Superemos fronteras comunicativas

Juan Tomás Frutos

 

Los fines han de ser objetivos y nunca limitaciones. Nos deben servir de referencias. Gestionamos las amistades con comunicaciones que ofrecen y nos regalan momentos que hemos de ver con las presencias y las premuras que nos gustan y siempre con sus pláticas menos invasoras. Nos hacemos permanecer con las gratas caricias, que nos ponen en ese lado que nos insiste con sus vertientes más interpretativas. Analicemos lo que pasa y cómo lo vivimos. Nos hacemos con ese don que nos nubla con sus saludos más hirientes. De ellos hemos de aprender. No olvidemos, como señalaba Nietzsche, que nos hace más fuertes lo que no acaba con nosotros.

Nos hemos de poner en ese momento que será fuerza con entereza y buenas armonías. Hemos de alimentar las conversaciones con sus prestaciones más bondadosas. Mantengamos el tipo en la medida que podamos. Tendremos que fijarnos en las eras más honrosas con sus prestaciones no ponderadas. Vayamos e intentemos volver con unas previsiones no escritas. Supongamos con marcadas influencias de varios vectores. No dejemos que las cosas pasen porque sí.
Hemos supuesto que las cosas podrán ser con sus garantías menos conservadas. Los hechizos de algunos momentos nos han de consolidar como los grandes de un sistema que tiene todo por delante, incluso la felicidad. Nos hemos demorado entre aquellas creencias que nos ponen broches sin recetas de poderes inmensos. Limemos asperezas en la medida que podamos, y seamos con increíbles previsiones de paces un tanto interiores. La madurez no puede detener los destellos del entendimiento que viene de la amistad.
Apostemos por las raíces mas profundas que acudirán a esos aspectos vacios que nos pueden en la mitad de un todo que es colmatación y resolución con internas posibilidades. Nos hemos aclarado tras muchas dudas, y ahora debemos comenzar el camino de la acción. Las consultas parecen funcionar. Nos eliminamos de ese sitio donde descuellan las actitudes dudosas. Traslademos los conceptos que conexionan con unas comunicaciones nada convencionales, que han de ganar con aplicaciones que deben cooperar en cuanto sea posible. Las conversaciones han de servir para avanzar, y no para quedarnos inmóviles.
Nos hemos de despedir con las reacciones ante los desplantes que comunicativamente tenemos que soportar. Haremos caso a cuanto sentimos en plenitud de sentimientos. Nos hemos ahorrado unas fuerzas que precisaremos para ejercer docencias en instantes misteriosos que hemos de gozar. Nos hemos puesto en ese instante que sabrá a muchos minutos. Ahí están para ser aprovechados. Los límites dependen de nosotros. El afán ha de ser superar las fronteras comunicativas que vayan surgiendo o que se vayan colocando.