Periodismo Digital y Desarrollo Social

El desarrollo societario se sustenta en los cambios o mudanzas que se dan en la sociología de cada momento. Siempre ha sido así. No obstante, ahora es mucho mayor la mudanza. Los avances han sido tan extraordinariamente rápidos y exponenciales que nadie pone en duda el giro sustancial que hemos dado con las nuevas tecnologías. Dentro de éstas, sin duda, el “Periodismo Digital” es una referencia.

Su crecimiento es imparable, su incidencia en la sociedad es un hecho, y su evolución nos lleva a todos (a la profesión, a los que estamos involucrados en ella, y, por supuesto, a la misma sociedad) hacia un territorio de posibilidades inmensas, sin que olvidemos, claro está, los peligros que acechan a una oportunidad de este calado.

 El “digi-periodismo” es ese proceso, ese oficio, esa función que se ejerce desde los nuevos medios, desde las tecnologías de la información, que, poco a poco, han mejorado los trayectos comunicativos y los han hecho más inmediatos y cercanos. Puede que también más vulnerables, si no se toman las suficientes medidas, que, igualmente, encontramos desde los albores del periodismo tradicional, del buen periodismo, esto es, aquel que se basa en la consulta de varias fuentes hasta dar con una información veraz (tal y como nos indica la Constitución) y en el que prevalece el respeto de los derechos en función de las oportunidades reales y convenientemente “baremadas” entre todas las libertades y opciones públicas e individuales. La idea es que, cuando confluyan varios derechos, como nos dice la Doctrina, se tenga en cuenta el derecho con el que se consigue más beneficio a la sociedad por o en su cumplimiento.

 El “Periodismo Digital” es una nueva herramienta de desarrollo social. La información tiene ahora más plenitud que nunca. Llega antes, mejor, a más gente (o puede), y con más posibilidades de descifrar si es real o auténtica. Ahora hablamos de rapidez y de saturación como posibles enemigos, si no se hacen bien las cosas. Debemos preguntarnos, no obstante, si no era peor cuando las informaciones llegaban meses o años más tarde de producirse cuando ya no tenían tanta validez y, cuando a la hora de contrastarlas, podrían pasar aún más meses o más años. Pongamos las cosas en su sitio y miremos con la suficiente perspectiva, o, de lo contrario, correremos el riesgo de estigmatizar con tópicos los avances usando malos ejemplos, malas prácticas, como exponente de las circunstancias en las que las cosas se hacen evidentemente mal. Las tecnologías son buenas si se instrumentalizan bien: creo que es una obviedad que conviene repetir.

 El profesional que surge de todo este escenario, el del buen oficio comunicativo, cuenta con unas capacidades extraordinarias en el manejo de las tecnologías; y ha de tener, paralelamente, la misma deontología que se exigía a sus predecesores, en la consideración de que lo que se hace bien sale estupendamente. La actitud, la postura que tomemos, es fundamental, y lo es en este caso como en otros. Es verdad que las tecnologías nos pueden distanciar, pero también nos pueden hacer más próximos a pesar de las lejanías territoriales o sociológicas. La comunicación buena es la cercana, y aquí, con un buen uso, las TIC´s pueden ser sustanciales. Lo son.

 Con buenos propósitos, con buenos anhelos, con buenas prácticas, el “digi-periodismo” será el punto crucial para llegar a un nuevo techo de excelencia comunicativa. En este sentido, es ya un paso para que el ciudadano esté más y mejor informado. No dejemos que las nubes excepcionales de algunas malas interpretaciones o usos nos lleven por las sendas de lo que no es la vocación de las TIC´s. Éstas, indudablemente, son aliadas, y, como aliadas que son, las hemos de defender. No se trata de una promesa, sino, más bien, de una realidad con la que convivimos y que podemos disfrutar cada día. Se trata de que saquemos partido a las ventajas de la tradición y la modernidad. No olvidemos que el sentido que apliquemos ha de ser de universalidad.