Sobre las incógnitas y posibilidades de Internet

Es un fenómeno tan reciente que nos vemos obligados a permanentes interpretaciones y a análisis sobre análisis ante las luces y sombras que arroja. Internet está en una permanente evolución. Parece imparable. Lo es, y, además, el incremento es exponencial. No hay altos en un camino que nos transporta a posibilidades infinitas, que cambia hábitos, que nos introduce en otro universo de costumbres con constantes que varían, con variaciones que extraen sensaciones eternas.

Hay mitos contra los cuales hemos de luchar. No hay tanta soledad como se dice, pero seguro que hay pseudo-modelos que podemos y debemos modificar. Las posibilidades de relación son ingentes, y, en este sentido, hemos de salvaguardar sus mejores perspectivas.
Hemos pasado del traspaso de contenidos, de la consulta de significados, a una interacción que parece total, pero hay un problema con las fuentes, con lo importante de verdad, pues a menudo puede ser difícil conocer lo relevante respecto de lo anecdótico. Nos pueden faltar, en ocasiones, datos para dar con las mejores opciones. Ahora estamos con las webs 2.0, y pronto las 3.0. Todo parece indicar que los objetos podrán intercomunicar pronto, muy pronto, y un coche, por ejemplo, será capaz de ir de un lugar a otro interpretando datos que le llegan por una serie de sensores.
Por el camino encontramos una serie de problemas: las posturas aislacionistas, la falta de conocimientos para elegir, las fuentes interesadas (probablemente siempre lo son), los controles del sistema (claros y de otra índole), la brecha digital, la falta de implantación en algunos sectores de la población (todavía mayoritarios), el contraste de pareceres y de cifras y eventos… No es fácil. Es, el nuestro, un mundo de profusión, y ya sabemos que el mayor enemigo de la información es la saturación. Estamos apostados ante una era que marcha en esta dirección.
Existe una nueva forma de comunicar, o quizá sea más apropiado decir que se dan muchas maneras de comunicar con ese soporte universal que es Internet. El aprovechamiento de tiempo y de energías es absoluto. Las imágenes nos conducen por vericuetos que explicitan con claridad que ocurre de todo, aunque no siempre comprendemos ese absoluto. Debemos evitar sentirnos atrapados entre sensaciones y actuaciones tan desbordantes como emergentes. Más que buscar soluciones hemos de evitar problemas.
La mejor protección es el conocimiento. Internet ha de ser contemplado como un fenómeno nuevo, o no tan nuevo, que nos ofrece todo, pero, en primera y en última instancia, la decisión es nuestra. Para dar con lo mejor, no lo olvidemos, y si ello es posible, hemos de tener una postura infatigable de reconocimiento de lo que sucede. Tenemos medios, pero hemos de saber escrutarlos e interpretarlos tras un oportuno análisis.
Muchas cuestiones quedan sin respuesta como, por hacer una consideración, aquellas que se refieren a qué hacer con los datos que se obtienen por los usos que hacemos de la Red de Redes, o incluso debemos referirnos a la interrogante de cómo solucionar la baja cifra de uso de Internet en los países desarrollados (apenas el 20 por ciento de la población). No dejaremos de lado el uso cualitativo de la Red y la falta de opciones en los países del Tercer, Cuarto o Quinto Mundo. Muchas dudas, pues, ante tanta información, y ante tanta demanda. Tras más de dos décadas de universalización de Internet, con la llegada de una nueva generación de móviles, son muchas las incógnitas que debemos despejar ante un caudal de posibilidades que no han de quedarse en meras cifras matemáticas. Creer en Internet es algo más. De momento, lo que toca es despejar esos desconocimientos y mirar con un ánimo positivo.