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Juan de Dios Ramírez Heredia

Juan de Dios Ramírez Heredia:Los gitanos seguimos ocupando el último lugar en el ranking del progreso en España

Primero en las filas de UCD y posteriormente en las del PSOE, Ramírez Heredia ha desempeñado una importante tarea como diputado en las Cortes españolas hasta 1986, y, posteriormente, como parlamentario europeo, casi siempre haciendo valer su carácter de luchador contra el racismo y la xenofobia, y por las libertades de las minorías. Actualmente es miembro del Consejo de Administración del observatorio Antirracista de la Unión Europea , con sede en Viena, en representación española. -Pregunta: Su primer libro, editado hace más de 20 años fue ‘Nosotros los gitanos’. ¿Quiénes son los gitanos?

-Respuesta: Los gitanos somos un pueblo transnacional que nació en la India y un día inició un éxodo masivo hacía occidente como consecuencia de las diferentes invasiones musulmanas. Fue durante los siglos X y XI cuando se produjeron las principales oleadas de gitanos que atravesando Pakistán, Afganistán, Irán y el Asia Menor (o Egipto Menor, como se decía entonces) llegando hasta el corazón del Imperio Bizantino. En el año 1302 se nos ve en Grecia donde, por cierto, adoptamos, entre otras cosas, la forma de contar. El documento más antiguo demostrativo de la llegada de los gitanos a España está firmado por el Rey Alfonso V el Magnánimo, el 12 de enero de 1425.

La población gitana mundial ronda los 14 millones de personas. Cuatro viven en América y diez en Europa. De estos últimos unos ocho millones vivimos en el territorio que integra la Unión Europea.

Como rasgo mayormente significativo de la unidad histórica y cultural de este pueblo se debe poner de manifiesto el hecho de que tengamos un idioma común, el romanò.

 

-P: Usted ha venido a Murcia a hablar sobre la comunidad gitana en España hoy. Háblenos del punto de vista que ha expuesto en su conferencia.

-R: He intentado dibujar, con rápidas pinceladas, el ayer inmediato de nuestra comunidad y los retos a los que nos enfrentamos hoy. Aunque, esa es la verdad, el análisis que desde la Unión Romaní hacemos de la realidad gitana sigue siendo el mismo desde su fundación. Por una parte nuestra lucha se inscribe en la línea de la defensa de los Derechos Humanos y de la implantación más plena de la justicia social. Los gitanos seguimos ocupando el último lugar en el ranking del progreso y el desarrollo de los pueblos en España. Padecemos el mayor índice de paro, de analfabetismo y de ocupación de infra vivienda. Es verdad que hemos avanzado, ¡no faltaba más!, pero en absoluto lo hemos hecho al mismo ritmo que lo ha hecho la sociedad de los “gadches”.

En segundo lugar he intentado exponer cuales son los rasgos más acusados de la cultura gitana al tiempo que he formulado un alegato en defensa de sus valores. Las sociedades mayoritarias, especialmente cuando detentan el poder, tienden a la uniformización y a la implantación de sus estándares culturales a la mayoría. El respeto a las minorías es un concepto teórico que tiene poco que ver con lo que acontece luego tanto en la vida política como en las normas que imponen los gobernantes a la hora de organizar la convivencia. Por eso nosotros, los gitanos, luchamos por seguir siendo gitanos, creyendo, por otra parte, que nuestra cultura enrique el acervo común de todos los españoles.

 

Más de 500 años de marginación y de olvido no se superan de la noche a la mañana.

La marginación que los gitanos soportamos peor es la de la indiferencia.

 

Gracias a la resistencia de los gitanos a ser engullidos por la mayoría, podemos seguir contándolo.

 

El racismo es una enfermedad altamente contagiosa.
-P: Usted ha sido el primer gitano en una serie de logros a los que nunca había llegado nadie de su comunidad. Eso tiene que ser motivo de orgullo, pero ¿No es al mismo tiempo, motivo de tristeza el hecho de que tan pocos gitanos hayan llegado a puestos de responsabilidad?

-R: Sin duda alguna. Sin embargo esa tristeza se troca rápidamente en un gesto de fundada esperanza. Hace treinta años, al inicio de la democracia en España, nuestra presencia en las universidades era nula. Hoy, a pesar de que índice de analfabetismo de nuestro pueblo sea casi del 40%, son varios los centenares de gitanos universitarios y decenas los que han logrado su licenciatura y ejercen sus carreras con absoluta normalidad. Dice el sabio refrán castellano que “la casa de Santa María no se hizo en un día”. Más de 500 años de marginación y de olvido no se superan de la noche a la mañana.

-P: Qué parte de culpa tiene la sociedad paya y cuál la sociedad gitana del escaso conocimiento y relación entre ambas?

-R: Mire usted la marginación que los gitanos soportamos peor y que, a mi juicio es la peor de todas, es la de la indiferencia. Durante decenas de años a los gitanos artistas se les ha aplaudido fervorosamente. Cantaores, bailaores y bailaoras, guitarristas, toreros, pintores han gozado del reconocimiento mayoritario de la sociedad que, incluso, ha valorado su condición de gitanos. Pero, frente a eso, cuando la inmensa mayoría de los miembros de nuestro pueblo se han muerto de hambre, cuando no hemos tenido más techo que las cuatro latas de una chabola, o cuando nuestros hijos no han encontrado el acomodo indispensable en las escuelas, la sociedad ha vuelto la espalda y ha actuado como si nada de todo esto le afectara. Así ha sido durante siglos.

Hoy las cosas están cambiando. Sin embargo, déjeme que le diga que gracias a la resistencia de los gitanos -durante la dictadura, antes de la dictadura, y después de la dictadura- a ser engullidos por la mayoría, podemos seguir contándolo,

 

-P: ¿Qué puede enseñarle la comunidad gitana a la paya y viceversa?

-R: Un estilo de vida. Los gitanos, al menos hasta hoy, le damos poco valor a aquellas cosas que son flor de un día: el lujo, la ostentación y la superabundancia consumista por la que buena parte de los “gadches” se desviven. Igualmente creemos que muchos valores fundamentales de la humanidad están en decadencia entre los gadches. Nosotros nos sentimos orgullosos del reconocimiento que hacemos a la familia, eje fundamental de nuestra comunidad. El respeto y la veneración por nuestros viejos. Para el buen hijo gitano el mandamiento de su padre es palabra de Dios. La solidaridad intra familiar. Compartimos lo que tenemos con la mayor naturalidad. Hasta el propio concepto del trabajo tiene para nosotros un valor subsidiario. Hay que trabajar no más de lo necesario para vivir con dignidad. La aberración es vivir para trabajar. Y no olvide usted que Dios, en su infinita sabiduría, cuando quiso castigar al hombre por haberle desobedecido le condenó al trabajo.

De la sociedad no gitana tal vez debamos aprender su sentido de la previsión, tan opuesto a nuestro providencialismo. Y lo que más admiramos, créame, es la inmensa capacidad que tienen los “gadches” para inventar. Lo que no invente un “gadcho” no lo inventa nadie.

 

-P: La creciente inmigración ha conllevado un aumento de una xenofobia que no se había manifestado hasta ahora, al menos en estos momentos. ¿Es la sociedad española una sociedad xenófoba?

-R: Sinceramente creo que no. Pero ojo, eso no quiere decir que no se estén dando entre nosotros sangrantes comportamientos racistas. Yo, por razón de mi permanencia en el Parlamento Europeo, he vivido muy de cerca los fenómenos racistas en otros países. Aun estamos muy lejos de ellos. No obstante, contemplo con temor que la presencia masiva de ciudadanos de otras culturas entre nosotros puede suscitar el rechazo racista de aquellos que pudieran sentirse agredidos. Yo siempre he pensado que el racismo es una enfermedad altamente contagiosa.