luque

Entrevista con la poeta Aurora Luque: Leyendo a los clásicos comprobamos que estamos igual que hace siglos

 Los agrestes paisajes de la Alpujarra granadina fueron mudos testigos de su temprana vocación poética. Aunque es hija de los sesenta, Aurora Luque es desde hace años un firme valor en el panorama de nuestra poesía, una de las voces más celebradas del género poético en España.

Profunda conocedora del mundo antiguo –es profesora de griego-, está convencida de que los clásicos literarios constituyen un recurso inagotable de placer y una espléndida fuente para explicarnos a nosotros mismos y al mundo que nos ha tocado vivir. Pero también los autores más modernos son objeto de su deseo: su voracidad lectora le ha llevado a escudriñar entre las voces más diversas y en los ámbitos más distantes. No tiene reparo alguno en reclamar un lugar privilegiado en nuestra cultura para internet que, a su juicio, ha extendido y democratizado como nunca la poesía, un género que sigue condenado aún al ostracismo en muchas librerías.

Su literatura es reflejo de un rico mundo interior edificado a golpe de lecturas y vivencias, que se asoma ante nosotros en forma de poema en libros como ‘Problemas de doblaje’, ‘Fecha de Caducidad’ o ‘Transitoria’ .

-Desde hace tiempo la mujer ha irrumpido con fuerza en todos los ámbitos. También, desde luego, en la literatura.

-R: No es que haya irrumpido. La mujer ya estaba creando, escribiendo. Lo que ocurre es que se ha hecho visible –al menos en el caso de la poesía, que es el que más conozco- a partir de la década de los 80. Se ha producido una salida a la luz y hoy la sociedad lo considera algo natural, pero la escritura de mujeres ya existía.

Lo que ha ocurrido es que se ha dado una valoración de la escritura femenina. Mientras antes no pasaba de ser una subcultura, ahora hay una tendencia a verla con naturalidad, si aspavientos, con verdadera igualdad.

Yo creo que a lo largo de la historia se ha producido una cierta incomodidad, una desconfianza ante la mujer intelectual. Y lo más curioso es que éste ha sido un discurso occidental, procedente de los países desarrollados, que venía a decir que si una mujer se dedica solo a pensar o a escribir sería porque estaba frustrada en otros campos o porque era fea, o tenía un grado de maldad… Todavía seguimos asociando a la mujer con antiguos roles. No esta asumida con naturalidad esa incorporación.

-P: Sin embargo se ha producido una eclosión de la literatura de mujeres.

-R: Pero esa narrativa de mujeres que se fomenta desde ciertos órganos de poder es a veces para formar nuevos guettos . No es nada inocente, obedece a intereses comerciales más que estrictamente literarios. No existe una apuesta clara por novelas difíciles escritas por mujeres, sino por obras facilonas.

-P: Como especialista en literatura griega ¿qué cree que nos pueden aportar, transcurridos 25 siglos, aquellos clásicos?

-R: Los clásicos tienen la cualidad de ser inagotables. Eso es una cualidad de toda la buena literatura. Si el libro se agota en una primera lectura, si no queda nada para una relectura, está condenado al olvido. Los clásicos siguen propiciando lectura

-P: ¿Debemos entender entonces que entre los clásicos no hay modas que marquen las pautas?

-R: Sí, también entre los clásicos hay modas. Una época rescata unos clásicos y otra otros. En cada momento se realizan traducciones nuevas. Hay momentos en que interesan los pensamientos políticos de Platón; en otras los presocráticos sugieren teorías políticas muy importantes. Cada época rescata los clásicos que le son necesarios. Es como si nos encontrásemos en medio de un cementerio con muchas lápidas, y cada época se dedicase a rescatar un muerto concreto.

-P: ¿Transcurridos muchos siglos, hay mensajes vigentes hoy día implícitos en los textos clásicos? ¿Qué interesa hoy de ellos?

-R: En el caso concreto de la poesía lírica, sigue interesando mucho el grado de cotidianeidad, de inmediatez que tenía. Hacer una poesía que cuente las experiencias del puro presente, del aquí y ahora, o el del ‘Carpe diem’, ese ‘aprovecha el momento’, que había sido ya formulado por los griegos antes de que lo hicieran los romanos. Esos mensajes pueden ser subversivos incluso hoy.

Las enseñanzas de los poetas griegos y romanos es modernísima. Estamos más cerca de ellos que de los poetas medievales. Hoy nos resulta difícil sacar algún jugo a estos poetas, o a los del siglo XVIII, nos quedan muy lejos. Cuando, por ejemplo, Catulo dice ‘Odio y amo, me preguntarás por qué lo hago, no lo sé, siento que es así y me torturo’, sentimos se trata de sentimientos actuales.

Pero no todo lo podemos importar del pasado. A veces también interesan culturas actuales, aunque provengan de lugares remotos.

-P: Como especialista en el mundo clásico, ¿Se le ocurren semejanzas entre personas y situaciones actuales y del mundo clásico?

-R: Por supuesto. A Bush le recomendaría que leyese a Tucídides. Las claves del imperialismo que exporta democracia ya estaban en la Atenas del siglo V antes de Cristo. Atenas era una democracia con ciudadanos libres que imponían la democracia a la fuerza en otras ciudades, y si no, machacaban a los opositores. La democracia puede ser excelente, pero si se pone a la fuerza es una contradicción. Y eso ya estaba descrito y formulado en el mundo clásico, y con mucha profundidad.

Leyendo a Tucídides nos damos cuenta de que estamos en las misma situación que hace muchos siglos. Resulta desolador. No hemos progresado nada, seguimos en lo mismo, pero a mayor escala: imponiendo democracia, obligando a votar por la fuerza de las armas… Eso debilitó a Atenas, que acabó por perder la hegemonía.

-P: Como especialista en el mundo clásico, ¿Se le ocurren semejanzas entre personas y situaciones actuales y del mundo clásico?

-R: Por supuesto. A Bush le recomendaría que leyese a Tucídides. Las claves del imperialismo que exporta democracia ya estaban en la Atenas del siglo V antes de Cristo. Atenas era una democracia con ciudadanos libres que imponían la democracia a la fuerza en otras ciudades, y si no, machacaban a los opositores. La democracia puede ser excelente, pero si se pone a la fuerza es una contradicción. Y eso ya estaba descrito y formulado en el mundo clásico, y con mucha profundidad.

Leyendo a Tucídides nos damos cuenta de que estamos en las misma situación que hace muchos siglos. Resulta desolador. No hemos progresado nada, seguimos en lo mismo, pero a mayor escala: imponiendo democracia, obligando a votar por la fuerza de las armas… Eso debilitó a Atenas, que acabó por perder la hegemonía.

-P: Y avanzando 25 siglos en el tiempo, ¿Qué intenta reflejar Aurora Luque en su poesía?

-R: Al escribir poesía no se parte de unos propósitos concretos y explícitos. Los poemas a veces nos llevan por unos caminos distintos a lo que se piensa previamente. No hablo de una inspiración a la manera clásica, pero un poema que tuviera una intención demasiado clara perdería esa ambigüedad que necesita para poder tener muchas lecturas.

En un sentido muy amplio, lo que intento, y lo que creo que intentan los demás poetas, es dar cuenta de mi época, de mi mundo, de lo que me rodea.

-P: ¿En qué sentido es distinto el lenguaje empleado por los poetas?

-R: La poesía se instala en el lugar donde no llega el lenguaje cotidiano, donde no llegan otros lenguajes más formalizados, en los huecos del lenguaje, en sus vacíos, en sus ambigüedades.

La poesía intenta proporcionar una visión del mundo con un lenguaje distinto, con un lenguaje consciente de su propia insatisfacción, de su límite. Ese deseo de las palabras por ir más allá de los usos cotidianos, estereotipados, es el mecanismo que utiliza la poesía.

La poesía se dirige a unas capacidades distintas de comprensión del lector, dirigida a la intuición, al disfrute estético de la palabra…

-P: ¿Quiénes son hoy los modelos, las referencias clave para los nuevos poetas?

-R: Son muy diversos. Desde hace algún tiempo existe un interés por poetas antes no leídos ni traducidos. Por ejemplo, de Europa del Este, o de culturas remotas. Yo creo que es saludable que se esté leyendo otra poesía que no sea solo la española. Ahora mismo hay muchas más referencias, el panorama es mucho más rico.

Yo creo que a los más jóvenes les interesan los poetas realistas, implicados en el mundo terrible que nos ha tocado vivir, con todas sus contradicciones y sus angustias. Estoy pensando en Roger Wolf y su realismo sucio. También está Jorge Richmann, ecologista militante y poeta muy comprometido, pero que no renuncia a escarbar en el lenguaje para saltarse lo estereotipado.

Me parece que, sin que haya un compromiso social excesivo, sin estar en una literatura abiertamente comprometida, lo que sí podemos decir es que no nos encontramos en un período de vanguardia frívola, estética, de mero placer de la palabra por la palabra. Hoy los jóvenes están interesados en una palabra comprometida.

-P: Y en ese mundo que acabas de definir ¿qué podría hacer la poesía, cuál debería ser su papel?

-R: Enseñar a encontrar las trampas de las palabras, que no te vendan un mundo maravilloso los políticos tramposos. Para enseñar a discernir, a no dejarse arrastrar por determinados discursos.

La literatura es una gimnasia para aprender todos los mecanismos del lenguaje. Pensamos con palabras y el poeta pone en sus textos las palabras a presión, las violenta, las hace decir más cosas: La persona que lee poesía está más entrenada para saber analizar y detectar manipulaciones interesadas del lenguaje. Yo creo que, en ese sentido cualquier poesía puede servir, enseña a hacerte dueño de tu propio idioma.

-P: ¿Es el lector de poesía distinto al del resto de los géneros literarios?

-R: Sí. Los poetas, aunque a veces no lo admitamos, somos, si no lectores, sí escuchadores de poesía. Quien oye una canción buena, con una buena letra, está ya disfrutando de un poema.

Hemos convertido la poesía en materia académica, un asunto que está en los libros más escondidos de las librerías. Pero la poesía nace para ser cantada. Las letras de las canciones que nos gustan la llevamos dentro, nos acompaña.

El mensaje de los primero poetas era acompañado de música. Aunque nos hayamos separado de ese modelo, pienso que sigue haciendo falta. Igual que podía necesitar un poeta de la antigüedad o del renacimiento ese canto, que podía actuar como un bálsamo, ahora ese impulso nos lleva a un libro de poemas. Hay épocas en las que podemos estar leyendo libros de un poeta de manera insistente, llevar sus libros a todas partes, y otras en las que no necesitamos la poesía. De ahí que los poetas no podamos escribir un libro cada seis meses. De la misma manera que un lector tampoco tiene por qué necesitar la poesía a todas horas.

-P: ¿En qué momentos necesitamos especialmente la poesía?

-R: Es algo absolutamente caprichoso. Depende de los momentos anímicos. En las situaciones límite se lee mucha poesía. En los momentos de máximo enamoramiento o de máximo sufrimiento. Esas experiencias nos acercan a lo que los poetas nos ofrecen: salirnos de la rutina y meternos en experiencias que no son las cotidianas, superar la corteza, llegar hasta el fondo de las cosas.

-P: ¿Cuál es a su juicio el momento de la poesía en España? ¿Existe una buena semilla que nos haga pensar que tendremos una cosecha importante en el futuro más próximo?

-R: Sí. Hay muchos poetas jóvenes. Hay libros hechos por jóvenes que sorprenden. En ese sentido no hay nada que temer.

-P: ¿Han aportado las nuevas tecnologías algo positivo al mundo de la lírica, o acabarán matándolo?

-R: Con internet ha ocurrido un hecho curioso, por sus canales circula la poesía con más flexibilidad que antes. La poesía siempre ha estado mal distribuida, las novedades más comerciales de narrativa se comen todo el espacio. En cambio, internet ha permitido que circulen poemas a los que antes era difícil acceder. Gracias a internet hoy es más fácil leer a poetas de otros ámbitos muy diferentes al nuestro. No tiene los límites de la distribución, que está movida por intereses comerciales, ni de la edición. A veces los editores son auténticos tiranos, y deciden de una manera muy injusta lo que se publica. Lo que se escribe hoy puede circular más libremente que nunca.

Internet es un poco libertario, es un sistema iconoclasta que permite pasar por encima de muchas jerarquías absurdas. Algo parecido ocurre con la música. Hay que entender que la sociedad ha cambiado, que se han creado cauces nuevos. De la misma manera que las cabinas telefónicas o los carretes de fotos han caducado, también han acabado ciertos formatos de edición de libros o de música. Ahora sobreviven las editoriales de libros bellos, de publicaciones artesanales, hermosas. Eso no corre peligro, nadie renunciará a ello.

El torrente de su voz inunda la estancia en la que nos encontramos con la misma contundencia que lo hacen sus poemas.