Tiempos

Se dice que los tiempos están apretados o que ya vendrán mejores tiempos y es que el tiempo determina en gran medida la vida del hombre. Se puede reducir el espacio a un punto pero no podemos detener el tiempo. Hay un tiempo lineal, el que el hombre recorre en su vida, que es subjetivo, a medida que se avanza en él va cambiando la actitud de los seres y su propia conciencia.

Y este tiempo individual, personal, asociado al latir de un corazón y a las descargas eléctricas de un montón de neuronas, se relaciona directamente con otros tiempos, que le son estrictamente ajenos pero que lo determinan. El tiempo histórico y social delimita un entramado de espacios temporales en los que indefectiblemente se sitúa la vida del hombre y su tiempo. A su vez estos tiempos están inmersos, abrazados, en un tiempo cósmico, el tiempo de las estrellas que se rige por sus ciclos y leyes temporales y que se rige por sus ciclos y leyes temporales y que sobrepasa ampliamente es estrecho, si los comparamos, tiempo del hombre.

Ahora, socialmente, corren tiempos de integración, es la bajada de una pendiente en la que los distintos colectivos luchan por no quedarse marginados en el camino que recorre esta sociedad. Así lo han hecho los estudiantes en el pasado mes de Enero. Han salido a la calle a reivindicar su incierto puesto en la sociedad, con su frescura y joven visión de la vida, aún corta de tiempo, han venido a dar un toque de atención. Y el poder les ha dicho que más dinero sí, pero que para lo demás se necesita tiempo. Se pueden ampliar y aumentar las becas, las ayudas, las dotaciones, pero que para reformar la enseñanza hay que reformar la sociedad y adecuarla para que los jóvenes se pueden integrar como miembros de pleno derecho y que, claro, eso es una cuestión de tiempo, pues su tiempo es este, es ahora. Destaca el hecho de que sus reivindicaciones están plenamente ligadas a su integración y que ni una sola de ellas la cuestiona, en ese sentido también están en la onda de los tiempos, hoy ni siquiera los sindicatos obreros luchan por algo que no sean reivindicaciones concretas de porcentajes de sueldos y despidos. A nadie se le ocurre, hoy, cuestionar el sistema. No hace mucho los estudiantes, la savia joven de la sociedad, quería cambiarlo todo, eran otros tiempos. Debe ser porque vivimos tiempos de desideologización, tiempos difíciles en los que buscarse el huequecito para sobrevivir es bastantes, es ganar tiempo.

Tiempo es lo que necesita la sociedad; tiempo es lo que necesitan los estudiantes, para, aunque sea a trancas y barrancas, integrarse; tiempo es lo que necesitan las estrellas para destruirse o modificar sustancialmente su equilibrio; tiempo es el de la música para existir, el del cine para que sus historias vivan; tiempo para leer estas líneas, tiempo para escribirlas, tiempo libre, tiempo para que la fruta madure, para el encuentro, para pensar, para recordar, para el amor, para la esperanza, para crecer… Es el entramado del tiempo, de los tiempos, el que determina de una u otra manera la vida del hombre y su relación con el entorno. Es el ritmo, la armonía de todos los tiempos que se entremezclan en la existencia del ser, de cada ser, de cada estrella, de cada movimiento, de cada ola, de cada moda, de cada pensamiento, de cada actitud, el que conforma el sentido de cada vida. Y, sin embargo, una de las pocas cosas que el hombre no ha sabido definir ni modificar, el tiempo, lo condiciona hasta límites tan absolutos como la vida y la muerte, aunque la existencia continúe en otros tiempos. Estos tiempos pasarán y vendrán otros, no sabemos, y lo que hoy es importante no dejará de ser una anécdota o podrá ser uno de los ejes fundamentales de la vida de un pueblo; un líder estudiantil de hoy podrá ser ministro o un ser frustrado que no ha encontrado ningún hueco. Porque estaremos, si estamos, en otros tiempos.