Mario Bunge, un filósofo descreído y defensor de la Ciencia en la UMU

Cuando, en abril de 2008, el Rector José Antonio Cobacho leyó en su despacho al físico y filósofo Mario Bunge retazos de una entrevista que había sido publicada en la revista Campus en 1988, el pensador ironizaba sobre lo poco que había cambiado el mundo y él mismo en todo ese tiempo, y se remitía al tango (20 años no es nada), con la ironía que le caracteriza, y añadía “Tengo sólo dos rémoras: soy argentino y sordo”.


Entonces había realizado un diagnóstico del mundo válido también para ese momento, citando como los males de la Humanidad el belicismo, la explotación de recursos, la contaminación ambiental y una superpoblación que nos aboca a un consumo excesivo de recursos naturales. “En una cosa sí hemos avanzado: en la conciencia de que son desastres y de que algo hay que hacer al respecto”.
Cuando en 1982 Mario Bunge recibía el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, sólo le había precedido la filósofa María Zambrano. Era el reconocimiento a este físico-filósofo, cientifista y materialista, luchador incansable contra las pseudo-ciencias (la homeopatía entre ellas), crítico con el existencialismo, la fenomenología, el posmoderismo y la hermenéutica, y autor de medio centenar de libros y medio millar de monografías, doctor Honoris Causa por 21 universidades…
En su visita al Rectorado, cuando estaba a punto de cumplir 87 años, el investigador nos anunció la inminente publicación de su libro “Political philosophy” y estaba trabajando en una nueva publicación: “Materia y mente”, además de ofrecer la noticia de que acababa de aparecer en castellano el primero de los ocho tomos de su “Diccionario de Filosofía”.
Hoy, a unos días de cumlir 97 años, Bunge (a quien José Luis Pardos tildó de poseer una ” longevidad prolífica, mítica e incomparable”) continúa trabajando.
Mario Bunge había acudido en 2008 a Murcia invitado por la Fundación los Álamos, presidida por el embajador José Luis Pardos, en cuyo seno desgranó algunas perlas de su saber en varias conferencias. También lo hizo en el Rectorado de la UMU, donde asistió divertido e irónico a la rememoración de sus pensamientos en aquella vieja entrevista publicada en la revista Campus.
Allí volvió a ser la voz crítica y a contracorriente de siempre, atacando a los filósofos (“casi todos ellos han contribuido a empeorar la sociedad”), se mostró excéptico con las nuevas tecnologías: la información, sin el conocimiento, no es nada”, defendió una filosofía científica: “Es imposible que los filósofos filosofen de conceptos profundos sin saber de Física. Criticó al Papa Benedicto XVI, del que dijo que alienta una nueva cruzada, a Bush y a las religiones: “Las morales religiosas son todas inmorales”, y a la ideología neoliberal, “que tantas cosas negativas ha acarreado al mundo”, y se quejó de que la desigualdad social y económica aumenta sin cesar en el mundo.
Abogó por una educación diderente, con menos memorización, más discusión y más trabajos experimentales.