“Dudo de que la creatividad científica se pueda regular a golpe de decreto”

El profesor Ramón Margalef López murió el pasado 23 de mayo en Barcelona. Tenía 85 años y era considerado uno de los padres de la ecología moderna. Con motivo de su participación en una serie de conferencias que se desarrollaron en la Universidad de Murcia, fue entrevistado por la revista Campus en diciembre de 1985. A continuación reproducimos íntegra la entrevista, realizada por el profesor de la Universidad de Murcia Francisco Torrella, en la que el ecólogo y hombre de ciencia eminente Ramón Margalef, desgrana su pensamiento sobre múltiples aspectos relacionados no sólo con su especialidad, sino también sobre filosofía y política universitaria.


— P: Dr. Margalef, en primer término y en nombre de la revista Campus deseo agradecerle sinceramente su aceptación para transcribir en nuestra revista algunas de sus ideas sobre temas varios relacionados con la ciencia y la vida universitaria. Ello hará posible que sus opiniones sean conocidas por el público universitario y extrauniverssitraio de la Región de Murcia, y sin duda contribuirá al debate futuro sobre estos temas.
Recientemente hemos podido seguir por televisión la serie sobre la vida de Albert Einstein. Ello ha contribuido a revivar la polémica sobre el alcance y el riesgo que unas determinadas investigaciones pueden tener para la vida de los pueblos. En la actualidad, la Biología y en concreto algunas áreas como la Biotecnología, la ingeniería Genética y la misma Ecología plantean al investigador situaciones de toma de postura personal frente a los riesgos que del uso de los descubrimientos científicos pueda hacer el hombre ¿Qué piensa usted sobre el tema de la década de los 80 y cómo cree que evolucionará esta problemática hasta final de siglo?
-R: Ciertamente, la ciencia ha aumentado el poder del hombre, pero, por lo visto, no consigue mejorar su sentido de responsabilidad. Quizás es natural que así sea, porque se trata de actividades o capacidades hermanas a nivel diferente, aunque las dos, por supuesto, tienen cierta relación con la supervivencia y el bienestar humano. Es indiscutible que la ciencia ha beneficiado a la humanidad; basta fijarse en un indicador que todos aceptan sin discusión cual es la edad alcanzada; la vida media se ha prolongado. Como científico que estima en mucho lo esencialemnte humano me parece muy bien que la ciencia deje intacto el sentido de responsabilidad de todos. Me parece mal que algunos esperen de la ciencia que les proporcione una especie de “preservativo” de uso general que permita disminuir el sentido de responsabilidad que va o ha de ir unido a la cualidad y a la dignidad humanas.

-P: Recientemente y con motivo de la visita a Murcia de algunas autoridades académicas del Gobierno del Estado se ha lanzado un mensaje muy claro a los investigadores universitarios a propósito de los temas de estudio que van a ser prioritariamente apoyados en los próximos años. “Reconviértanse ustedes a los nuevos campos de trabajo de la Biotecnología y la Informática”, podría ser, en pocas palabras, el espíritu del mensaje. ¿Cómo analiza usted esta opinión en el contexto de la vocación del científico y qué trascendencia le ve de cara a la pretendida disyuntiva ciencia básica-ciencia aplicada?
-R: La historia nos muestra claramente que la ciencia ha sido en todo tiempo una actividad al margen de la sociedad, de la organización de la sociedad y, por tanto, apenas programable. La sociedad puede crear o favorecer un ambiente propicio al desarrollo de una línea científica de algunos de los jóvenes. Puede también proporcionar el marco y el dinero necesarios para algunos desarrollos tecnológicos, desde la “acuicultura” hasta la “guerra de las galaxias”, pero dudo mucho que la creación o la creatividad científica se pueda regular a golpe de decreto. Personalmente “paso” de reconversiones, quizá porque ya soy viejo y me queda poco para el “reciclado ecológico” final. Pero creo que se debería tomar una actitud más constructiva, aunque no sé cuál. Mi punto de vista, que he expresado ya otras veces, es que el carácter poco vigoroso de una ciencia se debe muchas veces a la falta de ideas generales, grandes o pequeñas, pero que tengan el poder de entusiamar o de seguir un camino fijándose en un objetivo atrayente y no dejándose llevar por la tentación de seguir las pisadas de otro caminante que ya ha ido lejos por delante de nosotros…

-P: A lo largo de su dilatada labor docente e investigadora en la Universidad española probablemente habrá tenido algunas ideas o propósitos en orden a la estructura o gestión universitarias que ustsed hubiera querido ver puestas en práctica para mejorar nuestra universidad ¿Le importaría mencionar una o varias de estas ideas?
-R: Hubiera deseado una mayor relación entre disciplinas, pues es en las fronteras donde surgen las nuevas ideas. Que la administración, sin dejar de ser fiscalizadora, fuera más facilitadora. Que se abandonara el sistema “stop and go”, es decir, que los recursos fueran algo más previsibles. Que sin menoscabar la libertad de unos pocos inconformistas para investigar…, la Universidad, en general, se articulara de una manera más realista con las necesidades de la sociedad. Y muchas cosas más…

-P: Es indudable que en los últimos años se ha legislado mucho en el ámbito de la vida universitaria. La LRU y su desarrollo y la confección de los estatutos de las universidades son eslabones significativos en la serie de medidas tomadas ¿Cree usted que estos hechos tendrán trascendencia, y la tendrán favorable para nuestra universidad? O, por el contrario, piensa que todo permanecerá más o menos igual aunque con distinta terminología?.
-R: Temo que las cosas no cambien lo que debieran, a pesar de la buena voluntad o buena intención que sin duda existe. Pero la universidad sigue aquella norma de conducta tan peculiar de una buena parte de nuestra sociedad, que prefiere la justificación a la acción.

-P: A partir de su experiencia en centros universitarios extranjeros, ¿Cuál le parece que sería el modelo de universidad más idóneo para un país de las características de España?
-R: La pregunta me parece oportuna, porque ahora, con la aproximación de España a la organización europea, y la redacción de estatutos para las universidades se hubiera ofrecido una buena oportunidad para remodelar nuestras universidades en un intento de mayor arpoximación o compatibilidad con otros centros. Quizá no hay que lamentar demasiado que no se haya hecho así, porque las universidades europeas tampoco están muy uniformizadas, y siempre teníamos el riesgo de imitar principalmente a las menos buenas que están más cerca de nosotros. Yo creo que, sinceramente, debería hacerse un esfuerzo de todos hacia la universidad europea. Quizá no sea la ocasión ahora. Como modelos que me gustan mencionaría quizás Holanda y el Reino Unido.

-P: Con motivo del 500 aniversario del Descubrimiento de América se están preparando muchas actividades entre España y los países latinomerianos. En el campo científico ¿qué tipo de activididad le parece que sería la más productiva?
-R: Desde mi punto de vista, promocionar alguna empresa común de estudio que utilizase la enorme capacidad estimulante de la naturaleza americana (más estimulante que Australia, hay que recordar la impresión de Sudamérica sobre Darwin) y, a la vez, articular estos estudios con algún tema permanente de la Biología. Probablemente, para hacerlo aceptable, habría que darle cierto ropaje histórico. “Tras las huellas de Cabeza de Vaca” o algún estudio oceanográfico de las Antillas siguiendo algún antiguo navegante. Pero yo me dejaría de anticuallas y trataría de fundar algún centro de investigación o universidad de aire absolutamente nuevo.

-P: En el proceso de formación de un invesgador creativo la labor y el ejemplo del maestro es fundamental. Con base a su larga experiencia de formación de personas ¿qué rasgos más sobrresalientes cree usted debe poseer un buen director de jóvenes científicos?
-R: Es difícil de decir, porque es mi convencimiento que las características de las que uno es consciente, o trata de cultivar, no sirven para nada o son de efectos negativos, mientras que a veces uno influye positivamente precisamente a través de las debilidades propias.

-P: Si tuviera que resumir en unos pocos calificativos la condición de “buen científico”, ¿qué términos emplearía usted?
-R: Imaginación, entusiasmo, laboriosidad y nunca perder de vista el “argumento” de la historia en que uno está interesado.

-P¿Cuáles son, a su juicio, las bases formativas y las condiciones intrínsecas de un estudiante que pueden darle opción a ser una persona interesada en el quehacer científico?
-R: Es difícil decidir, porque probablemente no puede conseguirse ni existe una mezcla ideal. Un gran trabajador puede ir adelante, un buen imaginativo (controlado) también. Quizás hoy, en que, por lo menos aparentemente, la gente trabaja más en grupo, no es tan exigible un perfil completo a la persona. Si hay verdadero interés se puede adquirir la formación; luego vienen las cualidades del “buen científico” a que me refería antes.

-P: Al hilo de la pregunta anterior, ¿cuáles serían en su opinión las condiciones ambientales y humanas que hacer posible en particular la aparición de buenos ecólogos?
-R: Yo creo que la ecología, más o menos abstracta, ha de ir precedida de una etapa –juvenil y aún infantil-, de interés y admiración por la nauraleza. En muchos lugares, incluso de nuestro país, se está haciendo un esfuerzo considerable en facilitar esta aproximacón del niño a la naturaleza, aunque a menudo hay más buena voluntad que convencimiento en los adultos que deben hacerlo. Espero que esto tenga resultados positivos de aquí a unos años. Los cambios de actitud requieren cierto tiempo. Por otra parte ayuda también que la ciencia tenga mayor valoración social, aunque creo que eso no es tan necesario.

– P: ¿Podría Ud. Mencionar tres temas de estudio en la Biología actual que encuentre especialmente atractivos en el panorama científico presente desde el punto de vista intelectual y que las administraciones no hayan considerado prioritarios porque no se adivinen de inmediato sus posibles aplicaciones prácticas o por el hecho de no estar “de moda”?.
-R: La memoria, la embriogénesis y la organización y selección de respuestas a “patterns” muy complicados de estímulos.

-P: ¿Podría mencionar tres temas de características similares en el área de la Ecología?.
-R: “Adherencias” de la evolución sobre la sucesión, sistemas de transporte y uso de la luz en ecosistemas terrestres y asimetría en el tiempo y falta de estado estacionario en los ecosistemas.

-P: Si tuviera que aventurar una opinión sobre qué temas de investigación y qué objetivos prioritarios de la misma serán los que dominen el área de las Ciencias Biológicas a principios del siglo XXI, ¿por cuáles se inclinaría usted?
-R: No siento tentación de profeta, pero casi aseguraría que la memoria individual y la actualización de una organización potencial en el desarrollo de un individuo estarán entre ellas.

-P: ¿Piensa usted que la especie humana llegará a ser la causa de su autodestrucción a corto, medio o largo palzo? Desde el punto de vista integral del ecólogo que incorpora experiencias y saberes diversos, ¿participa usted de las ideas catastrofistas en boga en ciertos ambientes actuales?
-R: No soy catastrofista, aunque, por supuesto, creo que a la especie humana le llegará el día de su extinción. La especie humana debería procurar que esto no sea por culpa suya, sino por otra causa, porque en ciertas culturas está mal visto suicidarse y parece más correcto y digno aguantar la muerte “natural”. Personalmente creo que aceptar reconocidos el don de la naturaleza que se nos ofrece, nos ha de predisponer a recibir el don, también gratuito, de la paz. Quizás esto recuerde demasiado a San Francisco de Asís, que no en vano es patrón de los ecólogos.

-P: Conocemos su acusado interés sobre las teorías e hipótesis varias que tratan del tema del origen de la vida sobre la Tierra, la evolución prebiótica y el origen de los organismos celulares ¿Cuál es su opinión como científico sobre estos problemas?
-R: Que la vida es un fenómeno cósmico que viene dado con la organización de la materia. Pienso que los primeros sistemas prebióticos estaban fundamentados en gradientes energéticos más que en estructuras muy definidas, que más se podrían comparar con ecosistemas enteros que con organismos actuales. Luego vino la subdivisión en entidades reproducibles. A partir de aquí la integración de la célula eucariótica que asimila organismos más primitivos y la evolución en su forma gneeralmetne aceptada, me parece que dan razón intelectualmente del despliegue de la vida sobre nuestro planeta.

-P: En relación al tema de la pregunta anterio, ¿podría usted resumirnos su pensamiento desde el punto de vista de “la persona” haciendo un esfuerzo por dejar en este momento las consideraciones de tipo estricta y clásicamente científicas?
-R: Este tema lo hemos debatido hace un par de semanas en una reunión en Figueras. El tema era determinismo y libertad, o determinismo e indeterminismo. Personalmente pienso que esta distinción es un artefacto cultural. De hecho, el científico actúa como determinista cuando recopila sus observaciones u organiza sus experimentos. Pero sabe que una pequeña parte (el hombre de un gran sistema, el universo) en la práctica ha de ser indeterminista, porque siempre se queda corto en algo y sería vana pretensión juzgar a un nivel muy amplio. Si cree en la libertad la ejerce, sin que deba torturarse pensando si quizá la creencia en el libre albedrío es algo ventajoso para un animal de las características de los humanos y quizá sólo por esto ha sido recogida por la selección natural.

-P: He oído pronunciar últimamente, y de forma repetida por boca de destacados investigadores,que los hombres no somos quizás más que “bacterias evolucionadas”… (algunas personas incluso gusta de obviar el término “quizás”). Está afirmación lleva tras de sí una muy concreta concepción filosófico-hmanística del género humano. Para usted ¿es el hombre algo más que un perfeccionado especimen zoológico en proceso evolutivo o, por el contrario, es simplemente eso?
-R: Después de las cianobacterias sólo nos faltaban las antropobacterias. Muchos humanistas consideran que el colocar al hombre dentro de la naturaleza es “degradante” para el hombre, y esta opinón la comparten “carcas” del siglo pasado con “progres” del presente. Por supuesto, tanto los unos como los otros tienen una absoluta falta de conocimiento y de respeto acerca de la creación. Yo me encuentro muy bien con mi condición de especimen zoológico en proceso evolutivo ¿Hay que volver a recordar a San Francisco?

Doctor Margalef, muchísimas gracias en nombre de la revista Campus y en el del colectivo universitario de Murcia. Tenga usted la seguridadd de que sus comentarios e ideas contribuirán al mantenimiento y la mejora del ambiente cienf´tiico-cultural en nuestra universidasd y sin duda, serán causa de fructífera polémica y discusión en los círculos interesados de nuestras facultades.