Un artista de hace 38.000 años

Unos grabados demuestran que los neandertales eran capaces de representaciones simbólicas

Los neandertales tenían capacidad de representación y de abstracción, y, por tanto, tenían pensamientos elaborados y simbólicos, algo que quita al homo sapiens, es decir, al hombre moderno, el privilegio de ser el único en esta carrera. Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado un grupo de investigadores liderados por Clive Finlayson, entre los que se encuentran José Sebastián Carrión y Santiago Fernández Jiménez de la Universidad de Murcia, en la prestigiosa revista “Proceedings of the National Academy of Sciences”, USA (PNAS).

Todo se comenzó tras descubrir unos grabados abstractos realizados sobre la cueva de Gorham’s, en Gibraltar realizados “de manera inequívoca por neandertales”, según afirma el profesor Carrión.  El hallazgo es crucial, por lo que tiene de revolucionario en la concepción de signos y símbolos artísticos realizados por el hombre, ya que se trata de las primeras evidencias inequívocas de arte rupestre realizadas por neandertales encontradas hasta el momento.

El hallazgo se produjo en la cueva gibraltareña de Gorham’s, donde se han registrado las últimas evidencias de neandertales en el mundo.

Lo descubrió Francisco Giles Pacheco, uno de los codirectores de las excavaciones –Clive Finlayson es el director general, junto al que trabajan tres codirectores: Giles Pacheco, encargado de la arqueología; Joaquín Rodríguez Vidal, de la geología, y José Carrión, que se encarga de lo relacionado con los paleopaisajes y paleoecología en general-.

El descubrimiento supuso el aldabonazo de salida para una frenética carrera en la que los investigadores intentaron conocer todo sobre la inscripción: “comenzamos a hacer análisis, replicas experimentales, análisis geoquímicos, microscopía de la superficie, carbono 14…”.

Quién fue el hombre de Neandertal

Se trata de una especie ya extinta del género Homo. Se calcula que habitó en Europa y Asia entre 230.000 y 28.000 años atrás, lo que le llevaría a haber convivido con el hombre moderno.

El término Hombre de Neanderthal fue propuesto en 1863 por el geólogo William King, y su estudio supone el inicio de la paleoantropología.

Aunque durante mucho tiempo se consideró que el hombre de Neandertal era una especie más simple que el homo sapiens en cuanto a capacidades mentales, hoy se considera que estas eran muy parecidas a las de nuestra especie. Así lo probaría este descubrimiento, compuesto por un conjunto de líneas entrecruzadas grabadas sobre una roca de forma minuciosa y con evidencias de un importante dominio de la técnica. Todo ello demostraría que esta especie fue capaz de desarrollar un pensamiento simbólico. “Esto –afirma el profesor- desmonta bastantes mitos sobre la falta de capacidad cognitiva o simbólica de nuestra especie primo hermana”.

Según José Carrión, se trata de un hallazgo único “porque es la primera vez que se descubre arte neandertal, lo cual implica que también se trata de la primera vez que se descubre arte por una especie de humano y, además, distinto a nosotros”.

Todo ello hace que, en su opinión, confluyan “tres componentes que lo convierten en un acontecimiento científico muy novedoso” y que podría hacer incluso “que cambiara la investigación del arte rupestre”, explica, porque a partir de ahora, es posible que mucha gente empiece a preguntarse si determinadas marcas en algunos sitios podrían corresponder a este mismo origen. En el futuro, añade, es posible que “haya que cambiar incluso las enciclopedias y los libros de texto, porque la única especie que habría hecho arte rupestre ya no es la nuestra”.

El grabado

Lo que se ha descubierto es un grabado constituido por ocho líneas paralelas gruesas y cinco oblicuas que los investigadores no han sabido interpretar -podrían representar un mapa, una especie de cartografía.

El área abarca unos 300 centímetros cuadrados, aproximadamente la misma extensión que una mano grande.

Se trata de incisiones en la roca, hecha con una punta afilada, probablemente de sílex, sobre una roca madre. La meteorización de la roca que hay encima, provocó que se depositaran minerales de manganeso y de fósforo encima de las incisiones, lo que las selló y permitió conservar la estructura original de manera intacta.

La prueba del 9 de la autoría Neandertal

Lo que sí está claro es que lo realizó un neandertal, porque se trata de roca madre y, justo encima, hay un paquete sedimentario que está fechado por carbono 14, entre 30 y 39.000 años antes del presente, que es un período en el que todavía no había humanos en el sur de la península ibérica. Además, ese paquete sedimentario está lleno de piezas de industria lítica musteriense, que es la manufactura típica del neandertal.

Carrión asegura que está acreditado que no se trata de un grabado errático o azaroso producido por trabajar con pieles o manejar comida, ya que hay un número de incisiones muy identificadas.

Las réplicas experimentales realizadas para comprobar el tipo de trabajo que hicieron para conseguir esta representación, demuestran que son más de 50 las incisiones que hicieron falta para realizarla. Otras evidencias de la autoría intencionada es que el inicio y el final de cada línea está marcado perfectamente para servir de guía. Estas réplicas experimentales han permitido saber a ciencia cierta que “la persona que lo hizo tenía bastante habilidad en las manos, y también una indudable fuerza”, concluye Carrión.

La importancia del hallazgo es evidente, por cuanto adelanta una manifestación simbólica realizada por una especie del género homo en unos ocho milenios a lo hasta ahora conocido, y además con la certeza de que lo hizo un neandertal.

La dopamina del investigador

¿Qué pasa por la mente de un científico cuando delante se encuentra con un hallazgo de esta categoría? El profesor Carrión se muestra categórico: “Se trata de algo muy excitante, como un subidón de dopamina”, el neurotransmisor de las sensaciones placenteras.

El investigador asegura que este tipo de “subidones” –él los define como elementos ¡Eureka!- son escasos, pero que a veces se producen en las investigaciones. Uno de ellos le sucedió en 1991, cuando descubrió un polen de nogal en un yacimiento de Granada que tenía 40.000 años: “Para mí supuso algo muy importante –afirma- porque eso servía para demostrar que el nogal era autóctono de la península ibérica, lo que contradecía lo que se decía en los libros de texto de la época, de que el nogal había venido de Asia Menor”. “Recuerdo –continúa- que yo pegué un salto ante el microscopio, porque aquello suponía adelantar esos hechos decenas de miles de años”.