es la ubicuidad…

 Pero es que hay trampas en el sistema que frenan el progreso de las mujeres en el espacio laboral, porque les facilitan la permanencia en su rol de cuidadoras en el espacio doméstico. Estas trampas están en las políticas públicas fiscales, laborales, políticas de conciliación o dependencia: la declaración conjunta, la desgravación por esposa dependiente, las pensiones de viudedad no contributivas, medidas de conciliación vida laboral familiar destinadas sólo a la mujer, reducciones de jornada o la desigual duración y remuneración del premiso de paternidad y maternidad… todas estas medidas alejan a las mujeres del mercado de trabajo, las desmercantilizan, las hacen mas dependientes del hombre, del sueldo masculino, de su dominación; y a la larga, las empobrece, cotizan menos, tiene menos prestaciones, menor pensión, más dependencia de otras ayudas Estatales, más ciudadanas de segunda categoría…

 ¿Cómo se pueden diseñar políticas públicas cuyas consecuencias sean igualitarias? ¿Cómo consiguieron las mujeres entrar vestidas a los museos? Toda nuestra tradición cultural nos muestra cómo las mujeres han sido objeto y no sujeto de la historia. Hasta la conquista del cuarto propio, hasta la entrada en los museos vestidas, es decir, como autoras, productoras, artistas o mediadoras, hasta la entrada en la Universidad, hasta que Sherezade no tenga que morir al día siguiente porque al Visir no le guste el relato, hasta el pleno empleo, hasta que Penélope no queme su vida esperando a Ulises, hasta que el hombre no sea la medida de todas las cosas… En definitiva, hasta el asalto de la mujeres a la Bastilla de ser sujeto.

 Esta magnifica exposición nos muestra mucho más que la presencia, la participación y la visibilidad de la mujer en los 100 años de historia de la Universidad de Murcia. Atravesando su paneles didácticos, sus textos, gráficas y fotografías hemos entendido claramente que el progreso social y el progreso de género han ido históricamente unidos, de la misma manera que la igualdad social y la de género son indisolubles