El cuerpo del día, de mi querido amigo Fulgencio Martínez

Juan Tomás Frutos

 

Hola, buenas noches a todos/as, queridos amigos de Fulgencio y de su obra. Hoy, precisamente, estamos aquí contentos por este encuentro, por sus motivaciones, en esta especie de ritual de presentación en sociedad de unos versos reunidos en 152 páginas y que llevan un nombre harto emblemático que nos lleva de su alma de lector a “El cuerpo del día”.  Es un título abierto, con complicidad, donde el autor tiene el atrevimiento de desnudarse y de decir muchas cosas que ha vivido, que ha soñado, que le gustaría experimentar incluso, y así juega con el lenguaje, como la propia existencia, o bien puede que su fatum juegue con él. Creo, en todo caso, que intenta arañar, y algo consigue, una fuerza y unas impresiones que a menudo nos roba la rutina cotidiana, el día a día, con prisas, con vidas ajenas, con extrañas creencias, con carencias consentidas… Aunque sea tan sólo otro juego de palabras, les animo, desde el principio, a que lean la última página y la editorial responsable de la publicación de este libro. La última hoja dice así: Se terminó de imprimir en Salamanca el 19 de Julio de 2010. Quizá el destino, en una suerte de juego él (sigo con el mismo verbo), nos ha querido subrayar que muchos años después se superan los designios de quienes creyeron en una guerra y se negaron a actos de hermandad. De ello nos habla Fulgencio o sus alter egos, y todo ello gracias a la Editorial Renacimiento, porque seguramente nuestro amado amigo persigue un ser humano renacido,  refrescado, re-conceptualizado, o puede que aceptado con sus mejores contradicciones, sin hacer daño a nadie, claro. Entremos en harinas literarias. La obra que nos ocupa se divide en tres grandes tramos. La primera se engloba en lo que Fulgencio titula: Libro I: Los grandes conciertos Creo entender que los grandes conciertos vienen de la vida, de las vidas que saboreamos, que nos cuentan, que experimentamos o que soñamos de algún modo. Son conciertos que provocan añoranzas, nostalgias, que nos llevan por estaciones y que nos hacen sosegarnos o inquietarnos con reivindicaciones o con el mismo paso del tiempo. Nos dice nuestro autor en uno de sus poemas:

“Añoro las épocas en que la libertad era una epidemia y únicamente se la podía combatir para destruirla; No como ahora, ignorándola. (El valor del arte en libertad).

Las contradicciones del ser humano, sus maldades, sus caracteres duros, sus avaricias, sus envidias, sus carencias de entendimiento en momentos extremos, le hacen decir lo siguiente: “El horror no sólo por el cadáver que yace bajo los escombros, sino por la verdad, asesinada bajo el bombardeo con que se nos convence de que esa muerte de inocentes, esa matanza, ese sacrificio lo exigen los Derechos Humanos”. (Diario de un espectador de guerra).

Y es, Fulgencio, valiente, reivindicativo, firme en su defensa de lo humano, de la misma esencia de nuestras estirpes: “Ignoran que ser hombre es construir cada día una ventana en la niebla (…) Ignoran que ser hombre es construir una ventana a otro hombre” (Provincia).

Y el tiempo duele, mientras pasa, mientras permanecemos activos e inactivos, mientras se escapa. Leemos: “A vueltas de minutos las horas dan pocos días completos” (Un mundo poco fa: aquí dice también que es un doble exiliado al sentir nostalgia de sí mismo).

Se considera, nuestro Fulgencio, y yo lo corroboro por lo que he leído hasta ahora de él, un amante de la literatura, a la que defiende como su gran valedora, como la que le ha formado en lo que es, por lo que es. La reconoce: “Gracias, porque me diste a conocer el mar y la palabra de la calle”. (Gracias, Poesía).

Es un apasionado, Fulgencio y sus heterónimos, de sus gentes, de quienes le han enseñado lo que sabe, de quienes han sido ejemplos y guías. Se acuerda de amigos en el tramo final de estos versos, en este primer libro de la obra que tenemos entre manos, y también pone en valor el quehacer y la genialidad de otros poetas: Goytisolo, Poe, Miguel Hernández…

Me quedo, finalmente, para cerrar esta breve selección de lo que he leído, una parte de un poema del que destaco los siguientes renglones:  “No hay mejor combustible que el desapego a la ambición” (Las cuatro estaciones: el invierno). Creo que vemos en este Fulgencio a la persona que conocemos de diario, presta a defender una poesía social, de su tiempo, impregnada de las personas de su contemporaneidad. Es único.

 

Vamos con el segundo tramo de este cuerpo del día. Se denomina: Libro II: Álbum de Huellas. Y, como todos, nuestro poeta colecciona momentos, instantes, mansas o no tan quietas estampas que le dan ese estoque que le muestra bravío, dinámico, vivo. Divide este libro en tres partes. La primera se denomina “Con Homenajes y olvidos”. La existencia es, sin duda, eso: reconocimiento destacado y memoria olvidadiza. Lo es biológicamente y puede que también como un mecanismo de defensa para esperar el mañana, para vivirlo, casi como si fuera la primera de nuestras jornadas. De nuevo, el leer, es decir, el conocimiento, la comunicación, le parece básico para edificar la personalidad, para ser libres. Nos resalta: “Gracias a su lectura ganamos, en el mundo, un lugar contra el miedo” (De espinas y aroma).

Sí, estamos siempre prestos a un camino que nos arropa con espinas, con clavos que son durezas que nos ponen en bretes de todo género, y, en todo momento, con los aromas de fondo para mejorar, para vislumbrar ocasiones y ponderar posibilidades. Y todo, al menos para nuestro autor, es una lucha contra la ignorancia, y contra el tiempo, puede que contra todo… Me da escalofríos cuando le leo: “Voy y vengo por mi vida gastando una cerilla en cada sombra” (Al viento interestelar).

Y llegamos a la segunda parte de este segundo libro: El viaje a mi lugar. Creo que nos lleva a donde quiere desde un principio, a la duda de la existencia, a ese eterno partir al propio origen, que desconocemos, como el camino. Nos propone: “En el café de una estación búscate entre esos tipos de camisa abierta y ojos oscuros que encuentran siempre una excusa -acudir al baño urgente o silbar- para perder su tren”. (Estación de Godot). Quizá diciéndonos a nosotros mismos si estamos dispuestos o haciendo todo lo posible para perder el tren de nuestra vida, de sus ocasiones, quizá, me digo, demos con la oportunidad de encender la llama de la ilusión que precisamos para evitar o superar esa tercera parte de poemas, que aparecen con más dudas metódicas, radiantes, como el pulso fuerte de su alma.

Ésta se llama “Y en la tormenta”, un fenómeno, una vicisitud inevitable para un ser humano inquieto, como es Fulgencio, para el que se mueve, para el que se molesta en conocer, y también para el “dejado”. La vida es un controvertido enigma. Comienza así esta parte del libro: “Dios panóptico, cárcel abierta, asilo fugaz de un día, sólo conozco de ti el deseo de ti sólo con nombrarte me vencerías triunfad, si así lo queréis digo a tus arcángeles y a sus tronos invito a tu angélica caballería vincite, si ita vultis Desceñí mi brazo para conocerte estás en medio de todas mis vidas y no te presentas, o te muestras como una niebla fría Vincite, si ita vultis (…)” (Rezo en la tormenta). Ya les anticipaba que es la vida misma, reflejada en el tormento de lo ignoto, de nuestra procedencia, del espíritu que nos anima, de lo que somos y de lo que no, con más dudas siempre… siempre más dudas. Como buena obra, tiene un trance final, que no es conclusión, que es como una especie de espacio abierto para dejarnos con buenos ecos, con fe, con esperanza en más logros, en más descubrimientos. Lo titula: “Epílogo con hospital, gozo y laurel”. Se atreve aquí a hacer algo que no es fácil, que no es otra cosa, intrépido él, que definir a un poeta: “Un poeta hoy es un tipo corriente que lleva, como acaso usted también, una anormal vida normal”. (Un poeta de hoy, inspirado por el común amigo Juan Ramón Barat). Quizá sea ése el trabajo de un poeta: decir con naturalidad lo que vive la sociedad de su tiempo, lo que experimentan y sienten las gentes en sus diversas etapas históricas. Y finaliza con un acto de pura humildad, como es él, señalando la fuente de su inspiración, y, una vez más, tiene el atrevimiento de desnudarse. Nos glosa: “El prendedor de tu pelo vale más que todos mis poemas” Eso nos subraya en su último poema (Dedicatoria a una horquilla del pelo), dirigiéndose a una anónima musa, en nombre quizá de todos sus heterónimos.

Como ven muchos espacios con ventanales abiertos de par en par, con sonrisas esbozadas de melancolía y aderezadas de fragmentos de unas ilusiones y de una fuerza que son las garras de un poeta que hoy no busca gacela, que hoy, más bien, halla en sí mismo la gacela que persigue y hiere ese león que llevamos dentro y que corre por fuera. El papel del poeta está claro aquí: describe la realidad, se rebela contra lo que no le gusta y despierta lo que son fuentes de inspiración para todos aquellos que, con curiosidad o fortuna (puede que con las dos), se aproximan a su obra que, en el caso de Fulgencio, es tanto como decir su alma, otro de esos nombres que no nombro por temor.

Buenas formas y maneras

Juan Tomás Frutos

 

Participemos en la obra de la comunicación, optimizando recursos y procedimientos desde la idea del progreso societario. Actuemos con oficio, procurando aprender con constancia, prudencia y tiempo. Progresamos, gracias al esfuerzo cotidiano, con mejorías que nos dan fines que hemos de convertir en tan fundamentales como permanentes en cuanto a las ocasiones y sus posibles resultados. Hagamos que las cabezas en equilibrio con los propios corazones sean las referencias para que las comunicaciones se produzcan con afinidad y tino. Hemos dado unas bondades que nos cobijan con criterios que motivan para alcanzar las pretensiones más queridas. ¡Ayudan tanto!  Cesamos durante instantes que pudieron servir de reflexiones. Ahora debemos superar los pactos de suerte para provocar transformaciones que nos ubiquen en los quehaceres que nos han de servir de pruebas que funcionen. No controlemos todo, pero sí algunas fuentes existenciales. Solventemos las vacilaciones y empecemos con los contrastes y conformaciones de realidades que nos sean.

Las cantidades son importantes, y también lo son las cualidades. Ejecutemos las iniciativas que nos incorporen a las actividades más fructíferas. Entendamos lo que nos ocurre con medidas más fortalecidas. Comencemos por ser y por existir con aquello que nos otorgará parlamentos con sentidos. No podemos debutar siempre. Hagamos que las suposiciones nos impulsen con emotividades consolidadas. Nos debemos reclamar las suficiencias que nos hagan licitar por lo más estimado.

Superemos los miedos a lo desconocido, a las incertidumbres también, y demos con las formalidades que nos trasladarán donde sea menester. Nos hemos conocido de dentro a afuera, y eso nos ha de dar aceptaciones que nos presentarán con reglas de compromiso basadas en fortunas no valoradas, no tangibles. Salgamos adelante con la certeza de la comunicación bien planteada. Nos hemos de ganar cada día. Contemos. Con buenas formas y maneras nos acercaremos a esos puntos neurálgicos del aprendizaje en lo humano, que es lo más relevante. Tengamos presente que querer es poder, y más en estas cuestiones.

Comunicación: corazón e intelecto

Juan Tomás Frutos

 

En materia comunicativa hemos de dar con el vértice de una pirámide de objetivos. Persigamos el equilibrio, sin dar más vueltas de las debidas. Hagamos caso al corazón, pero también al intelecto. Confeccionemos ese instante que nos ha de servir de vértice de una realidad que nos ha de distinguir con precisiones que nos lleven donde podamos compartir el conocimiento que nos une, que es más, que es ese todo que nos previene con sus intereses más creíbles. Debemos ser diestros y cautos en las medidas, en lo que nos atañe, con los envoltorios de unas conexiones que nos han de atribuir esfuerzos con sanos resultados.  Figuremos al frente de esa amistad que nos debe subrayar lo querido, lo que nos conviene, lo que es trazado ideado desde un marco excepcional. Hagamos que sea creíble esa emoción sincera con la que nos hemos de relacionar. La vida es en el nuevo trayecto que nos previene con sus bocanadas de aire fresco. Aprendemos a ser nosotros en la misma complicidad de un universo de colores con los que nos equilibramos en nuestros caminos cotidianos.

Hemos de comprender que el sí no supone ni victoria ni fracaso, sino la convicción de marchar hacia el mismo lugar donde debe haber una cierta comunión consentida. Podríamos salir adelante con las precisiones más loables. Seamos en la nueva causa, que nos sigue como si la existencia tuviera más motivos y más ideales. Hagamos caso a los corazones. Siempre definen qué hacer en caso de dudas. Contrastemos pareceres y propuestas y asintamos con las direcciones más fermentadas, que han de conexionar las rutas más eficientes.

Aunque llueva, hemos de procurar que las cuestiones fundamentales salgan con bien en un escenario donde no debe faltar lo que tenemos, que es mucho más de lo que pensamos en algunos momentos incomprendidos. Demos las gracias por anticipado. Nos hemos de explicar una y otra vez, y no dejar ni un rescoldo de vacilación que nos distraiga o nos rompa. Comunicar con felicidad, con una base de jovialidad, siempre es un sustento de gran garantía. Lo es. Las premisas están ahí, y deben estarlo en un mismo plano para verlas seguramente mucho más nítidas. No debe faltar nunca el corazón en los procesos comunicativos, que han de ser dosificados con el oportuno raciocinio.

La Red de Redes y el Periodismo

Juan Tomás Frutos

 

El avance tecnológico ha sido abrumador. Las tecnologías han variado el panorama mediático. Todos los medios de comunicación tienen, hoy en día, varios soportes. Se han convertido en auténticas corporaciones. Es una tendencia, más que una moda, una necesidad, una manera de actuar en los actuales tiempos de multi-oferta, de multi-media. Intentan jugar a varias posibilidades, habida cuenta de que buscan disponer de cuantas más opciones de captar audiencia, mejor. Recordemos que la misma competencia a través de los diversos canales, arropados por las nuevas tecnologías, conduce a una fragmentación que ocasiona que cada vez haya que competir por un menor número de consumidores de información en un trecho de pugna por llegar antes y en las mejores condiciones posibles. Además, con las TIC´s, todos los medios de comunicación que se tildan de masivos convergen en Internet, en los portales. Y todos aspiran a tener su hueco y cubrir sus objetivos de informar, formar y entretener.

Las informaciones que observamos en la Red de Redes tienen de todo: imagen, audio, textos, opiniones de los ciudadanos, pareceres de las diversas fuentes… Son más completas que nunca, pero también necesitamos, en paralelo, para llegar a ellas, más tiempo y esfuerzo que nunca antes, pues hay que buscar entre mucha oferta, y no siempre disponemos de esas horas necesarias para poder ver todas las aristas de una noticia, reportaje, informe, o lo que fuere.
La información, con la convergencia de todas las tecnologías de la información, con el avance de las telecomunicaciones y de la informática y de sus programas, es más inmediata. Llega casi al mismo tiempo que se produce.  Todo se conoce en minutos. La existencia se presenta mucho más precipitada, con lo que ello supone de ventajas y de desventajas. Las tecnologías permiten el volcado paulatino de todos los eventos y de sus circunstancias conforme van llegando los datos, a medida que se conoce lo que va ocurriendo y que se dispone de información, de fotografías y de imagen y audio. El salto que se ha dado ha sido exponencial. No podíamos imaginar tiempo atrás que pudiera ocurrir algo así. El progreso invita a lo infinito.
Por otro lado, la información es también más asequible, más rápida, más barata. No se necesitan los soportes costosos del papel, ni las grandes ni cuantiosas instalaciones de un periódico tradicional, de una radio o de una estación de televisión. Estas flamantes condiciones tienen sus pros y sus contras. Conviene que haya un equilibrio: la información ha de tener un justo precio, ya sea a través de pago, de patrocinios y/o de publicidad. La inmediatez está bien, pero es necesario emplear el tiempo necesario para poderla contrastar. No nos equivoquemos, no por no hacer bien los deberes. La accesibilidad de la información es una clara evidencia, que universaliza en el mejor de los sentidos lo que han dicho hasta ahora las Constituciones democráticas. Lo que no nos debe faltar, en esta tesitura, es una conveniente contextualización, así como hemos de defender el avance en las rutinas de un aprendizaje que ahonde más y más en las diversas cuestiones que podemos considerar principales. Optimicemos, pues, las tecnologías en el Periodismo. Los resultados son palpables. Demos cuenta de ellos. Lo importante es que saquemos partido, sobre todo, a los intangibles.

Pareceres sencillos en la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

La vida es traslado de información, es relación, es negociación, y todo desde el movimiento más sencillo, o debe ser. Constantemente comunicamos esos pareceres que nos convierten en amigos para siempre. Portemos esa afabilidad que nos ha de endulzar con estampas más que creíbles y deseables. No pongamos obstáculos a esos momentos que nos deben enseñar a ser y existir con preferencias de todo género. Nos debemos manifestar con esas gracias que en todo nos han de ayudar con esas caricias que nos preferirán con complacencias de género ideal. No quedemos en dique seco. Pongamos manos a la obra para que los diálogos sean efectivos, reales, sinceros, con fortunas y formas de todo sesgo.

La existencia nos propone mudanzas que nos simplifican algunos caracteres con esos instantes de aprendizaje continuado. Sumemos cada vez que podamos con esas sorpresas que nos han de preferir ante las vacilaciones que otros nos han de regalar con una continuidad sorprendente y que nos permitirá edificar desde la misma experiencia, en la que creemos desde que estamos juntos.
Amoldemos los espacios para que tengan la suficiente empatía. No soslayemos los criterios que podrían otorgarnos paciencias y aprobatorios anhelos de libertad. Estamos listos para cualquier comunión especial que nos invite al festín de la alegría de ser entre los demás, con los otros, con los que se revisten de una fugacidad que todo lo ha de proponer para que también todo sea en relación al conjunto, en la propia globalidad que nos refiere desde el inicio de cada actividad humana.
Hablemos de lo que somos, de lo que sentimos, de lo que nos propicia una dicha basada en el conocimiento y en la afición por lo que goza de sentido y sensibilidad en partes suficientes. Tomemos nota para compartir y aprender de lo que nos sucede, que tiene un sentido que hemos de hallar. No olvidemos que las cosas son más sencillas de lo que, en principio, parecen. Comuniquemos ese sentir. El beneficio es común.

La dinámica de la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

Busquemos la agilidad en las mentes y en los cuerpos, como si fueran unívocos en los procesos de la comunicación. Ésa puede, o debe, ser la tendencia. Nos debemos cobijar a la sombra de ese conocimiento que nos viene de la relación con los demás, que son los referentes de los que hemos de aprender en positivo, cada vez que podamos, asumiendo que las cuestiones se han de trasladar con el mejor de los bagajes, poniendo los acentos en los sitios donde tienen sentido.  Hemos de disponer las creencias del modo que nos gusten con esos implementos que nos son entre cortejos que nos proponen con deberes que nos sirven de testimonios serios con unos procesos de entendimientos en lo mínimo y buscando lo máximo. Sirvamos ese té de la calma que nos antecede con los bosquejos más entendibles y humanos.

Apreciemos lo que nos circunda con los compromisos que hemos de dedicar con unos elementos de paciencias infinitas. Hemos de procurar que las cuestiones que nos interesan aparezcan con jugosas pretensiones y en fases y procedimientos de los que podamos extraer ciertas conclusiones. Pongamos por caso lo que es o debe ser petición de obra finita con todas sus posiciones de consolidadas actitudes que han de definir la paz con las alturas que miran hacia el lado más adecuado.

Dispongamos los mejores procedimientos para otorgar las razones con las que solventar las carencias y dudas que nos surjan, que, por otro lado, parecen inevitables. No secuenciemos lo que no parece tener sentido en la misma distancia que nos otorga espacios que no siempre vemos. Advirtamos el ser.

La comunicación es básica, como siempre nos decimos, pero lo es mucho más que tenga esa base de racionalidad y de afecto que nos convierta en auténticos protagonistas de nuestras existencias, que han de crecer sin temores y con coraje. Presintamos los procesos con una etiqueta que rubrique las afirmaciones con las que hemos de construir, con dulce entusiasmo, la realidad en la que nos movemos.

Circulemos cada vez que podamos con esa aureola que ha de transmitir información y devolverla un poco reciclada, con el acicate de un constante aprendizaje que no ha de tener más mérito que el mirar al futuro sin condicionantes cerrados: todo ha de permanecer abierto, dinámicamente abierto. Por ahí va el itinerario de lo comunicativo.

Valor y bienestar en comunicación

Juan Tomás Frutos

 

Apostemos por el valor y por el bienestar en cuestiones comunicativas. Continuemos. Mantengamos el tipo en los procesos de comunicación que nos ponen en ese trayecto donde la voluntad moverá absolutamente ese anhelo de conocimiento y de libertad en las relaciones humanas. Separemos la paja de lo importante en los negociados que nos proponen ansias de gran auge y autonomía. No seamos insensatos en las largas esperas que nos descomponen las imágenes de quienes vibraron con cuanto hacemos en un nuevo fin con reglas que iremos aprendiendo y practicando. No fijemos posturas.
Abramos con tranquilidad ese afán que es portentoso con unas fórmulas de divinas apariencias con soniquetes de pasión. Los instrumentos de libertad tienen su eje en el conocimiento, en esa sabiduría que se cruza con la experiencia y que lo es porque debe serlo. Evitemos los rompedores deseos que nos impulsarán para estar en ese desván donde las causas nos serán las mejores imágenes de licitación por saber y por dar parte de ese saber.

Nos debemos amparar con esas estampas que son resúmenes de los momentos de contento que fueron con normas sacadas de su sitio. Nos situamos en el suelo con posiciones que presentan polarizaciones que han de derivar hacia amistades conseguidas. Superemos con esmero las razones que nos hacen litigar inútilmente, y tratemos de entender lo que ocurre en un camino sin trampas. Los elementos nos han de soportar en las creencias que nos tocan de lleno, o que incluso nos rozan.

Hagamos acopio de todo lo que hemos conocido, de cuanto hemos dado con aprendizajes superiores. Todo ello se ha de realizar con tranquilidad, con calma, con vueltas para saber con precisiones de cada día que hemos de juntar para que tengan un valor sin enfrentamientos. Pongamos que todo irá bien. Será. Las señales comunicativas han de ser interpretadas y rentabilizadas para el compromiso común.

El profesor Thomas Wilson defiende la libre circulación de información en su investidura como doctor honoris causa

Honoris Wilson 1

El profesor emérito de la Universidad de Sheffield Thomas Daniel Wilson reflexionó hoy, en su discurso de investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Murcia, sobre la calidad de una democracia en la que la información fuera proporcionada solamente por la clase política o los intereses comerciales.

 

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Lugares comunicativos de felicidad

Juan Tomás Frutos

 

Pensemos con el afán de dar con la dicha. Busquemos las intenciones con unas moradas de consejos que nos han de adelantar con resortes poderosos. Hagamos que todo funcione con una viabilidad de aseguraciones plenas. No colguemos los anhelos de conocer en lugares donde no comprendamos que la vida es lo que es con sus reforzamientos constantes.
No hagamos acopio de lo que no comprendemos. Sigamos con las intenciones de unas paces que nos han de adecuar los discursos mientras pueda ser. La existencia nos ha de preferir con sus consumaciones más ciertas y válidas. Hagamos que todo funcione. No hemos alterado lo que fueron rastros de poderes basados en el aprendizaje solidario.
Prefiramos los mejores afectos con sus insistentes planos de gozo y de lucha para dar con las alturas de miradas consumidas en las voluntades de superación, que han de seguir ahí, con gozo, con sus plenos poderes sin instrumentos vacíos.  Sintamos los reflejos de las existencias que nos rodean con sus toques de atenciones básicas. Nos hemos de insistir con sus imágenes más queridas, que nos han de alimentar desde egos aconsejables para dar con los elementos internos de los demás.
Nutramos con experiencias ese camino que ha de indicar los momentos álgidos en los que nos hemos de hallar con experiencias de complacencia conseguida y consentida. No hagamos caso a miradas distintas y distantes de ese espacio donde hemos de estar. Nos confundiremos, en la medida de lo posible, para buscar palabras de consenso.
El encuentro es ese escenario en el que nos gustaría movernos, y así debe ser.  Aprendamos a empatizar con los demás, a coaligar ideas, a infundirnos respetos de trasiegos comprensibles. Todo será en la medida en que nos esforcemos con secuencias medio mágicas. Reservemos los mejores momentos, los espacios de liderazgos anónimos que nos inviten a reflejar que las cosas son cuando imaginamos y deseamos que lo sean. El esfuerzo es un cimiento básico para todo lo que contribuye, o debe, a que seamos más humanos en lugares de felicidad. Están, aunque a veces no lo parezca, por doquier.

UNIVERSIDAD DE MURCIA