Sanear conceptos ante la crisis mediática

Poner de relieve y cuestionar lo que hacemos y lo que acontece es una norma básica que permite el reciclaje, siempre deseable. Es el caso que nos ocupa. El periodismo, se suele repetir, está en crisis, en una crisis casi permanente, pero, sin duda, las perspectivas, y así preferimos pensarlo, pese a todo, son buenas o muy buenas.

Los medios son un fin, tienen unos objetivos loables y de servicio público, y conforman esa base con la cual construimos la altura media de una comunidad que se precie. Informan de lo que pasa, crean opinión, generan controversias y buscan de manera permanente la verdad o las muchas verdades de un momento y un espacio determinados.

Debemos hacernos, pues, una serie de reflexiones en este ámbito, que consideramos, sin temor a equivocarnos, maravilloso y estupendo. La comunicación no ha de soportar embestidas de un agravio constante e inhóspito que impacta en busca de audiencias. Hacer esto es jugar a muy corto plazo.

La formación y el talento construyen un futuro en la profesión, que ha de estar en un permanente reciclaje. La evolución es la base del porvenir. Hemos de oír, de escuchar, de conocer, de compartir todo lo que nos llega en forma de datos, de mensajes y de análisis. Debemos pensar cómo afrontar algunos tipos de informaciones y cómo “consensuar” el abordaje de algunas cuestiones. Veamos todos los perfiles.

Contemplar el futuro en positivo es necesario para que se produzcan resultados bondadosos para el conjunto de la sociedad. Conciliar, pactar, mirar sin travesuras y con alturas y profundidades constituyen esas condiciones que nos dan dignidad y beneficios compartidos. Además, hemos de pensar que de todo se puede solventar con buena voluntad y con actitudes, que hemos de procurar sin demora.

Las crisis significan puestas en cuestión de lo que es, respecto de lo que sucede, en relación al futuro. Las crisis son riesgos, posibilidades de terminación o de caída, pero también son opciones y oportunidades que surgen de los puntos de conflicto o de final. Podemos compartir ese parecer variopinto que nos ha de llevar un poco más allá, más lejos, con las suficientes garantías.

Los medios, sus profesionales, las Administraciones, que han de velar por un óptimo ejercicio, la sociedad misma, las diferentes organizaciones que integran las diversas comunidades vecinales, y que han de defender sus derechos, han de adecuar sus necesidades desde la máxima responsabilidad. Hay derechos que sustentar, y que se mantienen, pese a las condiciones de un modelo que fluctúa por cuestiones económicas, que se han de superar, a pesar de los quejidos. Sanear los conceptos y repasar lo que sucede es básico.

Los medios siempre cumplen su función de informar y de supervisar el ambiente que nos rodea. Ese fin ha de ser mayor en tiempos convulsos, de complicaciones y de cambios más o menos generosos. La responsabilidad ha de ser la premisa que nos ha de mover en el ejercicio profesional y en su defensa interna y externa. Busquemos el éxito espiritual: el resto vendrá poco a poco. La comunicación no sólo invita a aprender: también cura de los males de la soledad y de la ignorancia.