olivo centenario

El llanto de las oliveras centenarias

Por Juan Sáez Carreras, Catedrático de Pedagogía Social Facultad de Educación Universidad de Murcia*

A muy pocas personas informadas se les escapa la capacidad depredadora de esta especie que se autodenomina ser humano. Una actividad que no tiene límites ni fronteras cuando se trata de saquear, por intereses diversos casi siempre maquillados de legítimos, la inmensa potencialidad de nuestra madre naturaleza. No es el momento de formular el catálogo de felonías y cegueras llevadas a cabo contra ella, en general dirigidos y organizados por poderes políticos y económicos que, en busca de sus objetivos, someten a sus fines a todos aquellos que pueden contribuir a lograrlos.  Pero sí es el de poner de manifiesto otro de los ataques contemporáneos dirigidos contra uno de los emblemas del medio natural, ese atentado que dinamita tradición, poco relevante para el presentismo financiero, y paisaje forestal, productor de uno de los frutos más fecundos en las múltiples formas de alimentación de los países desarrollados: la aceituna y sus múltiples usos en los hogares y cocinas de medio mundo. Olivos, árboles milenarios, aceitunas, fuente apreciable de nutrientes cada vez más reconocidos,  oliveras centenarias… Y uno de sus prodigiosos productos: el aceite, de diversas variedades, diferentes colores y sabores, de matices y tonalidades que juegan en platos, en solitario o en condimento, provocando placeres y gozos no siempre descriptibles; aceite cuya variedad royal, a modo de ejemplo, es considerado como la mejor grasa para la dieta humana debido a su composición de ácidos grasos monoinsaturados y contenido en vitamina E.

El intento de acabar con las oliveras centenarias no solo indica mercadeo sino sobre todo estupidez y falta de formación por tratar de acabar con árboles longevos siempre fértiles, con oliveras monumentales que conforman paisaje, biodiversidad, sentimientos , raíces y cultura. Sí, cultura porque el olivo es un árbol de gran simbología en la geografía mediterránea formando parte de la identidad cultural de sus pueblos. Cultura y tradición de siglos relevando la importancia de sus orígenes que remiten a un Oriente Medio multicolor en viandas y néctares afrodisíacos, pero sobre todo, actualmente, subrayando el espléndido fruto que surge del olivo, su refinado  aceite, alimento tradicional habitual de los pueblos mediterráneos y proveedor sin parangón  de propiedades curativas y estéticas,  si se piensa en la cantidad de productos que para la piel y otros usos corporales se mueven en el mercado.

¿Puede decirse algo más en favor de estas generosas centenarias, de estas siluetas que con magnifica fortaleza  configuran tanto un escenario  físico como un recorrido moral por las sendas del tiempo, de nuestro tiempo en tanto que con y en la naturaleza hemos ido caminando juntos a través de un universo tan hostil y agradecido paradójicamente? Por supuesto que se puede apuntar más conocimiento. Por ejemplo: que son fundamentales para la vida ya que nos aportan oxigeno, son sumideros de CO2 y, por ello, eficaces elementos en la lucha contra el calentamiento global y el cambio climático. Forman parte, sin ninguna duda, de ese extraordinario   sistema ecológico de interconexión clima-suelo-árbol por el que sus raíces ancladas en tierra aporta nutrientes e incrementa la fertilidad, mientras muestran su dimensión testimonial al ser testigos fieles de cambios ambientales que sus originales y retorcidos troncos y ramajes reflejan con la fuerza que imprime lo natural salvaje. No sólo los adictos a la naturaleza y ecologistas concienciados  sino sobre todo el que sabe mirarla es capaz de ver en ella lo que el insensible e ignorante  no verá jamás: es de reconocida sabiduría rural  que en los troncos de las centenarias  se halla una valiosísima información ecológica y genética convirtiéndose en auténticos archivos ambientales, en bibliotecas en las que poder estudiar y profundizar, desde las diversas academias que se mueven en sociedad, ese campo de saberes que llamamos dendrocronología. Y es que los viejos olivos, las bellas centenarias, y aquí el poeta demuestra la cantidad de verdad que tienen sus palabras, aparecen como los grandes gigantes de la naturaleza capaces de suscitar sentimientos y emociones como los del provecto protagonista de la magnífica  película de Iciar Bollaín “El olivo”, enraizado en una historia de generaciones familiares que se diluye o se anula con la desaparición y el llanto del emblemático árbol: su muerte es la de él y sólo la pasión afectiva de la generación joven puede comprender y evitar la quiebra familiar generacional.Arrancar una centenaria, o cualquier otro olivo, expoliar vetustas y aún poderosas oliveras , talar  árboles centenarios para ser sustituidos por otros que den sabrosos beneficios horada este sueño y confirma que en Europa, todo o casi, es fácilmente transformable en “recurso” para quienes quieren mercadear con ellos.

España ha tenido la suerte de poseer un singular ecosistema terrestre, como nos han recordado buenos geógrafos y defensores del medio ambiente,   productor y promotor de centenarias y oliveras generosas con sus potentes frutos y sus diversas dádivas. Murcia ha sido privilegiada con esta foresta mediterránea que no todas las comunidades pueden disfrutar con tanta intensidad. Goza de un patrimonio cultural y paisajístico envidiable por quienes aman sentirse rodeados de verde y diferentes colores naturales. ¿Se va dejar masacrar por intereses injustificados teniendo posibilidad de alternativas a la tala y arranque?.Alemania ha creado la “Ley del árbol” cuya transgresión es castigada severamente. En nuestro país, varias comunidades han impulsado leyes regionales en defensa de los árboles monumentales, tal es el caso de la vecina comunidad valenciana, aprobando (Ley del 4/2006) la Generalitat su inexcusable protección y propiciando el Patrimonio Arbóreo Monumental de la Comunitat Valenciana. ¿Para cuándo  la comunidad de Murcia?; ¿qué agencias e instituciones se sienten convocadas a proteger estas joyas botánicas, este canto a la biodiversidad?; ¿quiénes reaccionarán frente al individualismo del ” a mí esto no me corresponde” y lucharán, en tiempos de individualismo personal y fragmentación institucional, por hacer realidad la protección jurídica del Patrimonio Natural, Histórico, Cultural y Social que articula y construye comunidad?.No se olvide: creer es crear, y está en las manos y en las cabezas de los que creen hacer del llanto una realidad gratificante y poderosa que pueda disfrutar una ciudadanía, como la murciana, cada vez más sensibilizada por el devenir de su entorno histórico y ambiental.

*Este artículo ha sido posible gracias a las informaciones aportadas por los profesores de la Universidad de Murcia Francisco López Bermúdez, Luis Gálvez Muñoz, Jesús García Molina y José Buendía Vidal.