Aires nuevos para el flamenco: Israel Galván o la deconstrucción del baile

Israel Galván de los Reyes (1973) es sevillano de nacimiento. Su formación la recibe en el propio entorno familiar, desde donde su padre, José Galván, le educa en los rigurosos fundamentos del baile flamenco. En 1994 entra a formar parte de la Compañía Andaluza de Danza dirigida por Mario Maya, donde se somete a la dureza de una fuerte disciplina permaneciendo unos años hasta que decide emprender su propio camino. En 1998 crea su compañía, una plataforma que le servirá para investigar y dar forma a un lenguaje expresivo que dentro de la más pura tradición flamenca es sin duda de una frescura y de una inteligencia poco corriente. La trayectoria artística de Israel Galván está llena de premios y reconocimientos de los que tan solo mencionaremos dos, el primero y el último hasta la fecha: El premio Vicente Escudero en 1995 y el Premio Nacional de Danza a la creación en 2005.
Excelente bailaor y coreógrafo moderno. Se le considera un artista ecléctico y controvertido. Inteligente y creativo, ha conseguido trasformar los códigos estéticos del flamenco a base de un profundo conocimiento sobre sus orígenes. Su línea ideológica va en pro de la búsqueda continua de un lenguaje propio: desarticula el movimiento, le otorga otra lectura, rompe el tiempo, baila el silencio y se mueve a compás de cualquier cosa… pero en su flamenco hay tanta hondura como en el trazo de los viejos bailaores.
Israel Galván tiene al público dividido y a la crítica también. “¡Mira!/Los zapatos rojos” (1998) marcó los inicios de una larga y discutida carrera, sin duda cargada de rotundos éxitos aunque no exenta de suspicacias. Está obra aparecerá como su auténtico manifiesto coreográfico.
Por otro lado, este joven artista ha tenido el privilegio de llamar la atención de prestigiosos críticos e historiadores, tanto a nivel nacional como internacional. Destacaremos el nombre del ilustre crítico e investigador de la historia del flamenco Ángel Álvarez Caballero, quien todavía mantiene sus reservas acerca de los peculiares atrevimientos de Galván, aunque reconoce a un gran artista en él. José Luís Navarro García, profesor e investigador en la Universidad de Sevilla le dedica un capítulo en su penúltima publicación, “Tradición y Vanguardia” (2006, Murcia: Nausicäa) y en Francia ha cautivado a un reconocido filósofo e historiador del arte, profesor de la Sorbonne, Georges Didi-Huberman el cual le ha dedicado un interesante ensayo titulado “Le Danseur de la Solitude” (2006, Paris: Les Éditions de Minuit).
Lo que nos llama poderosamente la atención de este bailaor flamenco son sus fuentes de inspiración, no por la naturaleza de las mismas, sino por lo inusual de un artista de raíz: La lectura, el cine o la actualidad misma. Aunque estos son recursos fáciles de encontrar en otras figuras del flamenco, pasadas y presentes, su uso es en Galván casi una necesidad vital.
-P: ¿Es necesario todo este bagaje para que el flamenco salga de su aparente inmovilismo?
R: No es necesario. Siempre ha salido mucha gente que baila elegante. Por ejemplo Carmen Amaya, cuando se puso un pantalón y zapateó como los hombres hizo cambiar el concepto de baile. Por otro lado los movimientos se han ido enriqueciendo a lo largo del tiempo con muchas otras aportaciones. Para que el flamenco evolucione no hace falta esa base pero no viene mal, sobre todo porque llegas a conocer otras filosofías de baile; La danza Butho me gusta mucho, personalmente le veo gran paralelismo con el flamenco. En mi caso es cierto que antes de ensayar me gusta leer algo porque creo que se te quedan cosas, se encuentran maneras distintas de describir historias esto puede ayudar en el baile para incluir algo de esa reflexión. También me gusta el cine porque encuentras a veces películas como las de Kubrick que dice muchas cosas utilizando pocos elementos. Lo difícil de simplificar. Me gustan también mucho Passolini, sus gestos corporales. Y esto no tiene más. Para que el baile evolucione y no deje de ser flamenco tiene que haber una evolución interna personal, no es coger una cosa y fusionarla, si no que se trata de crear tu proceso.
-P: Tu formación fue muy convencional y después entras un tiempo a formar parte de la compañía de Maya ¿Qué te hizo romper este camino?
-R: Pues precisamente todo eso. Por el celo de mis padres de formarme en un flamenco muy purista y después por la dureza de esa disciplina que se impone en una compañía. Eso me hizo ser muy drástico y rompí con todo esto.
-P: Cuéntanos brevemente la causa de cada una de las producciones que creas para tu compañía.
¡Mira!/Los Zapatos Rojos (septiembre 1998, presentada en la X Bienal de Flamenco de Sevilla)
A raíz de la creación de mi compañía me planteé con esta historia algo sencillo. Por un lado me apetecía bailar, bien o mal. Por otro, quise cambiar el concepto de espectáculo de flamenco y sobre todo quise cambiar la forma de bailar.
La Metamorfosis (2000, presentada en la XI Bienal Flamenca)
El espectáculo anterior generó una fuerte polémica y dos bandos, uno al que gustaba y otro al que no. Mis padres escondían los vídeos de las cosas que hacía porque no les gustaba enseñarlos. En mi casa era el bicho raro, entonces esta historia era un poco mi historia, era como estar en la piel de Gregorio Samsa.
Galvánicas (2002, XII Bienal Flamenca)
Galvánicas fue un proceso diferente, no era un espectáculo cerrado. Cambié el guión de los bailes y cambié su estructura. Es la única vez que he bailado con una bailaora. Fue con Carmen Cortés. También era la primera vez que bailó más gente. Los bailes eran largos, se tocaron muchos matices, no hubo necesidad de más guiones. Para esta pieza invité a un cantaor de talante jondo.
Arena (3 de octubre de 2004, presentada en la XIII Bienal Flamenca)
Me apetecía el contacto con un tema local: el mundo del toro.
La Edad de Oro (2005, presentada en el Festival de Jeréz)
Un cambio de concepto. Tan solo un cantaor, un guitarrista y un bailaor para contar cosas. Hubo muchos bailes pero fueron de muy corta duración, porque no necesitas 15 minutos para bailar una Soleá, con 1 minuto puede ser suficiente. Respecto al público siempre me gusta dejar que interprete las cosas tal y como les llegue.
Tabula Rasa (2006, presentada de la XIV Bienal Flamenca)
Fue una performance. Tampoco fue un espacio cerrado. Se bailó el silencio principalmente. Tan solo hubo una cantaora, Inés Bacán y un pianista, Diego Amador. Dejé espacio para que el público se implicara.
Así terminamos nuestra breve pero intensa conversación con Israel Galván una cita que no termina aquí sino que se aplaza hasta Agosto para continuarla sobre el escenario del emblemático edifico del Mercado de la Unión, la “Catedral del Cante”. Es la mejor forma de acercarse a Israel Galván, a través de su baile, con “La Edad de Oro” en la nueva edición del Festival del Cante de las Minas.