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“Ser actor es algo excelente que me ha permitido la vida” (Gemma Cuervo)

La actriz será homenajeada en la Semana de Cine Español de Mula, en la que participa la UMU

“El mundo sigue” es la única película que amo de todas las mías

Gemma Cuervo ascendió a la cumbre de la interpretación hace más de 50 años. Pero en este país nadie lo supo hasta medio siglo después, cuando, hace un par de años, “El mundo sigue”, una joya a la que la censura franquista relegó hasta hacerla desaparecer, fue exhibida con carácter de estreno.

Gemma Cuervo, actriz de raza como pocas, había nacido al mundo de la interpretación varios años antes de aquel filme, a finales de los años 50, de la mano de un Adolfo Marsillach. En 1969 formó compañía propia junto a su marido, Fernando Guillén. Los clásicos se convirtieron en sus eternos compañeros de viaje: Shakespeare, Esquilo, Zorrilla, Calderón, Schiller, Lope, Pedro Antonio de Alarcón, Valle Inclán, Galdós, Plauto, Tirso de Molina, Oscar Wilde o Fernando de Rojas, de quien encarnó a la mismísima “La Celestina”, su último e inolvidable personaje.

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“La Celestina”, dirigida por el murciano Mariano de Paco, ha sido el último gran papel teatral de Gemma Cuervo.

Los platós televisivos la llamaron durante este tiempo con la misma intensidad, desde la inolvidable “Novela” de la tarde hasta los célebres “Estudio 1”, en los que se convirtió en una presencia cuasi perenne entre las segunda mitad de los 60 y la primera de los 70, gracias a su intervención en obras como “Las brujas de Salem”, “El mercader de Venecia”, “La venganza de don Mendo” o “La vida en un hilo”.

Los 90 le darían nuevo protagonismo en la pequeña pantalla gracias a su labor en series tan populares como “Médico de familia” y, últimamente, su papel como Vicenta Benito en “Aquí no hay quien viva”, y su labor como Mari Tere en “La que se avecina”, que han vuelto a convertirla en un ser entrañable y familiar para millones de españoles.

Medio siglo en la gran pantalla

Debutó en el cine con “El escándalo”, de Javier Setó. Muy pronto vendría “El mundo sigue”, de Fernán-Gómez, y enseguida trabajaría con Germán Lorente (“Vivir al sol”) o Ladislao Vajda (“La dama de Beirut”).

Entre finales de los años 60 y comienzos de los 70, Gemma Cuervo trabajaría en varios de nuestros títulos de más éxito: “Los chicos del PREU”, una visión idílica de la vida de los futuros universitarios a cargo de Pedro Lazaga; “Vente a Alemania, Pepe”, un auténtico fenómeno de masas, que retrataba la emigración española de los sesenta y setenta. Y “Señora doctor”, de Mariano Ozores.

Directores como Pedro Masó, Jorge Grau, Angelino Fons, León Klimovsky, Ramón Fernández, Rafael Gil o Javier Elorrieta, saben de su buen hacer.

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“Si la gente hiciera teatro, se le quitarían muchos problemas, le desaparecerían muchas neuras de la cabeza”.

 

Gemma Cuervo se ha sentido siempre muy querida en nuestra Región. Ahora vuelve a ella, concretamente a la ciudad de Mula, donde la Semana de Cine Español, en la que participa la Universidad de Murcia, tributa en su XXVIII edición un merecidísimo homenaje a esta intérprete de carrera tan dilatada e intensa.

-Pregunta: Cuando hablamos hace unos días, me dijo que estaba en un rodaje con Fernando Trueba…

-R: Si, ya lo he terminado, ha sido una pequeña colaboración, casi un cameo. Ha sido una colaboración muy agradable y muy grata por las personas que me acompañaron.

Me encanta Trueba. Defendió mucho “El mundo sigue”, y tuvimos ocasión de encontrarnos cuando el cincuentenario de esa película.

-P: Está usted al pie del cañón cuando no falta mucho para que cumpla los 80 años, una edad en la que poca gente continúa trabajando. Es obvio que tiene la cabeza perfectamente cuando es capaz de aprenderse los papeles que le tocan.

-R: Eso sí, la cabecita impecable, y bien peinada.

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“Ser actor es algo excelente que me ha permitido la vida”.

-P: Y ¿Sigue con ganas de continuar trabajando en los papeles que  le puedan venir?

-R: Desde luego, aunque no son grandes cosas lo que me ofrecen y puedo hacer, se trata de papeles de poco tiempo, que requieren poco esfuerzo.

-P: Y llegan los reconocimientos. Hace unos meses le dieron un homenaje por su carrera, en una ciudad del archipiélago canario.

-R: Sí, al Noreste de Las Palmas de Gran Canaria, en la ciudad de Galdar, y allí me dieron una escultura de la Guayarmina de honor, que representa a la reina de los aborígenes.

-P: Y ahora Mula, que cuenta, con una Semana de Cine Español con 28 ediciones. Creo que usted no conoce la localidad, ¿no es así?

-R: No, pero ya me ha dicho usted que es muy bonita y tengo ganas de conocerla. Lo que sí quería decir es que siempre he recibido un cariño y un respeto grande en Murcia. Siento que se me ha querido mucho allí. Me lo han demostrado en cada ocasión en la que he estado en ella.

-P: Usted es sin duda un actriz de raza, con más de medio siglo de trabajo a sus espaldas, pero ha cultivado sobre todo el teatro, en el que empezó con Adolfo Marsillach a finales de los 50. Después ha trabajado mucho con una compañía de teatro que fundó con su marido y que le permitió desarrollar muchos papeles por toda España, sobre todo de clásicos.

-R: Sí, sobre todo teatro de calidad y novedoso. Después de hacer una gira con una obra de teatro densa, hacíamos algo más ligero para compensar, pero efectivamente, mi carrera esta basada en el teatro, luego televisión y por último, cine. No me llamaron del cine con tanta asiduidad como en los otros medios, aunque tengo la impresión de que ahora se están arrepintiendo, porque han visto “El Mundo sigue” y han comprendido que era un obra extraordinaria. No se si usted la ha visto…

-P: No sólo la he visto, sino que la  he disfrutado, me parece una película extraordinaria, una de las obras cumbres del cine español, sin duda

-R: La película fue estrenada en 1965 en Bilbao, pero nunca permitieron a Fernando Fernán-Gómez un estreno en condiciones. Sólo se pudo hacer el año pasado, 50 años después de su rodaje, aunque muchos intelectuales la tenían muy en cuenta. Hoy “El mundo sigue” es considerada como una de las mejores películas de España

-P: Sin duda al franquismo le vino muy mal esta película, se vio sobrepasado por su manera de exponer esta historia. Es de un realismo extraordinario, descarnado, casi un documental de la vida del Madrid de comienzos de los 60.

-R: Ese juicio de que era un documental de la vida en España en esos momentos es absolutamente verdad. Allí se expone cómo era la vida en España en esa época terrible, una vida llena de dificultades, con poca libertad, mucho machismo, imposibilidad de acceder a una vida normal… todo era muy duro, había que tener mucho valor para intentar traspasar esa época.

-P: Ahí tuvo la ocasión usted, de trabajar durante un tiempo con un uno de los personajes míticos del cine español. ¿Cómo recuerda aquél rodaje con Fernán-Gómez?

-R: Fue algo fantástico. La verdad es que yo no he tenido jamás un problema con Fernán Gómez. Era una preciosidad de ser humano, muy peculiar en su fisonomía, pero con una personalidad arrolladora, y sabía muy bien lo que estaba haciendo.

Él ensayaba sus diálogos, incluido un largo monólogo que había en la película, en su casa, y con los actores era muy educado, muy atento.

-P: ¿Y del resto del reparto?

-R: Era un grandísimo reparto, estaba Fernando Guillén, mi marido, también  Agustín González,  María Luisa Ponte, Fernán-Gómez… lo recuerdo de manera muy grata.

-P: Cuando estaba rodando aquella película, ¿usted tenía la sensación de que estaba ante algo especial, una película fuera de lo corriente?

-R: Yo sabía que estaba ante una magnífica película. No tenía nada que ver con el entorno de lo que se hacía entonces. Y desgraciadamente tampoco tuvo que ver con mi carrera posterior.  Yo diría que es la única película que amo de las mías.

En mi filmografía hay títulos muy débiles, de los que no me puedo sentir excesivamente orgullosa. El cine me fue dejando envejecer sin llamarme para otro gran papel.

Ahora que ha pasado tanto tiempo he oído que me decían tras ver “El mundo sigue”, que yo era una actriz muy moderna en mi fisonomía y en mi forma de hacer.

-P: Viendo la película me dio la impresión de que ahí tenían una Anna Magnani o algo parecido y no se dieron cuenta, efectivamente.

-R: No se dieron cuenta, y ahora yo he oído a grandes directores decir que no me aprovecharon suficientemente. La vida ha pasado ya y no hay remedio, pero que sean conscientes de que hay que mirar a fondo las capacidades y las posibilidades de los actores.

-P: ¿Qué prefiere, cine, teatro o televisión?

-R: Son disciplinas muy distintas pero todas se complementan para conseguir tener un conocimiento completo de en qué consiste la interpretación. Son todos aspectos de nuestra cultura, y nosotros, los actores, estamos haciendo cultura desde hace muchísimos años.

Somos más dúctiles los actores de teatro, pero las tres parcelas son necesarias.

-P: Usted es una de las pioneras de la televisión, comenzó a principios de los sesenta, con aquellos Estudios 1 o la Novela de la tarde…

-R: En aquella televisión del franquismo, sin apenas recursos, se hacían cosas muy bien hechas. Yo empecé en el 63  con “Don Juan de Mairena”, de los hermanos Machado. Y se hacía casi todo seguido, como en el teatro.

En televisión he sido inmensamente feliz, recuerdo la televisión con un amor sin límites porque he hecho grandes personajes, pero no me siento orgullosa de mis papeles en el cine, no puedo, no me han ofrecido las oportunidades.

-P: Háblenos del teatro.

-R: Ahora ha cambiado todo mucho. Hay mucha gente joven y muchas cadenas, y mucha actividad cortita. Antes representábamos las obras más tiempo en cada ciudad, pero ahora se hace un fin de semana en un sitio y luego hay que marchar a otro. Eso es un esfuerzo económico enorme, y un esfuerzo actoral igual de grande, porque cuando se deja reposar el personaje, luego hay que retomarlo y volverlo a poner para un día en otra ciudad, y eso representa un esfuerzo brutal. Las pausas para la respiración, los movimientos para que haya visibilidad de los personajes en el escenario… todo eso hay que retomarlo de nuevo, es como volver a empezar.

Yo he tenido la suerte de sentirme muy cómoda en los tres campos de la interpretación, no he sentido ningún temor.

-P: Ahora, al cabo de una carrera tan dilatada, con tantas obras y títulos a sus espaldas, es conocida sobre todo como la protagonista de “Aquí no hay quien viva” y “La que se avecina”.

-R: “Aquí no hay quien viva” fue una experiencia preciosa porque éramos las tres señoras mayores que nos hicimos muy amigas: Mariví Bilbao, Emma Pennella y yo. Estuvimos muchos años trabajando juntas.

-P: Quería preguntarle a usted, una persona que ha vivido tan intensamente la interpretación del cine, del teatro, de la televisión… ¿Cómo definiría esa necesidad de meterse en el papel de otra persona para interpretar personajes que despierten los sentimientos de los demás?

-R: El papel de un actor tiene muchas facetas, muchos puntos de vista. Primero es el amor, el actor necesita mucho amor, y lo encuentra en otros personajes, en otra forma de vivir, en otra forma de ser. Y pone su alma en ser otro. Eso nos libera de muchas  cargas. Y también para el mundo, la interpretación es un bálsamo para el ser humano.

Y también para el actor, si la gente hiciera teatro, se le quitarían muchos problemas, le desaparecerían muchas neuras de la cabeza, porque ser otro es algo que provoca mucha paz.

Una psicóloga me comentó que los actores apartamos nuestro yo durante las representaciones y le damos vida a otro ego.

-P:Además de meterse en el papel de otra persona, los actores lo que provocan es esa catarsis a través de otros personajes, ese renovarnos continuamente que el cine, el teatro y la televisión siguen aportando a millones de personas a través de las obras de ficción, y ustedes son los mediums.

R: Ser actor es una autentica maravilla. Algo excelente que me ha permitido la vida. Tocamos tantas vidas, tantos sentimientos, que es un mundo apasionante. Ser actor es un aportar todo lo que tienes física, psíquica e intelectualmente, para ser otro yo, para dar vida a otro ser y olvidar tu auténtico yo y que parezca verdad.

En primera persona

Tras “El mundo sigue”, el cine me fue dejando envejecer sin llamarme para otro gran papel.

He oído a grandes directores decir que no me aprovecharon suficientemente.

Los actores estamos haciendo cultura desde hace muchísimos años.

La interpretación es un bálsamo para el ser humano.

Si la gente hiciera teatro, se le quitarían muchos problemas, le desaparecerían muchas neuras de la cabeza.

Ser otro es algo que provoca mucha paz.

Ser actor es algo excelente que me ha permitido la vida.