Contenido comunicativo

Predecimos los resultados de los esfuerzos en positivo, que lo son, que dan resoluciones, que nos regalan resultados nobles. Recitamos los versos que mejor sabemos, y nos quedamos con la blancura de cuando la candidez de niños nos aportaba casi todo. Nos planteamos los momentos de eterna vuelta con resortes que nos eliminan las ganas de acudir a los sitios más bellos, que se mantienen de algún modo en el recuerdo. Paseamos por los blandos espacios en los que nos cobijamos con toda suerte de apetencias.

Hemos sido con la grandeza de unos espíritus jóvenes. Nos tomamos un cierto respiro. Señalamos los anhelos de estar en paz y bien.

Somos sensatos en las agonías de unos espacios que nos han de distraer con las avaricias sin saco. Paseamos por los lugares de aflicciones de toda estirpe y condición. No paramos ahora que todo se muestra con una complejidad excesiva. Hemos de aprender hasta de lo que no tenemos. Puede que necesitemos más en este supuesto. Hemos avisado de unos instantes que se nos fueron entre los dedos. El tiempo es así, por mucho que pensemos, aunque no nos demos cuenta. Las querencias son las que son.

Los corsarios de las etapas que tanto amamos nos aconsejan con fluctuaciones que se hacen periódicas. No hemos asimilado los cansancios que otros nos regalan a fuerza de silencios que no son rentables, como repetimos. La sensatez no desgrana los pensamientos, que se ligan a posturas de cierta intransigencia. No volveremos sobre los pasos de otros. Nos hemos destapado con unas consultas que nos insisten con una cierta debilidad, que nos traspasa las astucias de otros momentos. Presentimos muchos.

Las consideraciones se quedan un poco en soledad cuando se trata de defender actitudes que no siempre fingieron. Las presencias se vuelven un poco transparentes y no acertamos a caracterizar lo que podría ser un paso firme hacia la negación de algunas carencias. Hemos dispuesto demasiado en escaso tiempo, un tiempo que hoy nos devora con sus formas cambiantes. Nos postulamos como elementos de una naturaleza que se plantea como hostil. No te iré a decir lo que será. La carencia nos acerca con sus tronos oscilantes. Pidamos por la nada, por la misma ausencia.

Entretanto, encartamos las voluntades que nos recalcan sus insistentes dichas, que prefieren seguir hacia el lado que no vemos antes que reforzar los pasos que otros otorgan. No hemos reclamado nada. Los cambios nos ofrecen señales sin humos. Los símbolos son y serán lo que deban ser, lo que puedan ser, si los dotamos de contenido comunicativo.