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Santiago Grisolía

Santiago Grisolía:

“En el mundo hay hambre, y habrá más, por eso son importantes los alimentos transgénicos”

El bioquímico, premio Príncipe de Asturias de investigación en 1990, pronunción una charla en el ciclo sobre Ciencia y Bioética.

Hace muchos años que el científico Santiago Grisolía comprendió que la buena marcha de la investigación en España, al igual que en el resto de países, depende de que la opinión pública cobre conciencia de su importancia, de que exista un clima a favor de la ciencia. Por eso, tras la entrevista que tuvo con los medios de comunicación en el rectorado el pasado 27 de noviembre, el científico hizo una exhortación que en él se convierte ya en letanía: ‘Ni la ciencia ni la cultura se vende bien, por favor, ayuden ustedes, los periodistas, a difundir su importancia’.

Santiago Grisolía, insigne científico, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1990, fue el primer alumno español que se graduó con nuestro premio Nobel Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York.


Grisolía, que estudió y trabajóen Estados Unidos durante más de treinta años, es hoy uno de los científicos españoles más reputados internacionalmente. En él recayó el encargo de la UNESCO para presidir, en su momento, el Comité de Coordinación Científica para el Proyecto Genoma Humano.

El 27 de noviembre impartió una conferencia en la Universidad de Murcia dentor del ciclo de ‘Ciencia y Bioética’.

Para el investigador, que acudió al ciclo para hablar de Darwin, el hecho de que cada año nazcan en el mundo cien millones de personas, convierten sus teorías en algo sumamente importante. Según Grisolía, ‘el aumento de población va más rápido que la producción de alimentos’, una intranquilizadora previsión que suavizó un tanto: ‘hay buenos experimentos que persiguen lograr que haya más comida’.

El científico se refirió también a los alimentos transgénicos: ‘Hay que reconocer que los alimentos transgénicos tienen mala fama –dijo- pero siempre los hemos comido’.

-P: Ética y Ciencia parecen muy unidas, sobre todo en estos tiempos en los que los avances científicos son tremendos.

-R: Hace treinta años, cuando por primera vez se pudo transferir ADN a una bacteria, los científicos se preocuparon de este tema. Pidieron unas condiciones muy rígidas de control. Después se vio que no era necesario. Cito eso porque es un ejemplo de que por primera vez los científicos se preocuparon de un tema que podría afectar a la sociedad.

Hay científicos que son buenas personas, lo mismo que hay gente que, sin ser científicos, también lo son. No es que los científicos sean mejores que nadie. Lo que ocurre es que los científicos han de ser cautelosos.

Mi amigo Craig Venter, el científico que hizo el primer genoma humano, se ha dedicado en los últimos años a recorrer al mar y sacar nuevas bacterias y proteínas. Ha logrado construido una bacteria que no ha existido nunca. Eso significa el primer paso para construir vida en el laboratorio. Nos encontramos ante un problema científico, pero, al mismo tiempo, constituye también un problema filosófico.

Otro ejemplo: los seres vivos estamos construidos a partir de veinte aminoácidos, pero hay científicos que están introduciendo nuevos aminoácidos que no están en el código genético. Esto puede tener sus ventajas, pero es posible que también acarree inconvenientes. Es preciso discutir sobre todas esas cuestiones.

-P: Usted ha afirmado que llegaremos a tener genomas completos a precios asequibles.

-R: Ya lo creo.

-P: ¿Cómo podría repercutir eso en la medicina del futuro?

-R: Yo creo que será muy exitoso. De todas formas se ha exagerado. Las relaciones entre las proteínas son muy complicadas. Y cuanto más sabemos, más complejas nos resultan.

No obstante, pienso que en muy poco tiempo se va a conseguir tener nuestro genoma individual por mil dólares. Entonces podremos conocer ciertos aspectos que permitirán una medicina predictiva que nos dirá qué cosas nos conviene hacer o evitar.

Cuanta más información tengamos en nuestras manos, mejor será la medicina. Todo esto supone un avance muy positivo.

 -P: ¿Qué opina de los alimentos transgénicos?

-R: Tienen mala fama, pero alimentos transgénicos los hemos comido siempre. Hoy comemos patatas y maíz que no se parecen en nada a los originales. Se han conseguido variaciones genéticas, lo que ocurre es que esto se ha hecho a través de mucho tiempo, pero ahora esas variaciones se consiguen mucho más rápidamente.

Es posible que el 70 por ciento del maíz que hoy se consume en Estados Unidos sea transgénico, y en China se experimenta ya con distintas clases de arroz que no son más que variaciones transgénicas.

En el mundo hay hambre, y habrá más, por eso son importantes los alimentos transgénicos.

 “Los alimentos transgénicos tienen mala fama, pero los hemos comido siempre”

“Hay que ayudar a difundir la importancia de la ciencia”