Cauces comunicativos

Establezcamos sendas y cauces para procurar que la comunicación fluya en el sentido y la cantidad que necesitamos. Vayamos desde lo individual a lo colectivo, y hagámoslo con ejemplos. Así, me vinculo a ti con la noria de una comunicación que nos hace converger con lo mejor y con lo peor, con lo bueno y con lo malo, con lo que es y con lo que no.

Hemos de recorrer un programa de novedades que nos ha de permitir el triunfo a través de poder asumir una serie de gustosos cambios que nos porten por el camino de la comunicación como base y eje del sistema, de la mejora y de la transformación.

Podemos contemplar los criterios, pero, sin que interactuemos con ellos, no es posible que se de una comunicación real, certera, buena, consumadora de la genuina mudanza a la que hemos de atender con el mejor anhelo. Hemos de llegar a ser, y, seguramente, seremos en la diestra cara de la amistad que nos puede, que nos consigue y que nos consuela con entornos suaves.

La existencia nos envuelve con un papel cargado de contenidos que han de fraguar con reglas que nos invitarán a deleitarnos del mejor modo que podamos. Nos hemos de señalar con consideraciones que contribuirán a que aprendamos de un modo integral. La comunicación es el sustento de todo ello, debe serlo, lo será si actuamos con propiedad y con buenas intenciones. Las tenemos.

Hemos de ligar conceptos, de arreglar los entuertos, de acercar distancias, de vivir en la paz que nos empapa de ideas con vencimientos de género perfecto, de índole genial. Debemos intentar el acuerdo cada día, con razones variadas, con insistentes dichas. No acortemos: hagamos el mundo más amplio. La comunicación ha de ser la regla de oro que endulzará los espacios propios y ajenos.

Busquemos cauces y sintonías para señalar lo que queremos hacer, lo que podemos hacer, lo que precisamos hacer. Estamos listos para adecuar lo que somos. Comuniquemos las intenciones y también el punto al que podemos llegar gracias a ellas. Estamos, o debemos estar, en la hermosura de lo que nos place con resortes sin impedimentos. El vínculo nos da obras que están por determinar y por llevar a cabo. Tenemos suerte, mucha suerte, de empezar y terminar con simpatías y bellezas que nos llegan con ese sí que procura el placer de la existencia misma. Nos convencemos, poco a poco, sin prisa, desde el intercambio y la comunicación. Hemos marcado unas sendas que son cauces de pensamientos que han de confluir en el término medio con la quietud y la mesura que otorgan la sabiduría mezclada con experiencia. Ambas vienen de la comunicación.