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Antonio Tabucchi

Antonio Tabucchi, autor de ‘Sostiene Pereira’Los personajes acaban por semejarse a su autor

Mientras arroja las primeras volutas de humo de un cigarro que enciende a la puerta del hotel donde acabamos de mantener la entrevista, le comento a Antonio Tabucchi lo difícil que resulta fumar en su país, donde la ley antitabaco está absolutamente extendida. ‘En mi país no se puede fumar, pero en cambio, se puede robar, se puede defraudar a hacienda, hacer cohecho’…

Tabucchi es enormemente crítico con su país, con muchas de sus costumbres y, sobre todo, con sus gobernantes –abomina de Berlusconi-. A pesar de ello, le une un profundo amor por Italia, la tierra en la que nació y creció, y donde pudo oír las primeras historias de boca de sus abuelos en el pueblo de Vecchiano, cerca de Pisa.


Italia y Portugal –el país donde vive y en el que imparte sus clases de literatura, son sus particulares referencias geográficas. Pero tanto como los lugares, son los libros –‘mi maleta de escritores’ que siempre le han acompañado los que han contribuido a formar el carácter de este hombre de aspecto taciturno pero trato cordial y directo. Con el bigote se le ha ido algo de ese carácter severo que le infundía el aditamento piloso. Ahora, se nos presenta como una figura sacada de un cuadro del Greco, como un enjuto don Quijote –un personaje tan querido por él- redivivo, tan juicioso como el caballero de la Triste figura y tan sentencioso como Sancho.Es probable que fueran las historias que oyó en su infancia en Vecchiano, o en su juventud, en Pisa, o quizás sea ese fulgor blanquecino de la ciudad blanca lisboeta en la que vive ahora, lo que proporciona inspiracion para esas historias oníricas y fascinantes en las que envuelve a sus personajes, llenas de melódicos ecos de un pasado que se esfuma y un futuro inaprensible, plagadas de recovecos por los que se cuela una realidad mágica. Sus obras están llenas de personajes espléndidos, aturdidos ante una realidad que les supera: ‘Sostiene Pereira’, ‘Dama de Porto Pym’ ‘Requiem’ o ‘La cabeza perdida de Damasceno Monteiro’ son algunas de sus novelas, unas obras que le han convertido en uno de los mejores autores italianos, candidato al premio Nobel en más de una ocasión.

Tabucchi sabe que la imaginación es la base de la vida, y también de las vidas en las que nos proyectamos. Su imaginación fue espoleada –lo sigue siendo- por esa pléyade de escritores que inocularon su savia en su mente de lector inquieto desde que era niño: Conrad y Pessoa, Cervantes y Shakespeare, Dickinson y Pirandello, y tantos y tantos autores que conformaron su forma de ser y de pensar.

Tabucchi estuvo en Murcia los pasados días 21 al 23 de abril para hablar de Tabucchi, de él y de su obra, en unas jornadas tituladas ‘Antonio Tabucchi: reflejos de un escritor’, organizadas por el profesor de la Universidad de Murcia Pedro Luis Ladrón de Guevara para la Fundación Cajamurcia.

Lo que sigue es una entrevista concedida en exclusiva para Campus –‘una revista bella, muy bella’, aseguró remarcando la doble ele italiana mientras la hojeaba-.

-Pregunta: Usted es un enamorado de la literatura española. ¿Cómo ve el panorama actual?

-Respuesta: Sobre la actualidad me resulta muy difícil hablar. Prefiero hablar sobre los muertos, ellos nunca protestan. Pero si hablamos de los escritores de ahora, tengo dos grandes amigos a los que estimo mucho: Enrique Vila Matas y Manuel Rivas. De los otros no hablo, porque no los conozco personalmente. De Enrique admiro su manera muy moderna de narrar, su grandísima imaginación, la capacidad de falsificar la realidad para llegar a una realidad paralela, más profunda, que a veces acompaña a la realidad visible.

De Manuel Rivas admiro su compromiso, su coraje y también que tiene una manera muy poética y muy lírica de contar que hace de él un narrador muy especial.

-P: Es conocida la fascinación que ejerció sobre usted la obra de Pessoa…

-R: En realidad se ha mitificado esta fascinación mía por Pessoa. Yo soy adoptivamente portugués, y los portugueses me preguntaban mucho sobre él. Soy profesor de literatura portuguesa y soy filólogo y profesor durante muchos años de la Universidad de Siena. He traducido y he escrito ensayos sobre Pessoa, pero también he escrito sobre muchos escritores que han acabado perteneciendo a mi maleta de escritor.

Pessoa me fascinó mucho, porque es un gran novelista que escribió en poesía. Su obra es una comedia humana, pero sus personajes son poetas. La alteridad, inventarse personajes, pertenece a la idea de la literatura. Ya lo hicieron Cervantes, Shakespeare, Balzac…

-P: Y qué otros escritores lleva en la maleta Tabucchi?

-R: Por ejemplo Conrad, y también muchos poetas, releo mucho a Emily Dickinson, a Pirandello, a Borges lo leo continuamente… Y también, claro, a Pessoa, que me parece uno de los genios del siglo XX, una de las mayores figuras. Pessoa es un universo.

-P: Aparte de esa maleta de escritores que usted arrastra, tienen algo en común los libros de Tabucchi?

-R: Deben tener un ADN semejante, pero yo no sería capaz de encontrarlo. Para observar su propia obra es necesario un microscopio que el autor no tiene nunca.

Se observa mejor desde fuera. Los críticos dicen que mis temas son lo errante, el desasosiego, los personajes que tienen una vida incompleta, los vagabundos de la vida, los perplejos. Creo que en mi obra hay muchos personajes semejantes, aunque se encuentren en situaciones distintas.

-P: ¿Y qué hay de Tabucchi en la obra de Tabucchi?

-R: Nunca escribí poniendo un yo personal, nunca fui un personaje de mis novelas, pero, inevitablemente, los personajes acaban por semejarse a un autor. Existe semejanza entre ellos, porque los escritores ponemos siempre un poco de nosotros mismos en nuestros personajes.

Ya Cervantes decía que él era Don Quijote y Sancho Panza.

-P: Mañana, día del libro, usted estará en Murcia ¿Qué piensa que puede aportar la literatura a un mundo como el nuestro, lleno de prisas, que parece estar muy de espaldas a ese papel pausado que se le presupone a la literatura?

-P: La literatura tiene hoy el papel que siempre tuvo: proporcionar una manera distinta de ver las cosas. La cámara de la televisión nos envía imágenes, pero la cámara mira recta, no puede girar el ángulo, la literatura gira, va detrás, más allá de lo que somos capaces de mirar.

-P: Una de sus últimas novelas gira en torno al género epistolar. También una de las últimas novelas de Molina Foix, que ha tenido mucho éxito en nuestro país. Las nuevas tecnologías permiten que nos comuniquemos más deprisa pero, probablemente, las cartas nos permitían hacerlo de un modo más profundo.

-R: Indudablemente. Los SMS y otras nuevas formas de comunicación son sintéticas por naturaleza. Pero yo no creo que vayamos hacia el fin del género epistolar. Cuando tenemos que decir algo profundo escribimos una carta. Cuando se muere el padre de un amigo mío, yo no voy a mandar un sms, le escribiré una carta y le diré que conocí a su padre y le hablaré del dolor que me produce su fallecimiento, o le describiré la infancia que pasamos juntos recordando a su padre.
No sé si en el futuro los sentimientos humanos se quedaran en un sms: un sentimiento atrapado en un sms. Espero que no

Para observar su propia obra es necesario un microscopio que el autor no tiene nunca

La literatura llega más allá de lo que somos capaces de mirar.
-P: Su relación con el cine ha sido estrecha e intensa desde que adaptaron ‘Sostiene Pereira’, que yo creo que fue una buena adaptación.

-R: Sí, estoy de acuerdo.

-P: ¿Piensa que el cine puede complementar una obra literaria, puede ayudar a comprenderla con otro lenguaje, o más bien la traiciona?

-R: Yo creo que cuando un libro se transforma en una película es otra cosa, es otro lenguaje, es una obra absolutamente independiente. Sería poco inteligente por parte de un escritor ir al cine a ver una película basada en una obra suya y que, al ver que no es lo que él ha escrito se sintiera traicionado.

-P: ¿Y al contrario, qué ha aportado al cine la literatura?

-R: Está claro que el cine necesita de la literatura, porque necesita de una estructura narrativa, y la busca a menudo en la literatura. Es una relación muy intensa.

-P: ¿Qué tienen sus novelas para que los directores las busquen?

-R: Algunos cineastas dicen que hay una visualidad muy fuerte en mis novelas que les seduce. Fernando Lópes, el director portugués que filmó ‘El filo del horizonte’, escribió un artículo sobre esta supuesta característica de mis novelas, él decía que mi narración era aparentemente cinematográfica, pero cuando se intenta llevar al cine se comprueba que es muy difícil de adaptar. Y es que mi narración está llena de huecos, de saltos, y eso es complicado para el director, el cine no aguanta los huecos, tiene que rellenarlos. La imagen necesita de la imagen, no del vacío. Un lector rellena los huecos que se produzca en un relato literario con su imaginación.

Mi novela ‘Requiem’ fue adaptada por Alain Tanner. En mi narración hay un encuentro que es una gran espera del fantasma de una mujer por parte de un hombre que estuvo apasionado por ella. Aquel día los vivos y los muertos aparecen en un mismo plano, pero cuando va a ocurrir, yo paso la página. Pero eso no lo puede hacer el cine. Tanner resolvió bien esto, porque introdujo un baile, un vals muy melancólico y en él danzan ambos como en un sueño.

El alma, el cuerpo y los ciudadanos políticos

Creo que todos debemos hacer política en sentido civil. Tenemos que exigir nuestros derechos. Como ciudadanos tenemos muchos deberes y tenemos que cumplirlos, pero hemos de exigir nuestros derechos. En estos momentos, en un país como Italia se han verificado casos de tortura. Italia, se adhirió a la Convención Europea contra la tortura, pero como esto no está incluido en el código penal, los policías culpables no fueron condenados. Yo creo que la literatura se puede y se debe ocupar de estas cosas. Kafka se ocupó de ello hace casi un siglo con ‘La colonia penal’.

Como ciudadanos tenemos que defender el derecho a nuestro cuerpo, el derecho a no ser castigados de forma física. Yo respeto mucho a quienes creen en el alma, pero, a lo largo de la historia, existen muchos períodos históricos en los que el alma existe y otros en los que no, períodos en los que hay más y otros momentos en que el alma está de vacaciones. Pero el cuerpo siempre existe, no ha cambiado, y hay que cuidarlo.

Cine y literatura: un siglo de relaciones

Lo que hoy escribimos se lo debemos en gran parte al cine

El cine y la literatura son hermanos: los dos cuentan historias. Uno lo hace con las palabras y el otro con las imágenes. Al cine le corresponde la décima musa, y de las diez musas, cine y literatura son las más cercanas. En ambos casos se trata de contar una historia.

El cine ha influido profundamente en la manera de contar del siglo XX. La modernidad de la literatura, es una manera muy distinta a la que se escribía en el siglo XIX. La literatura del siglo XX tiene una especificidad que el siglo XIX no tenía. Ahora no podemos pensar en Balzac o Tolstoy. Lo que hoy escribimos en nuestras novelas, en nuestros cuentos, se lo debemos en gran parte al cine.

El cine ha influenciado muchísimo la narración del siglo XX. Ahora no necesitamos de la descripción. Si se toma una novela del siglo XIX nos presentan al héroe describiéndolo detalladamente. Ahora esto no se hace, porque el cine es de tal manera más eficaz, que la literatura prescinde de ella.

Afortunadamente, porque las páginas descriptivas son las más aburridas de las novelas antiguas, pero entonces tenían que hacerlo.

Otra cosa que ha cambiado es el corte temporal. Mi abuela, por ejemplo, me decía que no le gustaba el cine porque cuando el enamorado cerraba la puerta de su casa, ya estaba en la casa de la novia. En el teatro tenía que recorrer todo el escenario, y en la novela del siglo XIX tenía que hablarse de que el señor salía con el caballo y describir el paisaje, pero no así el cine.

Eisenstein nos enseñó con el montaje que no había que relacionar las acciones temporalmente sino en un circuito de ideas. Las lecciones de montaje de Eisenstein son ejemplares.