“Una de las grandes conquistas sociales a lo largo de la historia es la universidad pública” (Francisco Jarauta)

“La universidad debe desarrollar una conciencia crítica y ser una especie de laboratorio de ideas”

“La Universidad ha hecho posible la construcción de Europa a lo largo de ocho siglos”.

Francisco Jarauta, catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia y uno de los pensadores más reputados del panorama internacional, fue el encargado de dar el pistoletazo de salida a las celebraciones del centenario de la Universidad de Murcia, que se cumplirá en octubre de 1915.

El pasado 2 de diciembre de 2013, coincidiendo prácticamente con los cien años de un artículo publicado en el diario El Liberal titulado “Murcia necesita una Universidad”, que supuso un aldabonazo en la sociedad murciana de su tiempo para la petición de un centro de educación superior en nuestra ciudad, el profesor Jarauta pronunció en el edificio de Convalecencia una conferencia titulada “Desafíos de la Universidad ante los escenarios del futuro”, en los que se refirió a los retos de la nueva Universidad.

El profesor Jarauta, en su biblioteca. Foto: LuisUrbina.
El profesor Jarauta, en su biblioteca. Foto: LuisUrbina.

Publicamos a continuación una extensa entrevista en los que Francisco Jarauta desgrana su pensamiento sobre una institución que “ha hecho posible la construcción de Europa a lo largo de ocho siglos” y que supone, en su opinión “una de las grandes conquistas sociales a lo largo de la historia”.

-P: ¿Qué papel ha jugado la Universidad en el proceso de construcción de la identidad europea?

-R: Desde un punto de vista histórico, la Universidad no sólo ha jugado un papel fundamental, sino que también es la institución que ha hecho posible tanto el mundo de las ideas como también el de la construcción de Europa a lo largo de prácticamente ocho siglos.

Desde las primeras universidades medievales, a las renacentistas y modernas, a las que surgen con la revolución industrial, a los modelos que posteriormente dominarán el espacio europeo, como el modelo napoleónico y el modelo Humboldt, y a las escuelas técnicas anglosajonas, han sido, seguirán siendo, y hoy lo son, las instituciones de referencia a esa construcción europea.

Un momento de la entrevista. Foto: Luis Urbina.
Un momento de la entrevista. Foto: Luis Urbina.

Que las universidades nacieran en el espacio europeo es porque están asociadas de forma directa a la historia de Europa. Hoy, cualquier discusión sobre la universidad, tanto si se plantea en términos de su crisis o de sus intervalos, hacen obligatoriamente necesario perspectivas nuevas sobre cuales serán las universidades de futuro.

Evidentemente, hoy ya no hablamos exclusivamente de Europa. La Universidad es una institución universal. Estamos en una sociedad del conocimiento, y la universidad garantiza la necesidad de saber y de hacer que toda sociedad contemporánea exige.

La construcción de la Universidad moderna

-P: ¿Cómo fue el proceso de construcción de la Universidad moderna en Europa del que usted habla?

-R: A finales del siglo XVIII, inmediatamente después de la Revolución Francesa, entran en escena dos modelos que no son exactamente iguales.

Uno es la universidad de corte napoleónico, que tiene una clara intención política, y que asume en su conjunto no sólo los espacios educativos superiores, sino que por primera vez se plantea el problema de la educación en toda su complejidad. Se quiere crear una mentalidad nueva que haga imposible el regreso a las ideas del absolutismo, y aparece una universidad que tiene un corte muy distinto al que más tarde tendrá la universidad de Humboldt. La intención napoleónica es que la universidad cree los profesionales del nuevo gran estado moderno.

El profesor hojea uno de  los volúmenes de su biblioteca. Foto: Luis Urbina.
El profesor hojea uno de los volúmenes de su biblioteca. Foto: Luis Urbina.

Es la primera vez que se plantea el tema de la profesión. Hay abogados, como ya los había antes, médicos…, pero en este momento, el estado está en condiciones de perfilar, de dibujar cuáles serán los nuevos profesionales. España no se inspiró en el modelo alemán, sino en el napoleónico, y esto afectó también a todo lo que más tarde serán las universidades latinoamericanas, tan influenciadas por los ideales de la revolución.

-P: ¿Qué pasó con el modelo Humboldt?

-R: Una Prusia ilustrada, pero sin modelo industrial, encarga a, uno de los hermanos, Humboldt, Wilhelm, que crease un modelo, cuya sede tenemos aún hoy en la Universidad Humboldt de Berlín.

La idea que él desarrolla es absolutamente novedosa. La creación de profesionales por las universidades pasa a segundo lugar, y el objetivo principal de la universidad, es por encima de todo, hacer ciencia. Es menos importante la enseñanza, la formación, que el ser científico. La que él propone es la primera universidad que asume, entre sus objetivos estratégicos, el ser el lugar de realización de la ciencia. Y El espíritu ilustrado que acompañaba a los Humboldt hace que esto sea realidad muy pronto.

-P: Háblenos del nacimiento del modelo anglosajón.

-R: La transformación de las universidades británicas fue mucho más lenta. En Inglaterra, cuando se llega al siglo XIX, las estructuras de las universidades siguen siendo prácticamente medievales. Junto a Oxford y a Cambridge, se crean y aparecen las grandes instituciones paralelas, como la Royal Academy of Science, presidida en su día por Newton. La ciencia se hará fuera de las universidades, y sin embargo, las universidades británicas continuarán durante mucho tiempo siendo estructuras tradicionales. Estos modelos girarán a lo largo del siglo XIX, y será la Revolución Industrial generalizada, continentalizada, la que pondrá en movimiento un espacio nuevo de instituciones que tendrán una fuerte innovación.

Hoy nos encontramos en un territorio muy parecido a corto y medio plazo: que la universidad tiene que repensarse, y buscar los modelos con los que poder funcionar. Obviamente, más tarde aparecerán las universidades norteamericanas, pero lo harán como instituciones más bien discretas, nada que ver con lo que hoy representan las grandes universidades norteamericanas. Sin embargo, no habría habido esos cambios tan cualitativos en el campo norteamericano si antes no se hubieran dado unos desarrollos económicos y sociales tan fuertes que obligaron a transformar la institución en espacio de desarrollo científico y tecnológico. Aparecerán entonces las grandes escuelas politécnicas, pero éstas están asociadas a la historia de las sociedades industriales.

Foto: Luis Urbina.
Foto: Luis Urbina.

-P: Su conferencia de esta tarde va a suponer el disparo de salida de los actos conmemorativos del centenario de la Universidad de Murcia.

-R: Para mí es un honor la invitación del Rector a hablar en la sesión de hoy, y considero que es también parte de mi deber. Voy a plantear una serie de cuestiones que hoy están en las mesas de trabajo de todos aquellos que asumen responsabilidades en las instituciones. En todos los grandes cambios que se han producido hoy, el segmento que podríamos llamar educativo, universitario, es el más agitado, más interrogado y el más necesitado de perspectivas futuras. Cualquier gobierno tiene sobre la mesa un libro blanco sobre la universidad, y la nuestra no es una excepción.

Los desafíos futuros de la Universidad

-P: La charla se titula “Desafíos de la Universidad ante los escenarios del futuro”, háganos una somera síntesis de lo que va a hablar.

En mi conferencia haré un análisis de la situación. Partiré de una serie de informes que se han producido durante los últimos tres años en la comunidad internacional sobre estos temas.

Son informes de tipo estratégico en los que se habla de cómo serán las universidades en el futuro. Concretamente en el 2035 y en el 2050. Existe una necesidad casi ansiosa de saber cómo será esa situación para ganar tiempo, para introducir aquellas innovaciones que nos permitan no perder el tren. Con esta perspectiva, resulta patético cuando se aborda la educación con frivolidad y oportunismo político. A partir de ese momento indicaré cuáles son los puntos de referencia.

-P: ¿Y cómo se imaginan esa universidad del futuro los informes a que alude?

Ante todo se plantean como instituciones que van a ser solicitadas por un mayor número de población. Antes el filtro de la universidad era muy bajo, pero los espacios educativos van a extenderse, y se producirá un desembarco cada vez mayor en las universidades. Es un problema puramente demográfico, y todo el mundo lo tiene muy en cuenta.

Enseñar en la sociedad del conocimiento

-P: Imagino que esos informes tendrán muy en cuenta cómo ha cambiado el acceso al conocimiento.

-R: Efectivamente. Esto se produce en una sociedad del conocimiento. Hace 20 o 30 años, el acceso al conocimiento se producía de una manera estándar: teníamos que aprendernos unos libros, saber unos contenidos, nos evaluaban sobre nuestra competencia y nuestra memoria… ese era el modelo de nuestra formación. Pero en la sociedad del conocimiento, la información se ha democratizado. Ahora metemos en nuestro “computer” una ficha y nos cae una cascada infinita de información, y gratis. Antes los costes estaban establecidos, pero en estos momentos nos encontramos ante una democratizada cultura donde los accesos se hacen gratis.

Pero a partir de ahí comienzan los problemas. En la sociedad del conocimiento, el acceso es infinitamente más rápido, pero la competencia no se desarrolla automáticamente. Hoy es más importante aprender a estudiar que estudiar, más importante aprender a leer que leer.

La institución debe modificar sus modelos, sus prácticas, sus procesos, sobre todo de acceso al conocimiento, y esto exige unas innovaciones importantísimas en el campo actual. La sociedad del conocimiento introduce sobre todo una modificación cualitativa de la comunidad científica, han aparecido eso que Sennett llamaba Techny Community, las nuevas comunidades. Yo puedo trabajar en la mesa de mi despacho con alguien de Singapur, con alguien de Vancouver, de París o de Berlín. La virtualidad de esa sociedad del conocimiento permite que las relaciones, los “transfer” del conocimiento se aceleren cada vez más. La modificación generada por este cambio es determinante e irreversible.

Por otra parte, ocurre algo que es también nuevo y a lo que se da muchísima importancia: nunca en la historia moderna el tiempo crítico entre la construcción de un conocimiento y su aplicación tecnológica en la producción ha sido tan corto como ahora.

Se ha ganado una gran batalla, los modelos de producción de las sociedades postindustriales han posibilitado que el tiempo de aplicación de cualquier conocimiento a la producción sea cortísimo. Esto conlleva riesgos altísimos.

-P: ¿Cuáles son esos riesgos?

-R: Muchas investigaciones llegan más o menos al mismo tiempo, pero hay un filtro selectivo técnico que dice las que no se aplicarán y se quedarán fuera. Es decir: no hay lista de espera. Esto provoca algo que es crucial para la universidad: que la financiación de la investigación pase por un fenómeno totalmente nuevo, ya que mucha investigación ya no se hace en la universidad.

En Estados Unidos, de cada 10 investigadores, 7 ya no trabajan en la universidad, lo hacen en institutos que la propia industria produce, la farmacológica por ejemplo.  Y esto es algo que ya ocurre en Europa: se prima al que llegue primero, lo que hace que las inversiones se canalicen por caminos propios.

El problema de la ciencia actual afecta directamente a la estructura universitaria. En el caso español, ha habido una serie de respuestas políticas totalmente incoherentes por el intento de mantener la financiación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Esto es porque no se considera que España necesite esas inversiones tan fuertes en el campo científico, ya que en estos momentos se puede acceder al mercado y obtener directamente ese tipo de productos sin necesidad de participar en su producción.

Pero insisto en esto porque hay un gran riesgo de considerar que la Universidad está progresivamente abandonando aquel ideal alemán de lo que se llamó la formación científica y se opte por otro tipo de formación.

Todo lo que ha sido el Plan de Bolonia ha funcionado en esta dirección. El Plan de Bolonia ha garantizado que el estudiante que hace un grado universitario, consiga fundamentalmente tener una formación en un campo mediante lo que podríamos llamar una  política de mínimos. Pero no se forma a un investigador en esos campos, ni siquiera en los añadidos de los masters. El master es un modelo profundamente hipertrofiado  e inflacionario que no garantiza casi nada más que el protocolo de continuar un año más en la Universidad para añadir un poquito más de conocimiento.

Los masters anglosajones tienen otra ética, buscan sobre todo profesionalizar. Quien los curse, saldrá siendo competente en dos o tres cosas, pero esas las sabrá.

La formación de profesionales en la nueva universidad

-P: Y ya que hablamos de este tema, ¿qué papel jugará la universidad del futuro en la formación de profesionales?

-R: Ha saltado por los aires aquel teorema básico que sostenía que la universidad producía profesionales porque las profesiones del mundo actual son las que son. En la actualidad ha cambiado el mapa de las profesiones. Hay intersticios, intervalos, la secuencia clásica ya no existe, y esto lleva a una situación totalmente nueva: la universidad debe garantizar y tutelar las profesiones que surjan, pero no simplemente para mantener aquellas que existieron siempre, sino aquellas que van a ser las profesiones del futuro.

Hay un ‘paper’ de UNESCO que dice que una persona que hoy tiene 23-24 años, puede hacer un pacto consigo mismo y decir que  a los 30 va a ser lo que él quiera, en el sentido de que sus competencias serán las que ella elija. Los instrumentos de educación están open, están disponibles y se puede trabajar de una forma acelerada.

Evidentemente, en este contexto, en una universidad atenta a la creación de profesionales o atenta al mundo científico, los logros que se han conseguido a lo largo del siglo XX son muy importantes. Un país sin ningún tipo de capacidad ni de tradición científica como Singapur, tiene hoy el mejor politécnico del mundo. Su contexto ha permitido que se cree allí un politécnico con unas condiciones nuevas de trabajo, con una formación innovadora. La comunidad científica es una comunidad virtual que se mueve de esa manera.

Yo he seguido a través de alguna institución a grupos de investigación españoles, gentes entre 25 y 40 años formadas en los mejores lugares del mundo, con competencias demostradísimas, que no saben dónde trabajar, no hay fondos para ellos. ¿Quiere decir que somos una economía que definitivamente dice que no le interesa la ciencia? Es probable. ¿Somos conscientes de las consecuencias estratégicas a medio y largo plazo que tiene esta decisión política? Varios informes han puesto sobre la mesa que la ciencia abandona en gran parte la universidad porque necesita establecer un modelo de organización de la ‘research’ diferente al actual, se trata de ser productivo directamente.

-P: ¿Pero es la ciencia y la productividad lo único que debe primar en una universidad?

-R: Evidentemente, la ciencia no debe ser el último referente en el análisis de una institución que ha asumido históricamente mayores compromisos, y por lo tanto sería cuestión también de plantear que la universidad es una institución con un enraizamiento social muy fuerte, y que debe desarrollar una conciencia crítica, establecer sus observatorios de perspectiva, ser una especie de laboratorio de ideas…

La universidad no debe ser sólo un lugar en el que por entropía, por inercia, se van desarrollando las tradiciones que siempre se desarrollaron, sino que es fundamental que se dé en ella una capacidad de inducir la innovación. Las relaciones universidad-industria, universidad-economía, son fundamentales a todos los efectos. Pero esto ya lo decía Humboldt en 1810, la universidad alemana nació justamente con este principio de poder trasladar el conocimiento en una transferencia directa a la transformación de la industria, y por extensión la transformación de la sociedad.

El siglo XIX fue el gran laboratorio de estas transformaciones. Cuando la universidad francesa se da cuenta de que se les escapa la ciencia, entonces en las afueras de la universidad se crea el centro nacional de la recherche, y España crea, también fuera de la Universidad, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, porque se percatan de que no es sostenible un modelo de ese tipo. Pero los franceses llegan mucho antes. Ellos crean enseguida las grandes ‘ecoles’, que son centros de investigación en todos los campos, y Francia tiene uno de los modelos más reconocidos y más prestigiados de la institución universitaria a nivel mundial.

Conocimientos obsoletos

-P: Me llama la atención algo que he leído recientemente: por primera vez en la historia, la mayor parte de los conocimientos adquiridos por una persona al inicio de su vida profesional serán obsoletos al final de su carrera. ¿En qué cambiará la educación universitaria esta rapidez con la que cambia y evoluciona hoy el conocimiento?

-R: Ese es un tema muy importante. Es algo indiscutible. Lo decía Paul Virilio, que uno de los elementos más relevantes de todos los grandes cambios que se han producido es la velocidad de la información. En todas las instancias de la civilización moderna, todo ocurre de manera muy veloz: ha habido cambios políticos muy notables. ¿Quién pensaba hace apenas 30 años que nos encontraríamos con un mapa como el que hoy tenemos? En el siglo XX han ocurrido acontecimientos muy importantes, ha habido dos guerras mundiales, Auschwitz, Hiroshima, gulags, genocidios… pero si nos pusiéramos a decidir cuál de ellos ha sido el más importante, sin quitar importancia a los nombrados, yo destacaría que a principios del siglo XX éramos 1300 millones de habitantes en el mundo, y hoy somos 7200. Después de miles de años de historia humana, la población se multiplica por 5’4 en un solo siglo. Alarmante, cambia totalmente todo, cuando nos acercamos a un siglo tan cercano como el XIX, las magnitudes demográficas eran secundarias.

-P: Todo ha cambiado muchísimo en pocas décadas, por eso es muy complicado hacer vaticinios sobre lo venidero.

-R: Cuando en 1970 comienza a hablarse con ansiedad sobre como sería el año 2000, aparecen en el mundo tres institutos: uno en Hannover, otro en Vancouver y otro en Houston. Se reúne la mejor gente del mundo para hacer el dibujo de cómo será el año 2000. Pero cuando se llega al año 2000 no se reedita ninguno de aquellos informes. ¿Sabes por qué? Porque la realidad había superado a la ficción siete pueblos.

En 1970 no existe la palabra computer personal. Se trata sólo de un proyecto secreto de IBM para el ejército.

En 1970 no existía la palabra Internet. ¿Qué sería de nosotros hoy sin Internet? Caeríamos de golpe en la edad de la piedra o acudiríamos a los papiros. Hace 30 años no había ni noticia de que pudiera existir ninguno de los artilugios, de esas prótesis que hoy nos parecen imprescindibles. ¿Qué sería de nuestra vida si no pudiéramos acudir a ellos y dar rienda suelta a esa ansiedad por comunicarnos? Cantidad de ideas de hace 30 años están, como bien has dicho, obsoletas, pero la velocidad con que va a cambiar todo se va a acelerar en los próximos años.

Por eso es más importante el desarrollo de las actitudes de aprendizaje que el dominio de los contenidos. Además, los contenidos van a estar siempre sobre la pantalla, pero las formas del aprendizaje, el acceso al aprendizaje, esto sí que se nos va a hacer mucho más necesario.

Obviamente, la comunidad científica tiene sus protocolos de actualización. Si lees ‘Science’ o ‘Nature’, las grandes revistas científicas, el nivel de innovación en el campo científico es apabullante, pero si hoy se hiciera una radiografía del mapa de los grupos de investigación en el campo de las matemáticas, la astronomía, la física, de la biología, no tendría nada que ver con el pasado más reciente.

La Universidad, germen de la ciudadanía mundial

-P: En la Declaración de Madrid, promovida por la Universidad Complutense y refrendada por las Universidades más antiguas y prestigiosas del mundo, se proclama la necesidad de que la Universidad sea el germen de una nueva ciudadanía mundial. Ésa, precisamente, fue una de sus funciones en los albores de su nacimiento. ¿Seguirá siendo la universidad ese lugar desde el que se ha defendido la democracia y algunos de los valores más generosos y universales?

-R: El que aludes es un documento muy importante, y coincido con sus tesis básicas.   Estamos avanzando hacia esa forma cosmopolita de habitar el mundo. Los cambios de tipo político y social que se están produciendo son tantos… Yo no soy tan darwiniano como para asegurar que vamos en una u otra dirección, pero veo que vamos hacia un espacio político y económico muy diferente al actual.

Hoy nos encontramos  ante un mundo cada vez más complejo y en el que las instituciones que lo gobiernan son cada vez más débiles, y aquel espíritu favorable a unas instituciones internacionales, llámese Naciones Unidas y sus agencias, son cada vez más débiles y no pueden garantizar la gobernanza de este mundo. Pero por otra parte, también ocurre lo siguiente: ese poder que debería ser político ha sido sustituido por las grandes agencias financieras que hoy controlan el planeta, existe casi un consejo de administración del mundo que los ciudadanos no hemos elegido, y son los que deciden las grandes líneas estratégicas del planeta.

Universidad y estado

-P: ¿Es fundamental la independencia de la Universidad? ¿Es la universidad española hoy tan independiente como lo era en el pasado, o vamos hacia una universidad manejada desde fuera?

-R: Las relaciones Universidad-Estado han sido relaciones clásicas, tanto en el modelo napoleónico como en el alemán. La universidad depende del estado, que es quien se hace cargo de la financiación fundamental del investigador, del profesor y de su ejercicio, es decir, de las docencias.

Y la fuerza que ha tenido la universidad pública en España es porque se ha construido sobre ese presupuesto, que es un presupuesto político. La universidad asume el proceso de formación y lo garantiza. Y lo hace económicamente.

Y esto ha  sido siempre así. Cuando nacen las universidades americanas, sobre todo las del siglo XX, ahí ya se abre el espacio: el estado participa de una manera oblicua, pero son las grandes empresas, que financian la universidad, las que garantizan su existencia. En ellas, el estudiante adquiere una responsabilidad de cofinanciar. Sabemos lo que cuesta un semestre en una universidad norteamericana de prestigio, son cantidades que han quedado normalizadas, estándares que entre nosotros producirían casi, casi escándalo.

Sin embargo, las universidades públicas francesas o alemanas, tienen todavía matrículas inferiores a las españolas, porque se ha mantenido el principio republicano de que la universidad debe entenderse como un servicio público. Cuando yo llegué a una universidad alemana, un semestre me costaba 300 marcos, eran cantidades mínimas. ¿Será el modelo que primará  en el futuro? Esta es una pregunta importante. ¿Se puede liquidar la universidad pública?, sería aberrante que se acabara.

En el caso español se abrió el espacio a la creación de las universidades privadas. Las universidades privadas tienen en estos momentos muchos interrogantes sobre su futuro. Hay universidades privadas que han cancelado los grados y se están especializando solamente en masters. Se trata de situarse en un mercado cada vez más problemático y que tiene además dificultades de coyuntura, pero prescindir de la universidad pública sería retroceder en el marco de los derechos.

La Universidad pública es un derecho que socialmente se ha adquirido y que ha sido refrendado por las constituciones correspondientes, y debemos defender, junto con la enseñanza pública una de las grandes conquistas sociales que se ha tenido a lo largo de la historia: la universidad pública.

-P: Se habla del acceso universal al conocimiento, sin embargo, la reducción drástica en materia de ayudas y becas, no parece ir en este sentido. ¿Podría ser esto un retroceso hacia tiempos en los que la Universidad en España era más bien para una élite económica?

-R: Creo que hoy asistimos a una de las situaciones más dramáticas que hemos tenido en la historia de España. Hoy partimos de un hecho que es escalofriante: ahora mismo existe la mejor generación en términos de formación que hemos tenido nunca, gente entre 22 y 35 años, que es la mejor generación de nuestra historia, y sin embargo, el 54 por ciento de esa población no trabaja, y si trabaja lo hace en ‘jobs’, trabajos que no son los correspondientes a su competencia.

Esta es una asimetría dramática cuyos costes son más altos de lo que nos imaginamos. Estamos en una situación en la que quemamos olímpicamente lo mejor de nuestra generación. El gobernante de turno puede decir que no es el responsable, pero el caso es que se ha producido una situación que, por sus características y condiciones, no se halla en situación de asumir esa masa profesional que las universidades han producido. Hay un desajuste ante el cual se reconocen políticamente incompetentes para salir adelante. Habrá que esperar a que los que hoy estén en la universidad sean los políticos que nos gobiernen.

Hay sectores que son llamativamente sangrantes. Tendremos que pensar en una recuperación de modelos profesionales diferentes de acuerdo a las necesidades de la nueva economía.

No se habla en España de la nueva economía, las únicas alusiones que recibimos en nuestra agenda informativa es que va a haber una nueva fase de la reforma laboral, se va a agilizar todavía más las condiciones del contrato. ¿Adónde llegaremos mañana? Es una situación que tiene algo de fatalidad, porque a lo mejor en el año 2014 podremos comenzar un nuevo proceso de desarrollo económico, y la universidad no puede ser ciega, no puede ser ni siquiera miope, ni indiferente a los cambios económicos.

Estamos en un momento con grandes interrogantes al respecto, y no creo que sea fácil improvisar una salida, son más graves los hechos que aquello que a corto y a medio plazo podemos decir que ocurrirá. Pero el hecho es que tenemos una generación que no va a tener trabajo, y si lo consigue, será muy al margen de sus competencias.

Un brindis por la Universidad de Murcia y un regalo en su centenario

-P: La Universidad de Murcia, en la que siempre has trabajado durante tanto tiempo, cumple cien años. Es muy importante cumplir un siglo de vida para una Universidad.

-R: Por eso vamos a felicitarla entre todos. Esto suele hacerse con las abuelitas cuando cumplen esta edad, pero también se le suele hacer un regalo ¿Qué regalo se le podría hacer a la Universidad  de Murcia por sus cien años? Primero propongo un brindis por todos aquellos que han colaborado con la universidad, que se han formado en ella, que han trabajado en la universidad, que han producido en la Universidad para una mejora social. Y luego un ‘auguri’ pensando en lo que tiene que ser una universidad moderna. ¿Podemos ser competitivos cuando los recursos son tan escasos? ¿El modelo de participación es el correcto? Son muchas cosas, pero el conocimiento, en definitiva, cada vez soportará mayores procesos de aceleración, y por lo tanto, ese riesgo al que aludías de un saber obsoleto, será cada vez un riesgo añadido a esta situación.

-P: Yo querría preguntarte para finalizar, como el observador privilegiado que siempre has sido, cómo has visto la evolución de nuestra universidad desde aquel lejano 1978 en el que llegaste, ¿Cómo has visto la evolución de nuestra universidad en estos 35 años?

-R: Lo primero de todo debe ser un reconocimiento a los grandes cambios que Rectorado a Rectorado, década a década, etapa a etapa, se han ido produciendo. Lo podríamos contextualizar en ese mapa político general de lo que fueron los años 80 y 90 para la sociedad española, teniendo al mismo tiempo como referente el contexto regional, y subrayando por otro lado una política institucional que ha sido gestionada generosa, brillantemente, apostando por una universidad que no perdiera el tren de su tiempo.

En este contexto se ha producido el desarrollo de un campus, el nacimiento de la universidad de Cartagena, la aparición de la estructura actual, el crecimiento de su población, tanto de alumnos como de profesorado, el desarrollo de institutos garantes de la investigación, y sobre todo de aplicación, el campo médico, la facultad de Medicina, que tiene un prestigio y una práctica competente y reconocida… Todo ello, en fin, hacen que la universidad de Murcia haya crecido de manera considerable.

Pero si pudiéramos hacer el libro blanco de la Universidad de Murcia en un contexto nacional, podríamos hacernos preguntas. Y este podría ser quizás el mejor regalo que pudiéramos hacer a la universidad de Murcia: un bloc de preguntas para que no modifique su generosa actitud de seguir buscando en el futuro cuáles podrían ser sus respuestas.

 

En primera persona

La universidad garantiza la necesidad de saber y de hacer que toda  sociedad contemporánea exige.

El master es un modelo profundamente hipertrofiado  e inflacionario que no garantiza casi nada.

La universidad debe tutelar las profesiones del futuro.

Existe un consejo de administración del mundo que los ciudadanos no hemos elegido.

Asistimos a una generación que no va a tener trabajo, y si lo consigue, será muy al margen de sus competencias.