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“Una sociedad donde aumentan las desigualdades no es una sociedad decente” (Jorge Riechmann)

“Estamos enfilando con mucha velocidad hacia un abismo ecológico y social sin hacer nada para cambiar de rumbo”

Está convencido de que la poesía nos ayuda en la tarea de humanizarnos, que nos ayuda a poner nuestros ojos y nuestros sentimientos en pequeñas realidades que pueden ser al mismo tiempo extraordinarias. En ellas está la vida, que es a lo que se ha dedicado durante décadas el poeta, matemático, ensayista y traductor Jorge Riechmann: a cantarla y a contarla en su obra literaria, y a defenderla desde su importante faceta de ecologista, defensor de que otro mundo más habitable es posible –y necesario-, incansable denunciante de las afrentas que les estamos haciendo al planeta sus habitantes.

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“No nos damos cuenta a veces de lo extraordinarias que son muchas realidades que tenemos asumidas” (Jorge Riechmann). Foto: Ana Martín.

Riechmann ha luchado desde distintos ámbitos y asociaciones para poner freno al abismo ecológico y social hacia el que la humanidad se ha empeñado en enfilar a toda velocidad.

Afirma Riechmann que escribe para intentar comprender mejor el mundo que habita, para explicarse y para explicar su entorno. Asegura que la poesía nos ayuda en la necesaria y perenne tarea de humanizarnos, y nos advierte de que deberíamos ir hacia un nuevo modelo de movilidad basado en el transporte público, en la bicicleta y en el caminar. Sólo así, podríamos reconciliarnos con un planeta al que el hombre ha agredido durante mucho tiempo, y cada vez en mayor medida.

El pasado miércoles 9 de diciembre, Jorge Riechmann participó en el ciclo “Seminarios del Rector” con un debate y recital que llevó por título “Hemos de vivir de otra manera: ecosocialismo, poesía y autoconstrucción”, en un acto que se celebró en el Hemiciclo de la Facultad de Letras y que contó con la participación del Rector de la Universidad de Murcia, José Orihuela y del profesor José Carrión. Y en el que sobrevoló la palabra de Riechmann a través de sus ideas sobre diferentes temas y de su propia poesía, varias de cuyas composiciones fueron recitadas por la vicerrectora de Comunicación, Cultura y Deportes, Mónica Galdana Pérez; la directora del Aula de Poesía Isabelle García Molina, y los profesores Ignacio Martín y Mercedes Farias.

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“La poesía nos ayuda en la tarea de humanizarnos” (Jorge Riechmann). Foto: Ana Martín.

-Pregunta: ¿Qué papel puede jugar la poesía en un mundo como el nuestro?

-Respuesta: Yo diría que un papel crucial, en la medida en que nos posibilita algunas actitudes que creo que son muy importantes para los seres humanos, como por ejemplo la atención o la capacidad para mirar con ojos nuevos.

O por ejemplo la capacidad de extrañarnos. Uno de los procedimientos de la poesía moderna tiene que ver con esas técnicas de extrañamiento. Nos hace falta darnos cuenta a veces de lo extraordinarias que son muchas realidades que tenemos asumidas.

Para eso sirve la poesía. Cuando hablamos de ser humanos, en realidad habría que considerarlo más un proyecto que una definición, no intentamos ser humanos, en sentido normativo, somos animales de la especie homo sapiens, pero el humanizarnos de verdad ya sería otra cosa, y en esa tarea de humanizarnos la poesía puede ayudar.

-P: Decía un estadista de infausto recuerdo que el cine es el arma más poderosa. ¿Es la literatura otro tanto?

-R:  No sé si son exactamente armas, quizá hoy, ese dirigente diría que las redes sociales e Internet son el arma más poderosa.

Yo creo que, en general, los seres humanos tenemos problemas para usar bien las herramientas, nos hemos constituido como la clase de seres que somos usando herramientas y siendo animales técnicos, somos usuarios de herramientas desde nuestros orígenes, y sin embargo, parece que tenemos bastantes problemas para usar bien, las armas y las técnicas que hemos desarrollado

Lo instrumental gana un peso quizá demasiado grande, y tenemos también una desdichada propensión a que los medios se conviertan en fines o hagan desaparecer los fines.

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Un momento de la entrevista. Foto: Ana Martín.

-P: : ¿Tiene el artista, el creador, el deber de intentar levantar conciencias?

-R: Yo diría que sí. Uno de los grandes poetas del siglo XX, Henri Micahux, tenía como una de sus consignas “Llegar a despertarnos”, que es lo que han propuesto las grandes tradiciones intelectuales y espirituales desde siempre: “Despertad” es como la intimación de Buda, de Dios y de Sócrates. Nos cuesta mucho a veces ver realidades que tenemos delante, y en ese terreno las artes pueden ayudar.

-P: ¿Pero también es lícito escribir por el simple placer de buscar la belleza?

-R: La dimensión de la belleza es muy importante para los seres humanos.

El valor belleza fue destronado del papel que había desempeñado durante mucho tiempo en las artes y en la estética y, sin embargo, sigue siendo una dimensión importantísima para los seres humanos, y de hecho es la experiencia de la belleza natural y la que crean las artes, la que en muchas ocasiones nos permite seguir respirando ese aire de los otros mundos que son posibles. La belleza tiene una dimensión utópica que sería importante no dejar de lado.

-P: ¿Qué es lo que mueve a Jorge Reichmann a escribir?

-R: Intentar entender un poco este mundo grande y  terrible que es el nuestro, un mundo terrible como decía Gramsci, intentar orientarme y el deseo de que esos esfuerzos de orientación sirvan a otra gente, además de servirme a mí personalmente. Yo creo que para mucha de la gente que pintamos, escribimos o componemos, esas prácticas nos ayudan a tantear en esa oscuridad en la que nos movemos los seres humanos.

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Foto: Ana Martín.

-P: Como profesor universitario y persona que conoce profundamente la realidad universitaria, ¿en que momento cree que se encuentra la universidad española?

-R: En un momento difícil. Estamos en un proceso de largo alcance, que se ha puesto en marcha hace mas de dos decenios, y que tiende a transformar las universidades públicas de todo el mundo en instituciones que funcionen de acuerdo con lógicas privadas, que sean más acordes con ese modelo de universidad-empresa que se nos quiere vender.

Muchas reformas universitarias tienen  como objeto debilitar la posición de las universidades públicas y abrir más espacios de negocio para las universidades privadas. Esa es una tendencia  que impulsan fuerzas muy poderosas en todo el mundo. En nuestro país también se ha ido haciendo, sobre todo en los últimos tres años, con las reformas universitarias que impulsó el gobierno en la primavera de 2012, aunque todo esto viene  también de antes.

Quienes queremos una universidad democrática, que siga cumpliendo no solamente con sus funciones de enseñanza e investigación, sino también con esa función importantísima de extensión o  de intervención social, no podemos sino ver con preocupación el momento universitario en el que nos encontramos, y no podemos sino desear que la llamada comunidad universitaria despierte, abra los ojos, y asuma los elementos en los que necesita cambiar.

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Foto: Ana Martín.

-P: ¿Sabemos habitar la tierra los seres humanos?

-R: Pienso que no. Somos una especie que lleva 2.000.000 años en el tercer planeta del sistema solar, y no sabemos todavía  como habitarlo. Eso se evidencia en los problemas ecológicos sociales.

-P: Llevamos mucho tiempo agrediendo a nuestro planeta ¿estamos a tiempo de salvarlo?

-R: La cuestión de los tiempos se ha ido haciendo candente y angustiosa a medida que han ido pasando decenios y hemos ido dejando que problemas muy graves siguieran agravándose. El cambio climático puede convertirse en vuelco climático catastrófico.

Por otro lado, está la escasez de energía y materiales básicos, y en  tercer lugar la destrucción masiva de diversidad biológica  y de ecosistemas que estamos provocando. Estos asuntos estaban planteados hace medio siglo, medio siglo que llevan las movimientos ecologistas tratando de conseguir que la sociedad cambie y abra los ojos y aprendamos a cuidar el planeta Tierra.

Ahora las cosas están mucho más difíciles por haber dejado pasar esos decenios sin actuar. Eso nos esta pasando factura, y hace que la profundidad  de las transformaciones y la urgencia de las mismas sea mucho mayor.

Por  ejemplo, sin salir del calentamiento global que esta semana se esta dirimiendo en París, para evitar un calentamiento climático catastrófico necesitaríamos dejar bajo tierra la mayor parte de las reservas de combustibles fósiles de las que disponemos hoy. Si no somos capaces, no podemos tampoco evitar lo peor del cambio global.

-P: Son eficaces los encuentros mundiales como la Cumbre del Cambio Climático?

-R: Hacen falta acuerdos internacionales vinculantes sobre cambio climático y también sobre otras cuestiones; necesitaríamos un sistema de Naciones Unidas, más fuerte que pudiera impulsar esos procesos de mejor manera, pero lo que sucede es que, lejos de haber construido ese sistema internacional eficaz, se ha ido debilitando. Se choca con una maraña de intereses creados poderosísimos.

-P: De ahí que el síntoma sea el cambio climático y la enfermedad el capitalismo.

-R: Sin duda.

-P: Se habla de ecofatiga. Es posible  que los árboles no dejen ver el bosque, es decir, que de tanto hablar, desaparezca la cuestión.

-R: Sobre todo porque ese hablar, muchas veces es para despistar, como el lanzamiento de nubes de tinta de calamar.

Se llega a una situación paradójica en la cual, por un lado, la gente manifiesta esa ecofatiga: “No me vuelva usted ha hablar otra vez de cambio global”, o que la gente tenga la impresión de que se está haciendo mucho por proteger el medio ambiente, cuando no es así.

Estamos enfilando con mucha velocidad hacia un abismo ecológico y social sin hacer nada para cambiar de rumbo.

En 1957 empiezan las primeras mediciones sistemáticas de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera porque se intuye que la cosa está yendo mal. Estamos en 2015 y las emisiones globales de gases de efecto invernadero no sólo no se han ralentizado, sino que han ido acelerándose.

-P: ¿Y en ese entorno, qué papel juega o debería jugar la educación?

-R: Un papel importante, desde luego.

El papel que desempeñan los medios de comunicación es muy grande. La concepción del mundo que comparte una sociedad está moldeada en grandísima  medida por los procesos educativos, y nuestra concepción del mundo de hoy es radicalmente inadecuada para el mundo en el que estamos. Por ejemplo, nuestra sociedad sigue alimentando la fantasía colectiva del crecimiento económico ilimitado o de que la Tecnociencia va a sacarnos las castañas del fuego en las situaciones apuradas que se va viendo que estamos.

Los procesos educativos podrían ser de mucha ayuda. Los movimientos sociales críticos tienen un papel muy destacado, de ellos depende en buena medida que nuestras sociedades sigan ese cambio de rumbo que necesitamos.

-P: Estamos en plena campaña electoral. ¿Tienen a su juicio los partidos políticos españoles la suficiente conciencia ecológica en sus programas?

-R: Yo creo que no, y en cierta medida reflejan lo que ocurre con la sociedad en general. Hay una distancia muy grande entre ese mirar de frente a la realidad ecológico social que necesitaríamos y hasta dónde llegan los partidos políticos. Y hay que decir claro que las campañas electorales, con esa competición por el voto, tampoco ayudas a que cuestiones duras sean planteadas con claridad.

-P: ¿Por qué el socialismo sólo puede llegar en bicicleta?

J.R: Porque en automóvil, a dónde vamos es hacia un despeñadero. Esa es una frase que yo tomé para titular un libro que viene de bastante atrás, la recogió Iván Illich,  colaborador de Salvador Allende, en un libro importante de los años 70 que ahora se acaba de volver a publicar.

El tipo de socialismo que podríamos pensar hoy, no puede ser un socialismo productivista. No hay recursos materiales y energéticos suficientes en el planeta Tierra para que algo así suceda, ni siquiera con esos automóviles que ahora se llaman “limpios. Un modelo de movilidad basado en el transporte público, en la bicicleta y en el caminar sería más o menos sustentable, y hacia eso tendríamos que ir.

-P: ¿Y qué es el comunismo solar por el  que aboga?

-R: Es la idea de que una dimensión esencial de nuestras sociedades es su base energética.

Lo que tenemos desde hace un par de siglos es capitalismo posibilista. No va a durar mucho más por las dinámicas en las que estamos, estamos ya en el cénit del petróleo y tenemos muy cerca también el pico del carbón y del gas natural, o sea, que aunque nos empeñemos la matriz energética de las sociedades que vengan no puede apoyarse, como ha hecho en los dos últimos siglos, en los combustibles fósiles, tendría que volver a ser una matriz energética solar en sentido amplio.

Necesitamos una transición hacia las cuentas renovables de energía. Una sociedad cuya base energética fuesen energías renovables en sus distintas manifestaciones y que se tomara en serio las cuestiones de igualdad y justicia, podríamos llamarla así, de manera un poco utópica: comunismo solar.

-P: ¿Existe una sociedad decente y una indecente?

-R: La idea de sociedad decente es algo más modesto que la de una sociedad justa pero nos marca un suelo por debajo del cual no deberíamos caer. Una sociedad que no reconoce adecuadamente a todos sus integrantes, una sociedad que practica de manera sistemática la exclusión, una sociedad donde aumentan las desigualdades, no es una sociedad decente.

 

En primera persona:

Nos hace falta darnos cuenta a veces de lo extraordinarias que son muchas realidades que tenemos asumidas.

Escribo para intentar entender un poco este mundo grande y  terrible que es el nuestro

Muchas reformas universitarias tienen como objeto debilitar la posición de las universidades públicas y abrir más espacios de negocio para las universidades privadas.

El cambio climático puede convertirse en vuelco climático catastrófico

Las campañas electorales, con esa competición por el voto, no ayudan a que cuestiones duras sean planteadas con claridad.

Tendríamos que ir hacia un modelo de movilidad basado en el transporte público, en la bicicleta y en el caminar

Una sociedad donde aumentan las desigualdades, no es una sociedad decente.

Estamos enfilando con mucha velocidad hacia un abismo ecológico y social sin hacer nada para cambiar de rumbo

La poesía nos ayuda en la tarea de humanizarnos