Piezas del puzzle comunicativo

Hemos de procurar, poco a poco, llenar las paciencias con símbolos y señales que nos han de colocar en posición de aprendizaje. Las señales llegan de todas partes, y desde todos los ángulos muestran una influencia divina, cargada de buenas vibraciones y de mejores sensaciones, que nos nublan la vista para luego despejar las incógnitas, que siempre aparecen. Es bueno, y hasta necesario, que aprendamos de ellas.

Hemos advertido deseos que nos asaltan con dudas de las grandes. Nos maravillamos por lo que sucede. Es preciso que mantengamos la capacidad de sorpresa. Nos debemos llevar bien. Sacaremos un provecho indeleble de ello.

A menudo juntamos piezas para hacer un puzzle con el que nos planteamos los regresos a los instantes en los que fuimos felices. Lo somos, y lo seremos. Hemos cabalgado por sencillas experiencias que nos aclaran todo lo que podemos hacer. Nos insinuamos regresos con unas tardías adivinanzas que nos proponen cambios justos.

No damos con los reclamos acertados en los momentos más estelares, que nos inculcan fuerzas con las que salir adelante. Hemos propiciado las voluntades mejores a los mejores precios. No podemos quedarnos en cualquier lado. Las diversiones se repiten cuando reiteramos las óptimas voluntades de amar y de entregar más a los que menos tienen.

Secuenciemos lo que debemos hacer con la mejor de las empatías. Hagamos del amor lo más grande, porque lo es, porque engloba todo, porque resume lo que pasa. La idea es, en esencia, lo que queramos que sea. Hemos de tomar en consideración los términos de las paciencias con diálogos constructivos. Nos regalamos las gracias, que hemos de trasladar a quienes colaboran con nosotros. Dibujemos lo bonito, lo bello, lo especial.

Los rastros de los pensamientos nos liberan de entornos apetecibles. No debemos marcar diferencias ahora que nos gustamos con sensaciones de difícil exactitud. Hemos atemperado las huellas de los que nos manifiestan que hemos de estar a bien con lo que sea, con lo que venga, con las gracias eternas que nos facilitan todo y más.

Predecimos algunos ejemplos, las salidas hacia los tonos más increíbles, y nos afirmamos en procesos con los que emular lo que nos complace. Hemos señalado parte del camino. El resto lo debemos hacer sin hitos, improvisando un poco, con valentía. La franqueza también contribuirá a lo que hemos de realizar.

Hay muchos vectores e influencias con los que recoger las mieles de unas existencias que se complican por la necesidad de amar. Hemos puesto todo en ese lugar donde aprender en la máxima. Iremos recogiendo los mejores deseos para extenderlos al universo que nos rodea. No cejemos en el empeño. Es cuestión de dar con todas las piezas que podamos del puzzle comunicativo. Procuremos ser integradores.