río segura

Investigadores de la UMU estudian el efecto de la acción humana sobre las riberas con nuevos indicadores ecológicos

(Foto: P.V.)

Un reciente artículo, publicado por investigadores de la Universidad de Murcia (UMU) en la revista Journal of Applied Ecology, ha propuesto el uso de nuevos indicadores ecológicos para analizar cómo las actividades humanas afectan a la salud de la naturaleza.

La investigación explora cómo la vegetación de ribera responde frente a la alteración humana (intensificación agrícola y construcción de presas) y el estrés natural (sequía estacional) en la cuenca del río Segura.

La particularidad de este trabajo es que se utilizan las características ecológicas de las especies vegetales (la forma de las hojas, tamaño, profundidad de las raíces, etc.) para estudiar el funcionamiento del ecosistema.

“A partir de esta información podemos clasificar las plantas en grupos que realizan una contribución similar al funcionamiento del ecosistema; grupos funcionales, como por ejemplo fijación del suelo, sombreado del cauce o la resistencia a la sequía”, señalan los investigadores del artículo.

Los resultados del trabajo indican que este método de redundancia funcional es más sensible que otras medidas funcionales a la hora de detectar la alteración humana en los ríos mediterráneos.

Además, el método permite predecir los valores de redundancia funcional para toda la red fluvial, lo que supone una información valiosa para la gestión ambiental de la cuenca del Segura.

Según Daniel Bruno y Josefa Velasco, investigadores del Departamento de Ecología e Hidrología de la UMU y dos de los autores, en general, el impacto más negativo debido a la presión humana sobre las riberas de los ríos estudiados y su funcionalidad se deriva de la intensificación agrícola, seguido de la sequía estacional y la regulación de los caudales.

Asimismo, los resultados obtenidos revelan que los ríos temporales que fluyen a través de cuencas agrícolas donde hay una fuerte regulación hídrica muestran una pérdida de especies con funciones ecosistémicas similares (presentan valores bajos de redundancia funcional).

Por el contrario, los ríos de cabecera con caudal permanente, escasa agricultura y sin presas en su cauce, presentan una mayor redundancia funcional, lo que garantiza un mejor funcionamiento y una mayor estabilidad ante los impactos humanos.

“Los ecosistemas están experimentando un incremento de la intensidad del impacto humano a nivel mundial, y se observa una pérdida de biodiversidad sin precedentes”, aseguran los investigadores, quienes defienden que este impacto podría ser especialmente acusado en zonas con clima árido y semiárido como la cuenca mediterránea, ya que las condiciones de estas áreas se volverán incluso más extremas a corto plazo como consecuencia del cambio climático.

Por ello “es necesario desarrollar métodos de evaluación ecológica que permitan predecir las consecuencias de los cambios ambientales sobre la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas, y que contribuyan a guiar con éxito los esfuerzos conservacionistas y la gestión de los recursos naturales”, añaden.

Fuente: PRINUM.