Daniel Pelegrín-2

“La preocupación por la musicalidad en el lenguaje literario está siempre en mi obra” (Daniel Pelegrín, ganador del premio al libro del año)

 

“Se puede vivir dentro de una novela, y también dentro de algunos poemas, de algunos cuadros”

La novela “Dos olas”, del escritor Daniel Pelegrín (Murcia, 1973), publicada por Tropo Editores, ha conseguido alzarse con el premio al libro murciano del año 2013, una distinción que otorga la Fundación de amigos de la Lectura, que le será entregado el próximo miércoles, día 17 de diciembre, en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho, a las 18’30 horas.

Se trata de la segunda novela de Pelegrín, después de “Estragos”, (Calambur, 2000). “Dos olas” narra la historia de dos mujeres solas, de dos períodos bien diferentes: Inés do Carmo que en el siglo XVIII se gana la vida como curandera y hechicera, y Adélia, una mujer que intenta reconstruir su vida tras un aborto.  Recuperar la historia del proceso por brujería de Inés do Carmo se convertirá en el objetivo de Adélia.

Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en enseñanza de Español Lengua Extranjera por la Universidad de Barcelona, Daniel Pelegrín habla en esta entrevista de su pasión por la literatura, de las cosas que le motivan a la hora de adentrarse en la lectura de un libro y también de la aventura que supone escribir una nueva obra.

-P: Háblenos de “Dos olas, su última novela”. ¿De dónde le vino la idea para escribirla?

-R: La idea surgió en Lisboa a finales del verano de 2006. Yo vivía en una vieja buhardilla de la rua de São Bento, en un barrio que había sido de mayoría africana y en el que aún se percibía la huella criolla. La curiosidad me llevó a leer y escuchar. A eso se sumó la reivindicación por la despenalización del aborto en Portugal, que se alcanzó unos meses después. Ambas cosas se unieron de forma natural en mi cabeza, y así surgió el personaje de Adélia y la parte de la novela ambientada en el presente. Paralelamente, estaba leyendo sobre la Lisboa negra y su historia, y empecé a investigar sobre la presencia africana en Portugal a lo largo de la historia, y particularmente sobre la esclavitud. Los materiales encontrados e imaginados necesariamente tenían que articularse en una narración en la que las mujeres tuviesen la voz, y me propuse tratar de borrarme lo máximo posible.

-P: ¿Tiene algún sustrato real? ¿Existió una Inês do Carmo?

-R: De una forma u otra, todo lo que escribo parte de la realidad, y eso sirve para ambas partes de esta novela. Inês do Carmo, que narra y protagoniza la parte ambientada en el siglo XVIII, existió realmente: fue una esclava negra de origen angoleño que fue acusada de brujería y procesada por la Inquisición portuguesa. Me documenté a fondo sobre la persecución inquisitorial en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo, y allí encontré, entre otros, su expediente. Evidentemente, no decía mucho de quién había sido aquella mujer, de cómo pensaba o sentía. Eran legajos con decenas de cartas, actas y documentos sobre su persecución, juicio y penitencia. A partir de esos datos limitados construí la vida de mi Inês do Carmo, accidentada y dura, que ella misma cuenta con desparpajo e ironía.

-P: El próximo día 17 recibirá el premio al libro murciano del año, otorgado por la Fundación de Amigos de la Lectura ¿Qué ha supuesto esta distinción para usted?

-R: Una gran alegría, claro. Es muy especial por muchas razones: Para empezar, porque es en la región donde nací y viví mi infancia y adolescencia, lo cual supone además un vínculo afectivo importante para quien vive fuera de su propio país. Me parece estupendo por otra parte que sea un premio promovido por una fundación formada por lectores. Y, por encima de todo, me gusta que se premie “Dos olas”, una novela por la que siento mucho apego, por el esfuerzo que supuso su escritura, y por lo que costó verla por fin editada.

-P: Me llamó la atención la afirmación de Bárbara Fernández de que algunos pasajes de su novela debían ser leídos en voz alta…

-R: Lo han dicho varias personas, tanto lectores, con quienes he hablado, como críticos literarios en sus reseñas. La preocupación por la musicalidad en el lenguaje literario está siempre en mi obra. Tanto cuando escribo como cuando leo a otros, uno de los aspectos que más placer me produce es la sonoridad de lo que se dice. Pero no basta, claro: por encima están las ideas y la narración de una historia. Es, por una parte, la fuerza de los relatos orales de la antigüedad y de otras culturas, y por otra la posibilidad de recitación. La poesía a menudo la leo en voz alta, sea en español, portugués, francés o italiano (y en inglés, aunque allí necesite más la traducción). Trato de llevar esa necesidad de llevar la poesía a mi escritura narrativa cuando lo creo conveniente. Es algo que ya han abordado otros autores: recientemente Juan Goytisolo escribía un artículo en El País sobre esa fértil relación entre novela, música y poesía. Dependiendo de lo que se esté escribiendo, el trabajo del lenguaje es distinto, claro. Como lector, aprecio tanto libros en donde hay esa preocupación, como otros donde la riqueza de ideas o una narración viva va por delante de la prosa.

-P: Usted ha vivido dentro de “62, modelo para armar”, de Julio Cortázar.¿Cómo se vive dentro de una novela?

-R: Si una novela nos parece realmente buena, ¿quién no siente que vive en ella, o que viaja dentro de ella? Porque una narración intensa, llena de sugerencias, de referencias, de pulso vivo, de personajes poderosos, puede ser un lugar donde aposentarse, u otra forma de viajar. Yo he vivido dentro de esa novela de Cortázar que ha mencionado y también dentro de muchas otras novelas de autores muy diversos, desde Dostoievsky, Kafka o Joyce hasta los clásicos vivos y algunos autores actuales menos conocidos. En ellas sentía que yo estaba en las palabras, que eso que allí ocurría me concernía, aunque fuese por ejemplo la historia de un agrimensor que no consigue llegar al castillo, porque todos hemos sentido alguna vez la impotencia y la inaccesibilidad del poder. Se puede vivir dentro de una novela, y también dentro de algunos poemas, de algunos cuadros. No es nada extraordinario, le pasa a mucha gente: algo de ti entra en la materia de lo que se enuncia, no te limitas a usarlo como objeto de contemplación o como mero pasatiempo.

-P: ¿Qué es lo que persigue a la hora de escribir una novela?

-R: Pues no sé si lo sabría definir, quizá demasiadas cosas. Podría decir que mediante la ficción trato de formular algunas preguntas o de expresar algunas dudas que me preocupan y que no sabría afrontar de otra manera. Suena bien, y sería en parte cierto, pero no termino de creérmelo. Desde luego, escribiendo novelas no pretendo conocerme a mí mismo. Lo que sí sé es que al escribir busco entrar en otras identidades distintas a la mía. Es algo más que un mero juego de máscaras o travestismo: es intentar pensar y sentir como otro, como otra. Vivir otra vida, sí. Pero también tratar de resolver problemas y dramas que yo no tengo, y afrontarlos de una manera diferente a como seguramente trataría de hacerlo yo. Es una forma de salir de mí, un desplazamiento.

 

 

 

En primera persona

 

Si una novela nos parece realmente buena, ¿quién no siente que vive en ella, o que viaja dentro de ella?

Al escribir busco entrar en otras identidades distintas a la mía.