En la muerte de un artista, de un amigo, de un universitario con honor
Ha sido una mañana primaveral y radiante, de esas que tanto le gustaban, la que nos dejó huérfanos de uno de los grandes creadores que ha dado esta tierra. De manera inesperada, Antonio Campillo se nos fue a todos el sábado 16 de mayo.
El escultor de las vírgenes, de las maternidades, de las mujeres corpulentas de formas orondas y voluptuosas, de las féminas en bicicleta, de los caballos, estuvo en la brecha creadora hasta el mismo día de su muerte. Sus manos, que tantas batallas feroces emprendieron con la madera, con el bronce, con el barro, con la escayola, quedaron inertes para desgracia de tantos amigos y del Arte con mayúscula.