Publicado en colaboración con La Sociedad española de Italianistas y editum por Pedro L. Ladrón de Guevara, Belén Hernández y Zosi Zografidou (Eds.).
El siglo XX con sus vanguardias, con su obsesiva tendencia a la originalidad, considerada por muchos como el único valor absoluto de la obra de creación, ha llevado a considerar el patrimonio cultural del pasado casi como una pesada carga carente de valor. Sin embargo, no siempre ha sido así. Durante siglos se ha buscado, en los autores precedentes más prestigiosos, la fuerza para crear, hasta el punto que se ha considerado la propia obra una continuación de la tradición: Virgilio siente la necesidad de elegir un héroe, Eneas presente en Homero, tal y como hace Ariosto al considerar a Bradamante descendiente de Héctor y origen de la casa D’Este a la cual servía el poeta.
La obra está dividida en nueve partes:
Los clásicos greco-latinos
Viaje a la Edad Media
Visiones del Humanismo y Renacimiento
Visiones del Barroco
La cultura ilustrada y retratos del siglo XIX
Itinerarios del siglo XX
Publicidad, cine y televisión
Las huellas del traductor
Epílogo: para un amigo ausente: Antonio Tabucchi
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