Pedro Avellaneda

Pedro Avellaneda

Pintor autodidacta, nos demuestra un amplio recorrido temático, recurriendo a diversas técnicas como son el óleo, la acuarela o los acrílicos. Su autodisciplina, sumisa a la devoción de cada momento, desde la concentración a la dispersión de lo que le embarga y preocupa, ofrece como resultado un abrumador conjunto de paisajes, bodegones o cuadros meramente expresionistas con signos caprichosos que parecen responder a vivencias y sugestiones mentales de una enorme plasticidad como resultado, despertando en muchas de sus obras una especie de subconsciente. Ante todo, la obra de Pedro Avellaneda imprime esa libertad de expresión de los grandes artistas, característica tan valiosa en el mundo del Arte. No hay indiferencia por la estética en su caso, al contrario, sus cuadros tienen dotes de espontaneidad, gracia y trascendencia.

Su pintura es la huella de su vida, cada cuadro, un gesto tan natural como un paisaje baldío, un amanecer, el fluir del agua, el ocaso, un camino, dan un paso marcado en el tiempo. Paisajista por antonomasia plasma las primaveras, los otoños, cualquier estación, descubriendo de cada una de ellas los matices cromáticos producidos por la intensidad de la luz, con una técnica rápida y segura.

Pedro en sus paisajes, hermosas sinfonías de colores, pinta lo que ven sus ojos, expresando lo más efímero, sin dobleces, de una manera directa, combinando en su paleta los tonos fríos y cálidos demostrándonos su gran poder de captación.

Fotos: Luis Urbina