La revolución técnica y tecnológica está más que consolidada. Las mudanzas en las rutinas del consumo intelectual están en pleno proceso de moviendo sin prisa, y sin pausa, hacia un horizonte de convencimientos intelectuales. Pensemos, ante todo, que la clásica división del tiempo ya no nos vale. No al menos en sus valores tradicionales o absolutos en lo que se refiere a los usos y ventajas que nos proporcionan las nuevas tecnologías y, específicamente, Internet.