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Joaquín Prats, nuevo doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia: “La Historia nos ayuda a ser mejores ciudadanos”

“Educar es cosa de todos”

“No sé si sobran universidades, lo que creo es que no sobran universitarios”

El historiador Joaquín Prats Cuevas, Catedrático de la Universidad de Barcelona, especializado en la Didáctica de la Historia, en el análisis de los sistemas educativos y en la historia de las universidades es, desde hoy, nuevo Doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia. El número 49 de una nómina excepcional en la que se alternan científicos, artistas, humanistas, juristas…

Joaquín Prats ha estudiado y desarrollado su labor docente e investigadora en las universidades de Valencia y Barcelona, pero varios de sus profesores, de los que guarda excelente recuerdo, procedían de la Universidad de Murcia.

Actualmente es director del Programa de Doctorado de Didáctica de las Ciencias Sociales y del Patrimonio (Geografía, Historia y Patrimonio) de la Universidad de Barcelona y preside la Agència per la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya. Es Director del grupo de Didáctica de la Historia, la Geografía y otras Ciencias Sociales (DHIGECS).

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Para Joaquín Prats, es fundamental enseñar la Historia de un modo más ameno. Foto: Luis Urbina.

Su labor en cuanto a publicaciones ha sido ingente, contabilizándose más de 250 entre libros y artículos. Asimismo, ha sido director de la colección de publicaciones Milenio-Educación y Director científico de la colección de libros de divulgación Biblioteca Básica de la Historia (Anaya) con más de cien títulos.

Ha ostentado la representación española en diversos foros e instituciones europeas en relación con la enseñanza: Asamblea de Educación de la OCDE, Consejo rector del programa PISA, comisiones de educación del Consejo de ministros de la Unión Europea, Consejo de Europa, etc.

La renovación pedagógica en lo concerniente a la enseñanza de la historia ha sido su principal campo de trabajo y de investigación desde hace décadas. Su principal preocupación: que la historia se convierta en una ciencia apasionante para los estudiantes. Sólo así podrá ser comprendida esta ciencia de la que está convencido, nos ayuda a ser mejores ciudadanos. Y otra certeza: “Educar es cosa de todos”.

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Un momento de la entrevista. Foto: Luis Urbina.

-Pregunta: Está a punto de convertirse en el nuevo Doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia. Una universidad con la que usted ha tenido contactos desde los años 80.

-Respuesta: Yo tuve profesores de la Universidad de Murcia, porque casi todos mis profesores de Geografía provenían de ella, como Vilá Valentí, que era catedrático. Luego coincidí con él, ya como profesor, en la Universidad de Barcelona.

Muchos otros como Roselló i Verger, fueron a parar a Valencia, y otros, como Horacio Capel, fueron a parar a Barcelona. Yo me forme con profesores geógrafos y por lo menos tres habían estado en Murcia, tengo por tanto una raíz como estudiante con profesores murcianos.

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Joaquín Prats estudió con varios profesores que procedían de la Universidad de Murcia. Foto: P. V.

-P: Vilá Valentí fue uno de los primeros directores del Servicio de publicaciones de la Universidad de Murcia. Los estudiantes de mi tiempo estudiábamos con libros suyos.

-R: Yo le sustituí como autor en Anaya, los siguientes libros, hasta hoy, los hice yo. He hecho los libros desde finales de los años 70, y, aunque me sabe mal decirlo, porque eran magníficos profesores e investigadores, desplacé a Domínguez Ortiz y a Vilá Valentí, pues en aquel momento, la editorial Anaya quería autores nuevos. Yo contaba entonces con veintitantos años.

 -P: Y ahora, doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia, ¿Qué sensaciones le transmite esto?

-R: Con toda franqueza, estoy muy abrumado, no me veo como Honoris Causa, todavía tengo muchas actividades profesionales, y esto, a mi parecer, esta más reservado para  personas mayores. Aunque sólo me quedan dos años solo para jubilarme, y me pregunto: ¿Cómo me ven a mi Honoris Causa?. Yo soy muy de trabajar en equipo, así que, pienso que es por el trabajo que he desarrollado junto a mis equipos.

Cuando llegué no había ninguna tesis doctoral y ahora hay 200, he generado sinergias y dinámicas que han hecho que mucha gente nos hayamos puesto a trabajar juntos. Por estas razones creo que es un reconocimiento a una trayectoria personal, pero a la vez colectiva. He tenido muchos y muy buenos compañeros de viaje que han colaborado conmigo durante mucho tiempo.

Yo estoy honrado, agradecidísimo a la Universidad de Murcia, abrumado por la distinción y  pensando que si me lo merezco no será sólo por mí, sino por la gente con la que he trabajado durante toda la vida.

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Para Joaquín Prats, la Historia tiene un gran poder para ordenar las mentes de las personas. Foto: P.V.

-P: Su lección magistral la ha titulado “Combates por la Historia en la Educación”, hábleme un poco de ella.

-R: Me referiré a La historia de las Humanidades. La Historia está de baja no en los medios públicos pero sí en el sistema educativo. Y prueba de ello es que va retrocediendo en los estudios, Berlusconi quería quitarla. Ahora mismo hay un debate, impulsado por el gobierno de Cameron. En España ha desaparecido de la primaria, como la hay en casi todos los países.

Y en las universidades, la formación humanística es como una formación de segundo orden, la historia no tiene valor de mercado, es como si se considerase negativo para la formación de la gente.

Yo creo que la historia es una formación que posee una gran capacidad para ordenar las mentes de las personas, para pensar mejor la realidad, pero en estos momentos hay en retroceso general de las humanidades en todo el mundo.

Ya había quienes alertaban de esto hace medio siglo en Estados Unidos, y eso está llegando a Europa.

Los que creemos que la historia es un gran potencial educativo para la ciudadanía tenemos que luchar por ella.

-P: En su discurso usted habla de la memoria histórica. Algo, que por cierto, se ha dado de lado en el último gobierno. ¿Piensa que hay que reivindicar la memoria histórica?.

-R: En todo caso, hay que reivindicarlo políticamente. Es justo que todo el mundo que ha dado su vida, que ha sufrido por su país, esté en la mente de las personas.

Pero lo que yo hablo es de que la historia es una trituradora de la memoria o, como dice un inglés, la historia enseñada lo que tiene que hacer es preguntarse por la memoria para darse una explicación objetiva.

Yo soy partidario de que las sociedades se ajusten en esos aspectos que creo que son más sociales que políticos.

-P: Usted alude también en su discurso a que no tenemos que dejarnos llevar por el contexto político a la hora de la enseñanza de la historia.

-R: Yo nunca he visto ningún político que diga cómo hay que explicar las raíces cuadradas. Nunca he visto a los políticos hablar de lo que hay que enseñar en las asignaturas normales y corrientes, en cambio yo oigo a muchos políticos entrometerse en cómo hay que enseñar la Historia. La Historia es una asignatura, con un carácter científico. Por lo tanto, dejen los políticos a los historiadores y a los profesores que determinen qué contenido deben tener. Si uno oye las tertulias, todo el mundo opina del tema, y yo creo que eso es una tendencia que se tendría que desterrar.

Aunque también tengo que decir que a veces estamos demasiado en lo que hay que enseñar, y de lo que habría que preocuparse es de cómo se enseña la historia para que sea una asignatura atractiva.

En ese sentido yo creo que no solo hay que pensar el qué sino el cómo y el cómo para mí hoy en día es casi más importante que el qué. Los jóvenes consideran la historia un rollo. He dirigido tesis en Venezuela, Brasil, Chile, España, siempre intentando ver la visión que tienen los chicos de la historia y en todos es así. Hay que ver cómo la enseñamos para que sea formativa. Y para que sea formativa tiene que ser interesante. Y para que sea interesante tiene que hacer pensar. Y para que te haga pensar tiene que tener un método. Hay que conseguir que sea divertida y que interese.

P: En ese sentido, en su discurso habla de dejar de enseñar la historia del patriotismo y pasar a una historia de las gentes y de los procesos…. Usted alude en su discurso a que así se impartía la historia en el siglo XIX, pero yo creo que también en buena parte del siglo XX se ha dado enseñar esa historia del patriotismo.

-R: Cuando va uno a América Latina llama hasta la atención cómo enseñan allí la historia desde un punto de vista de patriotismo desfasado. Se remontan a diez o doce años atrás  e imparten un patriotismo barato.  En Europa, este fenómeno no se ha dado tanto, aunque sí en Europa del este. Cuando cayó el muro, aquellos países querían renacionalizarlos.  Por tanto, tiene usted razón no es solamente siglo XIX, también es siglo XX. O sea que los nacionalismos y patriotismos están demasiado presentes en la enseñanza de la historia.

-P: Usted ha trabajado mucho en temas de enseñanza española en comparación con el resto de Europa. ¿Qué tipo de cosas fallan en la enseñanza española para equipararnos a nuestros vecinos del norte?

-R: La enseñanza española,  desde que se inicia el periodo democrático hasta finales de los 90, es un milagro social, hace un progreso insólito. En este país había un millón y medio de analfabetos, la FP era prácticamente marginal… era una enseñanza desastrosa. En los años 80-90 se produce  un cambio revolucionario desde el punto de vista social: que todos los chicos desde los 3 hasta los 16 tienen que ir al colegio. Por tanto, todo ese grupo de gente está escolarizada hasta los 16 años, y además con unos niveles de dignidad asombrosos. Todo el equipamiento que tenemos en los centros de enseñanza, los salarios de los profesores, que son de los más altos de Europa, todo eso ha sido un cambio asombroso.

Lo que ocurre es que a finales de los 90 llegamos a una meseta. En esos momentos se empieza a tener informes internacionales, y se comprueba que tenemos el mismo nivel de fracaso ahora que hace 15 años, lo que quiere decir que esto no avanza, y no avanza por tres problemas básicos. El primero es que el 30 por ciento de los chicos que acaban la ESO ya no no siguen estudiando y eso es mucho, en el resto de Europa no ocurre así. De los que siguen, el 25% aproximadamente no acaban ni el FP ni el bachillerato. Y de los que entran a la universidad un 30% no acaban las carreras. Ese fenómeno de abandono para mí es un problema gravísimo. Quiere decir que tenemos un 30% se marcha ante el sistema, y otro 30% de los que sigue que abandona antes de acabar sus estudios. Esto es un problema importante porque los otros países no lo tienen. Los niveles de abandono en otros países no pasan de 10-15%.

Otro problema es que el 30 por ciento de los niños, cuando acaban la primaria, no saben leer ni escribir prácticamente, ya que son incapaces de coger un texto y hacer un resumen. Ese 30% que arrastramos durante toda la ESO son los que bajan el nivel de la enseñanza en España cuando se realizan pruebas.

Tercer fracaso: el constante baile de leyes. Teníamos el 4+1 , luego el 3+2… Hay demasiados cambios en las leyes.

-P: ¿Por qué piensa que es tan importante conocer nuestra historia?

-R: Eso lo dice un autor “un hombre que no conoce la historia es tan raro como un hombre amnésico”. La historia no explica el presente, explica el pasado. La sociología es una ciencia del presente, en cambio la historia te la una perspectiva para conocer el presente que es imprescindible como perspectiva, el sentido del proceso.

Por otro lado, estoy convencido de que conocer nuestra historia, nos hace mejores ciudadanos.

Uno tiene que entender que gran parte de lo que hace, lo hace porque es fruto de la tradición y no es lo mismo un murciano que uno de Kinsasa. Lo bonito de la historia es entender que los de Kinsasa y los de Murcia son personas de igual dignidad y de igual derecho.  Y que hay especificidades debido a sus hábitos culturales que realizan por tradición. Pero hay muchas cosas comunes en el pasado que son patrimonio de la humanidad. Por eso la historia te enseña mucho, no puedes comprender los hechos sin un contexto, y una persona que no tenga esa circunstancia tiene que ser más torpe para analizar la historia reciente.

-P: ¿Se ha producido en nuestra historia democrática alguna situación de “atranque” de las instituciones como la actual?

-R: No, pero en este terreno ha habido un cambio tremendo. Teníamos un sistema de bipartidismo que era como una repetición de la Restauración, un modelo donde dos partidos se alternan en el poder. Este es el sistema que hemos tenido hasta ahora, y yo diría que ha funcionado unos eran mas partidarios del Partido Popular otros eran mas partidarios del Partido Socialista… El bipartidismo ha funcionado y este país ha progresado. Ahora estamos en un momento de cambio tremendo, de reestructuración del mapa político, han surgido nuevos sujetos políticos que no existían hasta ahora, Podemos en la izquierda y Ciudadanos en la derecha. También han resurgido los nacionalismos, que se encuentran en una situación bastante insólita. Se ha roto la Neorrestauración y ha surgido un nuevo mapa político que nadie comprende. Habrá que ver cómo esta fragmentación se refleja en la gobernabilidad del país.

-P: Usted ha participado en la elaboración del informe PISA, ¿funciona como instrumento para medir las capacidades y los conocimientos de los alumnos?, ¿por qué en este informe y en los ránkings en general. España sale tan mal parada?

-R: España, en realidad, no sale tan mal parada. Está demostrado que invertir más de cuatro mil dólares por estudiante al año no produce prácticamente diferencias. Por ejemplo, Corea gasta menos en este aspecto que nuestro país y aparece en las primeras posiciones de los ránkings. España queda en una posición mediana-baja, pero no desastrosa, igual que Francia o Noruega.

Lo cierto es que tenemos una peculiaridad que no tienen otros: el grupo de malos estudiantes es amplísimo y el de los buenos muy reducido, en torno al 20%, cuando en Alemania u Holanda rondan el 7 u 8 %. No tenemos apenas estudiantes excelentes y tenemos mucho fracaso escolar.

-P: La Universidad de Murcia acaba de cumplir 100 años, cuando nació se convirtió en la undécima Universidad española, y ya se generó una corriente de que existían demasiadas universidades. Se sigue diciendo que sobran, ¿usted qué piensa?

-R: Ahora creo que hay unas setenta, entre privadas y públicas. No sé si sobran universidades, lo que creo es que no sobran universitarios, tenemos la media de cualquier país avanzado. Otro asunto es si todas las universidades que tenemos, poseen la capacidad para acoger una masa crítica y el nivel científico, de capacidad formativa suficiente, para ofrecer una educación de calidad.

En los años 80 se hicieron muchas universidades, provinciales básicamente, y yo siempre me opuse a ese modelo. Prefiero el modelo holandés, que divide las universidades en destinadas a la investigación y otras a la formación, que aquí antes se llamaban colegios universitarios. No fue una buena solución optar porque todas las universidades sean generalistas y haya una en cada provincia.

También habría que pensar un poco el perfil de las universidades actuales para saber si todas tienen que ser la Universidad de Barcelona, que es de las que está siempre en los ránkings, o buscar un modelo de universidad especializada que sea pequeña, que no tengamos que ser todos un calco de la Complutense, con los mismos departamentos, las mismas especialidades, las mismas titulaciones…

Los ingleses dicen que cuando hay más de 10 millones de habitantes cabe una universidad virtual y cuando hay más de 5 cabe una universidad presencial. Probablemente no tendría que haber una en Elche, tendría que haber una en Murcia y otra en Alicante, y ya está.

-P: ¿Existe un  nivel cultural mínimo entre los jóvenes que acceden a la Universidad? ¿Habría que exigir unas bases mínimas?

-R: La formación humanística es cero. Los latinoamericanos hacen una cosa que no sé si funcionaría aquí, que son los cursos de nivelación, que es que cuando uno quiere ir a la universidad se hace un curso previo, siempre universitario. La cultura general que tiene que tener usted es esta. No tiene cultura general no venga a la universidad.

 

 

 

No sé si sobran universidades, lo que creo es que no sobran universitarios