La Convalecencia celebra sus bodas de plata como sede del Rectorado de la Universidad de Murcia

Una exposición repasa sus 25 años de historia como inmueble emblemático de la UMU

25 años han transcurrido desde que en La Convalecencia, uno de los edificios más emblemáticos de la Región, se instalara la sede del Rectorado de la Universidad de Murcia.
Para celebrarlo se ha organizado una Exposición que, con el título “Edificio de Convalecencia: 25 años de vida de la Universidad de Murcia”, intentará mostrar cómo ha sido este cuarto de siglo de la existencia del inmueble como Rectorado. La actividad está organizada por los Vicerrectorados de Coordinación y Cumunicación y el de Extensión Universitaria y Administración Electrónica, y cuenta con el comisariado de Ana Martín Luque y Pascual Vera.

La muestra puede verse desde hoy, martes 9 de octubre, en el vestíbulo del propio edificio. Previamente a su inauguración, a las 19 horas, en la Sala de Juntas, “Rafael Fresneda Collado, director del Archivo General de la Región de Murcia, pronunciará una charla que, con el título “El edificio de la Convalecencia de Murcia, referencias históricas”, realizará un recorrido por los avatares de este inmueble desde su inauguración hace cien años, remontándose asimismo a otras “Convalecencias” murcianas.

En sus 25 años como sede del Rectorado de la Universidad de Murcia, el edificio de Convalecencia se ha convertido en un referente de la cultura, de la ciencia, de la investigación… En sus dependencias se han celebrado centenares de exposiciones, presentaciones de libros, iniciativas culturales de toda índole, presentación de proyectos científicos y conferencias, y se han dado a conocer a la sociedad, a través de la prensa, los acontecimientos más diversos relacionados con el mundo académico.
Por el edificio han desfilado embajadores, rectores, empresarios y políticos, personalidades, en fin, del mundo de las letras y las ciencias, que han puesto de relieve la íntima relación con la sociedad de una Universidad que está a punto de convertirse en centenaria.
Y además de todo ello, ha sido el lugar de trabajo de cientos de profesionales de la Universidad de Murcia durante cinco lustros, al igual que los cinco equipos rectorales que durante este tiempo el gobierno de la principal institución murciana de estudios.
Campus se suma a esta efeméride ofreciendo un recorrido histórico de este emblemático edificio murciano y la descripción de los pormenores que acompañaron a su incorporación al patrimonio de la Universidad de Murcia

Edificio de la Convalecencia, visto desde el parque Ruiz Hidalgo.
Edificio de la Convalecencia, visto desde el parque Ruiz Hidalgo.

La inauguración oficial del edificio de la Convalecencia
El 30 de noviembre de 1915, coincidiendo con la festividad de San Andrés, patrón de la institución benéfica, se realizó de manera solemne, en pleno corazón de Murcia, la inauguración del edificio.,
El prelado de la diócesis efectuó la primera misa en la capilla del edificio, pronunciando en ella un discurso en el que instaba a las madres de la Caridad a que “por su virtud y por su compostura, sean el ejemplo de los convalecientes, que deben salir de esta casa sanos de cuerpo por la asistencia y sanos de alma por el ejemplo”.
La prensa se hizo eco con profusión del acto, calificando el edificio de suntuoso y alabando “el buen gusto que ha presidido en la ornamentación y mobiliario”.
convalecencia y parque ruiz hidalgoEl diario El tiempo proporcionaba ese día en su edición de tarde una extensa crónica en la que realizaba un prolijo recorrido por el inmueble: en la planta baja destacaba la capilla, de estilo gótico, presidida por un retablo obra de Anastasio Martínez con una imagen del Sagrado Corazón de Jesús,  flanqueado por figuras de la Purísima y San Andrés, a quien estaba consagrada la capilla. Una pequeña sacristía exhibía “suntuosas cajoneras”, obras de Jesús Frutos Valiente. En la actualidad, la capilla es quizás la parte que menos ha cambiado del inmueble, si bien no se conserva en sus hornacinas ninguna de aquellas obras.
En la misma planta existía también una sala de juntas y, anexo a la misma, el despacho del director, en aquellos momentos, el chantre de la catedral, Jesús  Romero, que establecería su residencia en la planta. Albergaba también aquella planta baja los comedores para los enfermos, con “luz abundante y magnífica ventilación”, con dos mesas de mármol y pié de hierro.
La primera planta o planta principal, ocupada en la actualidad por el despacho del Rector y Secretario General en su ala derecha y el del Presidente del Consejo Social en la izquierda, albergaba cuatro grandes dormitorios comunes, dos para hombres y dos para mujeres. El mobiliario no podía ser más austero: junto a cada cama había un lavabo, una mesilla de noche y una silla.
1915-1920La amplitud del nuevo edificio, que rebasaba ampliamente las anteriores “convalecencias” dependientes de la Fundación, hizo posible que el nuevo inmueble pudiese admitir a bastantes más enfermos, ya que hasta entonces su capacidad máxima había sido de cinco y, a lo sumo seis enfermos por sexo. Fue el nuevo director del centro, Jesús Romero, quien informó al prelado de que existía la posibilidad de acoger a más enfermos, por lo que, una vez autorizados por éste, se curso solicitud a la Santa Sede para ampliar su número hasta los 28 totales, aunque como veremos, en casos excepcionales, como la repatriación de los enfermos del Ejército de África, se aumentó hasta la treintena.
Los enfermos que iban al edificio de Convalecencia debían pasar antes por el Hospital de San Juan de Dios, pero con las nuevas instalaciones, se podía dar entrada a otros convalecientes murcianos aunque no hubiesen pasado por dicho hospital.
El último piso del edificio, es decir, la segunda planta, hoy destinada a los despachos de los Vicerrectores se destinaba a las habitaciones del director del establecimiento y a las hermanas de la Caridad que prestaban sus servicios de asistencia a los convalecientes.
“Los desvalidos –acababa afirmando el reportaje-, que por la caridad del señor Romero encontrarán el remedio de su dolencia en ese período en que les es más necesario el cuido, bendecirán este hermoso rasgo que después de la fundación vendrá a constituir un hecho memorable en la historia de su benéfica institución”.

La Convalecencia en obras, 1986, poco antes de convertirse en Rectorado de la Universidad de Murcia.
El edificio de la Convalecencia en obras, a mediados de los ochenta.

Construir la Convalecencia costó 178.000 pesetas
A comienzos de 1912 el diario El Liberal alude ya a “la magnífica reedificación de la Convalecencia, que se está concluyendo con fondos de fundaciones también eclesiásticas, prueban que no son estos tiempos tan malos como se suponen”. El artículo afirmaba que la nueva Convalecencia “ya se alza artística, alegre y grandiosa entre los monumentales edificios que decoran la orilla izquierda del río desde la Glorieta hasta la plaza de las Barcas”, proponiendo sustituir este nombre por el de quien hizo posible esta nueva construcción.
Para hacer el nuevo edificio, de proporciones bastante mayores que su antecesor, fue necesario adquirir todas las casas que formaban parte de la manzana en la que estuvo ubicado el antiguo. En octubre de 1911 comenzó el derribo de esos edificios contiguos al primer cuerpo de la nueva construcción: “En breve –decía- una nota del diario- se trasladarán los enfermos y las hermanas de la Caridad a la aparte ya terminada, acabando todo el derribo de la parte de la Calle de Ceballos y comenzando en breve la nueva edificación”.
Precisamente esta circunstancia dio lugar a que el maestro albañil de la obra fuese denunciado ese mes por ordenar que se hiciese el derribo de esos inmuebles contiguos al edificio que se estaba construyendo.
En 1915 el Hospital de la Convalecencia es ya un hecho. En julio de 1915, con motivo del fallecimiento de Manuel Mérida Pérez, Chantre de la Catedral, el diario El Tiempo dice lo siguiente: “El antiguo y destartalado edificio que tuvo la convalecencia gracias a su iniciativa y con las economías obtenidas por sus ilustres antecesores y las que pudo conseguir él durante su cargo, se ha convertido en un suntuoso palacio en donde los convalecientes encuentran los medios para restablecer sus fuerzas”.
El costo de la nueva obra, adjudicado en pública subasta, había ascendido a 178.000 pesetas, poco más de mil euros de la actualidad…

Imagen actual de la Convalecencia. Foto: Luis Urbina.
Imagen actual de la Convalecencia. Foto: Luis Urbina.

El nuevo edificio pronto se convirtió en referencia de esta parte de la ciudad: las alusiones a la Plaza de la Convalecencia –hoy más conocida como plaza de la Cruz Roja- son frecuentes en la prensa de la época. El cronista de la ciudad José María Ibáñez proclamaba en un artículo, publicado por el diario La Verdad en un especial de diciembre de 1922, que la obra, por su importancia y prestancia, daría nombre a José Antonio Rodríguez, el arquitecto municipal a cuyo cargo corrieron el proyecto y la dirección de la misma. Este arquitecto había ya realizado seis años antes la Casa Díaz Cassou, y casi al mismo tiempo que el edificio de la Convalecencia realizó la Casa de los Nueve Pisos. También es obra suya el edificio de la Ferretería Guillamón.
“El sitio –afirmaba en su documentado artículo José María Ibáñez- amenísimo por sus deliciosas lontananzas, la amplitud de los aposentos, la riqueza de materiales, en adecuidad (sic) con las sobrias y elegantes líneas del proyecto ejecutado, dan al edificio el aspecto de un palacio, levantado en beneficio de aquellos desgraciados que, en su indigencia, carecen de medios (alimento y casa) para el recobro de su salud”.
Ibáñez finalizaba su escrito ensalzando la bondades de la Fundación que sostenía la Convalecencia: “Cuando tantas fundaciones de instrucción y de beneficencia en Murcia han sufrido las transformaciones consiguientes a las de su régimen económico jurídico, radicalmente modificado por las revoluciones políticas del pasado siglo, es grado contemplar cómo la fundación de la Convalecencia, lejos de tener menoscabo, con el tiempo ha renacido a nueva vida. ¡Sólo Dios sabe si por ella vela desde las alturas su fundador insigne! Debemos suponerlo piadosamente, en gracia de que se propuso realizar una gran obra de misericordia ‘muy del agrado de Dios’ y con miras ‘al bien público de esta ciudad’”.

El comisario europeo Manuel Marín, promotor del programa Erasmus, visitó la Convalecencia para explicar sus características antes de ser puesto en marcha.
En 1987, el comisario europeo Manuel Marín, promotor del programa Erasmus, visitó la Convalecencia para explicar sus características antes de ser puesto en marcha. Foto: Pascual Vera.

Heridos de la Campaña de África en la Convalecencia y un suicidio
En 1921, la campaña de Abd el-Krim y el desastre de Annual provocan numerosas bajas en el ejército español, y son muchos los heridos que comienzan a llegar a nuestro país. En Murcia se hacen cuestaciones, se recauda dinero y los comercios se vuelcan con los heridos. Las papelerías se ofrecen a facilitar el papel y los sobres que necesiten los soldados heridos para escribir a sus familias… “En general se advierte en todas las clases sociales de Murcia el deseo de atender y favorecer con esplendidez a los heroicos huéspedes”, afirmaba el diario La verdad el 12 de octubre de 1921.
El patronato de la Convalecencia ofrece el inmueble para “alojar a enfermos convalecientes de la campaña”.  Jesús Romera, director de la Convalecencia, animó a las autoridades civiles y militares, según sus propias palabras a que “si lo tenían a bien, vayan mandando a todos los soldados convalecientes a este benéfico establecimiento, donde se les facilitarán todos los medios necesarios para recobrar su salud”.  A mitad de octubre son ya 28 los enfermos que son atendidos en la Convalecencia, asegurando que, conforme quedaran camas vacantes, se irían proveyendo con otros heridos que esperasen su turno. Durante los meses siguientes, las dependencias del edificio continuaron recibiendo a víctimas del conflicto.
El 5 de abril de 1927 tiene lugar en el edificio un dramático suceso: un enfermo de 49 años se arroja por uno de los balcones de la Convalecencia, muriendo poco después.

La Guerra Civil
La contienda civil impulsa a destinar el edificio de la Convalecencia a otros usos.  El primero es como Comisaría Civil de la Base de Murcia, encargada del reclutamiento de voluntarios para el ejército. Y ello a pesar de la campaña en contra emprendida por el diario “Nuestra Lucha”, que en agosto de 1936 se expresaba así en portada: “…queremos expresar ahora nuestro juicio adverso a que en un local dedicado a una función benéfica de indudable importancia que afecta fundamentalmente a las clases humildes se instituya esa comisión movilizadora”.
Al año siguiente se instala en el edificio el Comisariado Político, encargado asimismo de gestionar la incorporación de los nuevos voluntarios al ejército.
En un momento del conflicto, el alcalde Piñuela hizo un llamamiento, rogando a “los elementos refugiados, militares, etc. se abstuvieran de ocupar locales destinados a escuelas”, pues –afirmaba en el diario “Nuestra lucha” el 11 de agosto de 1937- “sin olvidar las cuestiones primordiales de guerra conviene tener en cuenta la trascendencia nacional de la misión educativa y, además, porque existiendo edificios que no cumplen la alta misión de la enseñanza, bien pueden ser ocupados antes que los locales escolares”. El alcalde intentó destinar el edificio de la Convalecencia a escuelas, “con las comodidades necesarias”, pero su intento debió ser infructuoso, pues poco después se instalaba en la Convalecencia la Comandancia Militar.
En fechas ya próximas al final de la contienda, los sótanos de la Convalecencia acogieron el refugio número 14, “en perfecta disposición de ser utilizado en caso de alarma y bombardeo aéreo”. Su sólida construcción y gruesas paredes ofrecían un refugio seguro a los murcianos.

Intentos de venta
En junio de 1942 la Junta de Patronos Administradores había solicitado al Ministerio de la Gobernación  autorización para vender el edificio, por considerar que ya no era adecuado para acoger a convalecientes.
En 1944, el Ministerio de Educación Nacional inició expediente de expropiación para destinar el edifico a Escuela de Comercio de Murcia, pero dificultades jurídicas y económicas  lo dejaron en mero intento.
El edificio se dedicó durante unos años a Gobierno Militar y, posteriormente, albergó a sacerdotes ancianos e impedidos.

La Universidad de Murcia pugna por la Convalecencia
En octubre de 1977, por decreto ministerial, los fines de la fundación “Chartre Rivera” se amplían a sacerdotes ancianos y familiares o carentes de asistencia. Esta circunstancia impulsa al año siguiente a Pedro Pérez García, Chartre de la Catedral de Murcia y administrador de la Fundación, de acuerdo con el Obispo de la Diócesis y el pleno del Cabildo catedralicio, a ofrecer la finca a las autoridades murcianas, para poder edificar con los frutos de la venta una nueva residencia “funcional y adecuada a los tiempos presentes”.
Pérez García ofrecía “el edificio de la Convalecencia, uno de los más nobles de Murcia, por su ubicación, solidez, buen estado de conservación y dimensiones (3.109 metros cuadrados, divididos en tres plantas y sótanos)” por si entrase dentro de los cálculos de posibles adaptaciones o ampliaciones futuras para algún órgano competente.
Los peritos reconocían su perfecto estado de conservación y solidez, estimando que el valor por metro cuadrado de la obra podría ser de entre 30 y 35.000 pesetas el metro cuadrado, por lo que el la valoración del edificio se estimaba 100 y 110 millones de pesetas (a 32.300 pesetas el metro aproximadamente).
El Rector José Antonio Lozano Teruel es quien se interesa por el inmueble. En esos momentos de comienzos de los años 80 la Universidad de Murcia sufre un agobiante problema de espacio, y sus instalaciones resultan insuficientes para albergar los diferentes centros así como a 1300 profesores y miembros del Personal de Administración y Servicios y los más de 15.000 estudiantes que cursan alguna titulación en la Universidad murciana.
La Diputación de Murcia ha cedido algunos edificios que permiten el funcionamiento de estudios como Ciencias Económicas y Empresariales o la sección de Biológicas, pero continúan siendo claramente insuficientes. En estas condiciones, un ofrecimiento del Ministro de Educación y Ciencia, realizado el 9 de octubre de 1981, con motivo de la inauguración del curso, llega como un providencial asidero para las aspiraciones de la Universidad de Murcia: la posible compra del edificio de Convalecencia para instalar de manera inmediata el Rectorado, los Vicerrectorados, Secretaría General, Gerencia, Servicios administrativos, Centro de recursos de infraestructura de investigación, tales como el Centro de Proceso de Datos, Publicaciones, etc., así como algunas actividades culturales específicas, lo que podría descongestionar de modo rápido el recinto universitario de la Merced, afectando de manera positiva a las Facultades de Derecho, Filosofía y Letras y Ciencias.
El Ministerio de Educación y Ciencia ofreció comprar el inmueble de manera rápida por 80 millones de pesetas, que el Ministerio se comprometía a pagar con fondos diferentes a los asignados de modo habitual a la Universidad de Murcia.
Sin embargo, este ofrecimiento abre la caja de Pandora, produciéndose una disputa por la propiedad del edificio del que se haca cargo profusamente la prensa.
“Diputación y Obispado se disputan ‘La Convalecencia’”, afirmaba un titular del diario La Verdad el 3 de noviembre de 1981, mientras al día siguiente se afirmaba en otro que “La Convalecencia no es de la Diputación ni del Obispado”, “Es de la ‘Fundación Chantre Rivera’, según su presidente nato”, asegurando que “Su venta está prácticamente hecha, en 80 millones, al ministerio de Educación”.
“¿De quién es la Convalecencia?” Se preguntaba retóricamente el mismo diario, para afirmar a continuación que “Los documentos desmienten a la Diputación” y que “Según dictamen oficial emitido por el ministerio de Trabajo “La Convalecencia pertenece a la Fundación”.
Aun vendrían los tataranietos de Sebastián Caballero, supuesto heredero del edificio, a incrementar la confusión, afirmando el día 11 de noviembre de 1981 que “La convalecencia es nuestra”, especificando “Aunque no piensan reclamar nada, de momento”. “Nos da rabia que los socialistas se queden con algo que siempre ha sido de los curas”, destacaba otro titular.
El diario Línea, por su parte, se decantaba por una prolija historia de los hospitales de beneficencia en Murcia, afirmando el 13 de noviembre “Según un trabajo del doctor Martínez-Hernández”, en tesis doctoral dirigida por el profesor Pedro Marset, que “En Murcia hubo varias Convalecencias”, remontándose el artículo hasta comienzos del siglo XVII. El artículo tuvo continuación dos días después con otro que, bajo el epígrafe “Polémica sobre la Convalecencia”, se titulaba “Ocho años de litigios por las leyes de la Beneficencia”.
Afortunadamente todos los problemas acabaron solucionándose, el edificio se sometió a una profunda remodelación liderada por el Arquitecto Manuel García Cerdán y, en junio de 1987, el equipo del Rector Antonio Soler y distintas dependencias comienzan a trasladarse a la Convalecencia.
Han pasado 25 años, un cuarto de siglo pleno de actividad y de acontecimientos. Hoy, la Convalecencia, es sinónimo de Universidad de Murcia. Y sus destinos están tan unidos que hasta el centenario de ambos: edificio e institución se celebra el mismo el mismo año, con pocas semanas de diferencia: Octubre y noviembre de 2015.